Vanessa Murphy decide entrar a la parte turbia de internet, sin imaginar que esto la llevará a perder mucho más que su cordura.
Seis meses después de haber entrado a la zona oscura de la red, pierde sus recuerdos y despierta en un horrible lugar. V...
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Despierto sudorosa y agitada, al parecer me quedé dormida después de terminar la solución manual de mi tarea. Aquel quejido de dolor se siente muy real en mi memoria. Parece más que un simple sueño y mi corazón, que late desbocado, parece estar de acuerdo.
Agito mi cabeza en un intento de apartar los pensamientos de conspiraciones y asesinatos en mi mente. Debo concentrarme en lo que planeaba hacer antes de la pesadilla, entrar a la Dark Web e intentar resolver la parte digital del proyecto que nos asignaron.
No sé por qué, pero me siento como si fuese a cometer un terrible crimen. La adrenalina se apodera de mis manos y hace que cosquilleen. Siento una extraña excitación, esa que entra a ti cuando sabes que estás a punto de hacer una estupidez, pero que por rebeldía decides efectuar.
No sé exactamente cuánto tiempo a pasado desde que Chyna, mi compañera de cuarto y mejor amiga, decidió irse a dormir, así que estampo mis ojos en el reloj de la computadora y me percato de que marcan las diez y cuarenta y cinco, lo que significa que dormí durante quince minutos. Observo la pantalla encendida, sin hacer nada más que recalcarme una y otra vez: "Vanessa Murphy, tu gran especialidad es cometer estupideces, pero por una vez en la vida hazle caso a tu gran consciencia, repleta de la sabiduría que tu estúpida cabeza no usa y cierra la bendita computadora y vete a dormir".
Sé que esa voz insistente y martilleante que flota en mi mente llamado subconsciente tiene razón, y que es loco lo que pretendo hacer porque ¿qué se puede encontrar en una red diseñada para que los más penumbrosos expertos en informática intercambien datos turbios? La respuesta a esa pregunta es demasiado obvia: "problemas y de los gordos, de esos a los que por más dieta a la que se sometan jamás perderán esa veta de grasa que complicará tu vida".
Si mis cálculos no fallan, tengo más o menos cuarenta y cinco minutos para encontrar a alguien que me ayude a corregir los defectos en el programa de prueba, hacer mi tarea y subirla a la página.
Digamos que estoy librando una batalla contra mi inseguridad y contra el tiempo, pero hay algo que me motiva, y es el deseo de que la profesora Becker vea que su gran plan para reprobarnos a todos, irónicamente fracasó.
Mis calificaciones este semestre son una especie de triste historia en la que abundan las decepciones. Sobre todo en la asignatura que enseña la rusa, ¿alguna vez han estado resolviendo un examen y te distraes viendo a tu profesor pasearse de un lado a otro, logrando ponerte nerviosa y terminar olvidando parte de lo que estudiaste?
Bueno, eso es lo que a mí me sucede, mi mente es como un péndulo que no para de moverse siguiendo los pasos de Becker y eso de alguna manera me impide concentrarme en los parciales, así que ya imaginarás lo jodido que anda mi promedio.
No puedo seguir fallando, las tareas representan el veinte por ciento del promedio final y me hundiré más si no hago algo desesperado y consigo tener parte de ese porcentaje a mi favor.
