Día 5: Masturbación al activo

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Shipp: SagaxAiacos

Bueno, la verdad es que ni siquiera yo conocía este shipp, y de hecho lo conocí y comenzó a gustarme gracias a un pedido (aún pendiente) de -askhione-. (perdón por tardar tanto con tu pedido, pero me obsesioné más de la cuenta con el shipp y no quise dejarlo al ahí se va y sigo trabajando en él  :"))

Mientras tanto, aquí mi pequeño aporte a éste shipp, y una pequeña compensación por la espera.

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Llevaban algunos años siendo pareja, y unos meses de haberse mudado juntos a su primera casa.

Saga se la pasaba trabajando día y noche incansablemente, con el único propósito de poder brindarle la vida que su amado peli-morado se merecía. Sabía que provienendo de una familia adinerada, Aiacos no había pasado ningún tipo de carencia en su vida, y probablemente el dejar la mansión de sus padres para mudarse a una casa promedio, sin servidumbre ni muebles lujosos, sería difícil para él.

Aiacos sabía lo que pasaba por la mente de Saga. Sabía que el peli-violeta lo adoraba con el alma, y lo inferior que se sentía al comparar lo poco que tenía, con la fortuna de su familia.

Aiacos no podía evitar que el corazón se le estrujara al ver a la persona que amaba tan agotada a diario, con ojeras cada vez más marcadas debajo de sus ojos, y esos preciosos jades que lo enamoraban cada vez que los veía, ahora carecían de su brillo tan hermoso.

Más de una vez le dijo explícitamente a Saga que no le importaba en absoluto no tener mil sirvientes para cumplir sus deseos, ni una vivienda enorme. De hecho, mientras vivía en la mansión de sus padres, solía pasar buena parte de su tiempo libre ayudando en algunas labores como cocinar, limpiar o podar el jardín. Desde niño, su padre lo hacía limpiar y mantener en orden su habitación, jamás por un sirviente. No por ser hijo de un magnate debía ser un inútil, así fue como lo educaron sus padres.

Él también trabajaba para ayudar con los gastos, después de todo, ambos vivían bajo el mismo techo, era lo justo. Y más de una vez le dijo también a Saga que no era necesario que se dejara la vida en la oficina cubriendo horas extras. Con su sueldo base y lo que él ganaba, les era mucho más que suficiente.

Pero lo que Saga tenía de inteligente, lo tenía de terco también. Y una vez que algo se le metía en la cabeza, era imposible sacárselo.

Aiacos miraba de reojo a su novio, sentado frente a su portátil. Otra vez había llevado trabajo a casa, ya era la cuarta vez esa semana.

Esperó unos minutos, mirando la televisión, pero al ver que Saga no se iba a despegar de la computadora hasta el amanecer, decidió que ya había sido suficiente.

Dió un pesado suspiro, para después apagar la televisión, levantarse del sillón, e ir a dónde se encontraba sentado Saga.

- ¿Otra vez trajiste trabajo a casa?- Preguntó lo obvio, abrazándolo por la espalda.

- Es la última vez, lo prometo.- Respondió Saga, sabiendo lo que Aiacos diría.

- Eso dijiste hace dos meses.- Contraatacó Aiacos.- ¿Por qué insistes en lo mismo?

Aiacos sabía la respuesta. Pero era consciente de que Saga necesitaba sacar lo que sentía, y que llevaba tiempo callando.

30 Días OTP. Saint Seiya: Edición Shipp's RarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora