El dolor engulle mi pierna poco antes de despertar.
Lo último que recuerdo es haber recibido un trancazo producido por el eco sordo de algo chocando contra nosotros. Fue un golpe tan lastimero como el de un bloque depositado con rabia sobre una pierna rota.
Fijo la mirada al frente y visualizo un panorama inhabitado y peligrosamente callado.
Esto comienza a dar mal rollo.
La carretera se cierne frente a mis ojos, cubierta por el andar tremulante de la neblina. La carpeta asfáltica es acuerpada por un camino de árboles que la rodean como carceleros repletos de verdor, pero no un verdor vivaz. Este verdor es lóbrego, marchito e indudablemente escalofriante.
Siento como si algo al otro lado de la niebla me dijera "huye mientras puedas, no te unas a nosotros". Sacudo mi cabeza y abandono el rumbo que mis pensamientos están tomando, porque es incoherente armar una película de terror, en donde no hay asomo alguno de alguna bestia carroñera a la que le apetezca mi carne.
Examino con la mirada al interior del auto. Para mi disonante alivio, aún tengo recuerdos de lo que pasó antes de terminar estrellada —y además perdida— en mitad de la nada.
Hace seis meses, según me informó el oficial Wayne, fui secuestrada, pero por algún insano motivo olvidé todo lo que pasó en mi vida antes de ser secuestrada y durante el periodo que duró mi secuestro. Es decir que, prácticamente, carezco de recuerdos.
Soy como una escritora que ha redactado un capítulo importante y que lo ha guardado en una urna para que nadie pueda hurtarlo por considerarlo su joya de la corona, pero que debido a su mala suerte, este le ha sido robado. Necesito encontrar esa urna que retiene mis pensamientos y quizá cuando lo haga mi memoria regrese.
Observo el interior del auto y no hay rastro de los agentes que me acompañaban en el trayecto hacia la embajada de Estados Unidos. Los oficiales del FBI quizás se han ido y me han abandonado en este lugar, siguiendo los pasos de Yuki, la mujer de rasgos felinos que terminó culpándome de la muerte de su amiga. Tal vez lo mejor para ellos es que yo desaparezca y deje de complicar sus vidas.
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La Red Prohibida ©
Teen FictionVanessa Murphy decide entrar a la parte turbia de internet, sin imaginar que esto la llevará a perder mucho más que su cordura. Seis meses después de haber entrado a la zona oscura de la red, pierde sus recuerdos y despierta en un horrible lugar. V...