17. Un lobo herido

27 15 1
                                    


Dorian lleva tres semanas en coma

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dorian lleva tres semanas en coma.

Tarik le propinó dos inmisericordes balazos. El primero de ellos le perforó parte del tórax y el otro le rozó el corazón. Su estado es muy delicado. Los doctores no dan demasiadas esperanzas, y yo siento cómo se esfuma la poca claridad que Dorian pudo haberme otorgado al hacerme recordar parte de lo que parecía ser mi pasado. Uno en el que él y yo habíamos estado unidos. Uno en el que, aunque mi vida parecía ser complicada, al menos tenía el poder para elegir lo que más me convenía, siendo plenamente consciente de todo lo que me rodeaba. Conociendo todo sobre mí y, de paso, a dónde quería llegar.

Llevo esas tres semanas reprimiendo una tristeza lóbrega, una sensación oscura de que algo muy importante para mí está a punto de partir. No hay ni un sólo día en el que no visite a Dorian en el hospital, aunque no me dejen entrar a verlo. Sigo aún con la esperanza de que en algún momento despierte de su sueño profundo y descubra de que yo siempre he estado aquí. Al menos pensar eso me calma un poco.

Cuando Tarik le dio el primer balazo a Dorian y le hizo caer con estrépito, sus ojos azules restallaron rabiosos. Me observaba con tanta cólera que era como si yo le hubiese clavado una daga al corazón de su madre.

Se giró hacia mí y me haló con una agresiva premura, intentando arrastrarme a algún horrible lugar. Al ver mi negativa de irme con él, se puso agresivo, levantó la pistola y la apuntó hacia mí. Dorian, en su agonía, hizo un último esfuerzo y se puso en pie para forcejear y evitar que Tarik me disparara, saliendo trasquilado y recibiendo un segundo impacto.

Tarik observó la desesperación en mi rostro luego allanó el cuerpo herido de Dorian, concluyendo que tal vez debería huir porque la policía empezaría a buscarlo. Antes de irse vociferó que volveríamos a encontrarnos y le vi irse entre la neblina oscura de la noche, adentrando en mis emociones, haciendo que todo fuese volcánico.

Me agaché para analizar a un Dorian que a duras penas se mantenía consciente. Acuné su cabeza en mi regazo y dejé que las lagrimas descendieran por mis mejillas. No entendía el por qué, pero Dorian me importaba. Algo en su recuerdo me gustaba demasiado. Algo en sus ojos me imprimía paz y algo en su cuerpo me hacía necesitarlo.

El recuerdo de Tarik, en cambio, parecía estarse enterrando en un pozo sin fondo. Me di cuenta de que la atracción macabra que sentía por él parecía sembrada por alguien más. Era como si me hubiesen implantado un microchip que me controlara hasta tal punto que me hacía pensar que le quería.

La cercanía con Dorian, su mirada protectora y sus deseos de cuidarme —aún a costa de su propia vida—, había hecho que recordara una pizca de lo mucho que le quería, de lo mucho que le deseaba y de la probable infinidad de amor que sentía por él.

—No llores, que tus lágrimas me duelen más que estos disparos. Pequeña, perdóname. Sólo traté de protegerte y la cagué más. Escúchame... —Él empezó a toser con tanta desesperación que era como si se estuviese ahogando—. Te prometo que saldremos de esta mierda y que no dejaré que ningún loco te haga daño. Tú eres la razón por la que abandoné las oscuras redes en las que estaba metido, me liberaste y me hiciste entender que cada instante de la vida valdría la pena si tú estabas allí... —Dorian empezó a perder fuerzas y lo último que le escuché decir fue eso. Le di un beso tan desgarrante que eso provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas, que no paraban de descender como si de cascadas se tratase. Llamé a una ambulancia y minutos después llegaron para trasladar el cuerpo herido de Dorian a una clínica.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 07, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Red Prohibida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora