Capítulo 13

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Sentí un gran alivio al ver a Paul allí parado.

-No, para nada. John vino a buscar a Akemi pero ya le dije que no está así que ya se iba – Le dije sonriente a Paul.

-Oh entiendo, bueno, yo si vengo a buscarte a ti – Esbozo una pequeña sonrisa. Debo admitir que me sorprendí un poco, Paul nunca había venido a buscarme y mucho menos solo, las veces que venía lo hacía con Roseta o con George así que se me hizo muy raro. Lo mire curiosa y luego recordé que John también se encontraba ahí, lo mire con expresión dura.

-Bien, ya que no está Akemi no tengo nada que hacer aquí – Metió las manos a los bolsillos de su chaqueta y se marchó sin siquiera despedirse.

-¿Paso algo? – Pregunto Paul preocupado una vez que John se hubo ido.

-No, nada importante – Me encogí de hombros – Y bien… ¿Para qué querías verme?

-Yo… necesito hablar contigo – Musito angustiado.

-¿Hablar? ¿Sobre qué? – Pregunte haciendo obvia mi curiosidad.

-Pensaba en invitarte a tomar un café, ahí te lo contare ¿Aceptas?

-Que misterioso – Sonreí – Está bien, iré por mi chaqueta.

-Claro, aquí te espero.

Entre a mi casa y subí a mi habitación a buscar mi chaqueta, estaba a punto de salir cuando escuche el escandaloso timbre del teléfono sonar.

-¿Hola?

-Kate ¿estas es tu casa? – Era Roseta, parecía preocupada.

-Sí, ¿Por qué?

-Iré para allá ahora mismo, necesito hablar contigo – Me dijo. Bien, esto sí que era raro, que coincidencia que ambos quieran hablar conmigo el mismo día y a la misma hora, algo estaba pasando.

-No, Roseta, será mañana, en este momento estoy saliendo.

-Por favor, es muy importante, eres la única en la que puedo confiar en estos momentos – Suplico angustiada.

-Está bien – Suspire – Ven dentro de una hora.

-Gracias, eres la mejor, te quiero.

-Igual yo, adiós – Trunque la llamada y salí de mi casa.

Paul y yo llegamos al café, obviamente no le conté de la llamada de Roseta, no quería preocuparlo más de lo que ya estaba.

-Y bien, ¿De qué quería hablarme? ¿Paso algo? – Pregunte sentándome frente a él.

-Sí, es… es Roseta – Musito claramente preocupado.

-¿Roseta? ¿Qué pasa con ella? – Pregunte aun con más curiosidad.

-No sé – Suspiro -  No sé qué pasa con ella, no sé qué pasa con nosotros.

-¿Por qué dices eso?

-Últimamente las cosas entre nosotros no han ido bien, Roseta me cela de todo, ya no puedo salir tranquilo ni verme con los chicos sin que me reproche, discutimos mucho y ya estoy harto, no creo que esto de para más -  Dijo Paul muy frustrado.

-Paul, tú sabes muy bien como es Roseta, insegura y muy desconfiada, trata de entenderla, además, si se comporta así es porque de verdad le importas y de seguro tiene miedo de perderte, ¿Ya has hablado con ella sobre eso?

-No, no sabría cómo decírselo, por eso te llame a ti, tú eres su mejor amiga y la conoces más tiempo que yo.

-¿Pretendes que hable con ella? – Pregunte y el asintió – Mira, lo haría con gusto pero este es un problema que tienen que solucionarlo y superarlo los dos solos – Dije firmemente.

-Por favor Kate, necesito de tu ayuda, eres la única persona con la que puedo contar – Suplico mirándome fijamente a los ojos, hay que admitirlo, el muchacho tenía unos ojos preciosos, y con la mirada de cachorrito arrepentido que ponía era bastante difícil negarle algo.

-Está bien – Musite derrotada – Pero solo será por esta vez – advertí.

-Gracias – Dijo y una gran sonrisa se le dibujo en su rostro.

Estuvimos un rato más en el café platicando de cosas cotidianas, la pase muy bien en su compañía. Roseta era una chica muy afortunada al tener a alguien como Paul a su lado ya que además de ser ridículamente atractivo, era una persona maravillosa y la quería de verdad. Si, la envidiaba, cuanto daría yo por tener a alguien así conmigo.

Al rato Paul se fue y yo regresé a mi casa. Al llegar vi a Roseta recostada en la puerta.

-¿Dónde estabas? – Pregunto ansiosa.

-Yo… salí a caminar – Mentí, jamás me ha gustado mentirle a la gente y menos a personas que son muy importantes para mí como lo es Roseta, pero no le podía decir “Salí a verme con tu novio”, no sería correcto y peor aún con lo que estaban pasando.

-¿A caminar?... bueno no importa, entremos ¿sí?

-Claro – Abrí la puerta y entramos, nos sentamos en los muebles de mi sala.

-Bien, ¿De que querías hablarme? – Pregunte.

-No sé qué hacer, estoy desesperada, las cosas con Paul no están yendo bien, él ha cambiado mucho últimamente, ya no es el mismo – Dijo Roseta, supuestamente desesperada, pero había algo en su actitud que no me cuadraba, algo en la forma en cómo lo dijo me hizo dudar de sus palabras…

Aquel día de otoño      (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora