Capítulo 2

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El corazón empezó a latir muy rápido dentro mío mientras trataba de mantener la cordura, pero, ¿Por qué sentía todo esto? Acaso mis amigas tenían razón y realmente me había enamorado de ese chico, ¿sería posible?, sea como sea tenía que mantener la calma, tal vez solo era su amigo y lo invito a pasar la navidad aquí así como yo invite a mis amigos, si, debe ser eso. Bajamos y nos paramos frente a ellos, él al verme se sorprendió mucho, pude notarlo por la expresión en su rostro.

-Hola – saludo Roseta muy alegremente al ver que yo no emitía sonido alguno, Diana y Lety siguieron su ejemplo

-Hola chicas, les presento a John él es mi… - “mi amigo, mi amigo” repetía en mi cabeza

-¡Akemi, que bueno que estés aquí! – Interrumpió mi madre bajando las escaleras, moriría de un infarto

-Hola mamá, me da gusto verte – dijo Akemi con una sonrisa de oreja a oreja, los ojos le brillaban de un forma que jamás había visto y se le notaba completamente feliz

-Igual hija, ¿y quién es este muchacho tan apuesto? – dijo mi madre mirando a John pícaramente

-Mamá, querida hermana y amigas, les presento a John Lennon, mi novio – sus palabras se clavaron cual estacas en mi pecho, no quise creer lo que acababa de oír, el estómago se me revolvió y me dieron unas ganas tremendas de vomitar, cubrí mi boca con mis manos y sin decir palabra alguna salí corriendo hacia el baño. Ya estando allí y al haber terminado, bueno, de hacer eso, me mire al espejo, me veía… ¿triste?, no entendía absolutamente nada de lo que me pasaba, jamás en mi vida había experimentado esas raras sensaciones que ahora sentía,  ¿amor? No lo creo, tal vez solo me afecto el hecho de que ahora mi hermana no sería solo para mí, sino que ahora tendría que compartirla. Me lave la cara, respire hondo y luego de unos segundos de meditación salí del baño y me dirigí nuevamente a la sala, para esto todos se encontraba sentados en los muebles conversando amenamente, al momento de entrar todos quedaron en silencio y me miraron preocupados, incluyendo a John.

-¿Estas bien? – susurró Diana cuando me senté a su costado

-No, hablaremos luego – respondí

-Está bien

-¿Pasa algo chicas?- pregunto Lety susurrando

-Luego les cuento

-Bueno – musito ella enderezándose en su lugar.

Mi madre, Akemi y John siguieron con la charla de las típicas preguntas “¿De dónde eres? ¿Cuál es tu edad? ¿Vives con tus padres? ¿En que trabajas?”, al parecer John respondió satisfactoriamente a todas estas preguntas ya que a mi madre se le notaba muy  a gusto, mientras que yo… bueno yo, yo luchaba conmigo misma por no prestarle atención pero mis traicioneros ojos siempre se plantaban en él, hubo momentos en que él se daba cuenta y yo giraba rápidamente mi cabeza muy apenada, no lo podía evitar.

-Bueno muchachos, ya van a ser las doce, iré a ver la cena – dijo mi mamá levantándose de su asiento

-Yo te ayudo – dijo Akemi con la dulce sonrisa que la caracterizaba

-No hija, no te preocupes, quédate con John

-Estará bien ¿verdad amor? – le pregunto con mucha ternura

-Claro, ve a ayudarla

-Bueno, ¿chicas vienen? – nos preguntó mi madre

-¡Claro señora Morris! – respondió Roseta muy enérgicamente, las cuatro nos paramos y nos dirigimos a la cocina junto a mi madre y Akemi, pero antes de que entrara mi madre me detuvo.

-Kate, quédate aquí acompañando a John, nosotras nos encargaremos de la cena – me dijo mi madre indicándome que vuelva a sentarme

-No pero… yo… es que… - balbucee con mucho nerviosismo

-Gracias hija – dijo mi madre y se metió a la cocina cerrando la puerta en mi cara, respire hondo y trate de controlar mis nervios, di media vuelta y volví a sentarme en la sala tratando de no hacer contacto visual. Me senté frente a él mientras jugaba con mis dedos nerviosamente.

-Hola, ¿Kate verdad? – pregunto él, tan solo con escuchar su voz mi corazón se aceleraba de una manera inexplicable

-Sí, creí que no lo recordarías – respondí, él sonrió y bajo la cabeza por un segundo

-Creí que jamás te volvería a ver, es una enorme coincidencia que seas la hermana de Akemi, jamás me lo hubiese imaginado – dijo sonriendo.

-Sí bueno así es el destino – dije restándole importancia a sus palabras, quedamos uso segundos en silencio hasta que algo llamo su atención, él quedo mirando la guitarra que se encontraba a un lado de la escalera, se paró y fue por ella.

-¿Puedo? – pregunto sentándose nuevamente

-Claro, adelante – él comenzó a tocar, reconocí al instante los primeros acordes de la canción “Blue Moon – Elvis Presley”, quede mirándolo cautivada por su hermosa voz, en ese instante todo el mundo a mi alrededor desapareció, solo éramos él y yo, al menos eso era lo que yo sentía. La canción termino pero yo aún seguía observándolo como hipnotizada, no me había dado cuenta que él paro de cantar, reaccione en el momento en que él se aclaró la garganta, sabía muy bien que lo hizo a propósito, fue realmente muy incómodo, estaba muy apenada y no sabía que mirar ya, movía mis ojos nerviosamente de un lado a otro sin saber que hacer o decir. El sonido de la puerta rompió el abrumador silencio, me levante como un resorte del mueble y me dirigí a abrirla, como dirían “salvada por la campana”, bueno esta vez seria por la puerta, gire la perilla y la abrí, sentí un gran alivio y felicidad cuando los vi parados con dos regalos en las manos…

Aquel día de otoño      (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora