Inspirado en Here We Stand de Hidden Citizens
Es inútil pensar que él no es importante en mi vida. Es absurdo que, aunque no pueda recordar su nombre, mi espíritu me grite que salte a sus brazos. No existe una manera humana o artificial de sacarlo de mí, de alejarlo. Incluso en la turbiedad de mi vida tengo un rostro en la oscuridad, perturbando mi calma, aprisionándola en un deseo que no quiero erradicar. No sé explicar con palabras el origen de esta conexión tan potente y atronadora que nos une como brasas ardientes. Hay algo en su cercanía que quema, que embelesa, que me alimenta y que me hace pelear sin rendirme.
—Hola, conejito —saluda quitándose la capucha. El hombre se acuclilla junto a mí y me levanta con sus poderosos brazos—. Tan preciosa como siempre. —susurra y un hormigueo insistente baila cuando su aliento roza mi cuello.
Es una sensación gloriosa.
Él es un enigma que quiero tocar, que necesito abrazar y cuya voz es algo que no quiero parar de escuchar. Su rostro mantiene un filo mortal y perverso que sin duda me atrae. Su mentón es prominente, masculino, poderoso y seductor. Sus ojos destellan una calma fría que me resulta tortuosa.
¿Acaso yo soy la única que se mantiene perturbada ante su presencia?
—¿Otra vez tú? —acota Vladimir molesto apretando su mandíbula.
—Hola, Vladimir —le responde el chico al que, gracias a mi confusa memoria, reconozco como Tarik.
—Creí que tú y toda tu porquería estaban fuera de nuestras vidas al fin. Eres un maldito estafador de mierda. —La rabia contorsiona el rostro de Vladimir haciendo que la piel de su frente parezca una telaraña sudorosa.
—Cuida tus palabras, Kovalenko, que estamos entre amigos —Tarik me guiña un ojo y se acerca a Karen, que mantiene la pistola apuntando a mi frente. Él pone su mano sobre la de ella, alejando el blanco de mi cabeza—. No es necesario hacerle daño —la reprende y una pizca de mí estalla, no sintiéndome contenta al escuchar la dulzura con la que él le habla a Karen—. Ella puede sernos de gran utilidad.
—Lo que tú digas, cariño —le dice Karen, provocando más incomodidad dentro de mí.
Estamos parados cerca de la entrada a un puente colocado sobre aguas oscurecidas.
A lo lejos, un barco desprovisto de turbiedad, se asoma verdusco y plano. No hay ninguna construcción o edificio cerca, ni siquiera una casa o cabaña abandonada. Es un lugar perfecto para cometer un crimen, no hay testigos o cámaras de seguridad que capten nada. El peligro se esparce como el veneno ponzoñoso de una serpiente en la carne de su presa.
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La Red Prohibida ©
Teen FictionVanessa Murphy decide entrar a la parte turbia de internet, sin imaginar que esto la llevará a perder mucho más que su cordura. Seis meses después de haber entrado a la zona oscura de la red, pierde sus recuerdos y despierta en un horrible lugar. V...