Capítulo 18

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— ¿Qué le pasa a John? —Pregunto Paul extrañado por su conducta, yo solo me encogí de hombros, no quería hablar, sentía que la voz se me quebraría en cualquier momento. Me aclare la garganta.

— Entra —Le indique abriendo la puerta. Ambos entramos y nos sentamos en los sillones de la sala —. Entonces... ¿Hablaste con Roseta? ¿Qué fue lo que te dijo? —Pregunte, ansiosa por saber.

— Sí y... decidimos darnos un tiempo —Hizo una pequeña pausa —. Me dijo que las cosas entre nosotros habían cambiado mucho, que ya no era como antes y que... se sentía insegura conmigo —Termino de decir cabizbajo.

— Ya veo, solo... ¿solo eso? —Pregunte tratando de saber si le había dicho algo de su embarazo.

— Se ira a Francia por un tiempo —Musito angustiado.

— ¿Qué? ¿Francia?

— Sí... me dijo que sería lo mejor, necesita alejarse de todos para pensar mejor las cosas, ella quiere estar completamente segura de quererme.

No lo creo, pensé, solo quiere irse para ocultar su embarazo, no debió decirle eso, si pensaba irse del país debió terminar de una vez con Paul ¿Para qué seguir dándole esperanzas? Si estaba más que claro que ella ya no volvería, que cobarde. Mire a Paul con profunda tristeza, lo veía bastante afligido y me dolía mucho no poder decirle lo que realmente pasaba, a fin de cuentas yo también era una cobarde.

— ¿Tú estás seguro de que la quieres?

— No solo la quiero, la amo más que a mí mismo y no sabes cuánto me duele dejarla ir, pero aún hay esperanzas ¿verdad? Yo sé que ella volverá y cuando lo haga, yo estaré esperándola, las esperaré el tiempo que sea necesario porque ella... ella lo es todo para mí —Pude notar que sus ojos se cristalizaron, y yo estaba que moría por dentro, no podía más con la culpa, ¡Dios! ¿Qué hago?, no podía seguir dándole esperanzas, Roseta nunca volvería, y yo lo sabía muy bien. Me acerque a él y sin decir nada lo abrace, ya teníamos algo en común, ambos sufríamos por amor, nos enamoramos de las personas incorrectas y parecía que nuestro destino era sufrir viendo como las personas que amamos eran felices con otros, que drama. Lo entendía, y muy bien, sabia como se sentía ver a la persona que quieres alejarse cada vez más sin poder hacer nada para retenerlo. Por poco y me pongo a llorar junto con él. Me separe de Paul luego de varios segundos.

— ¿Estas bien? —Pregunte  tratando de espantar el abrumador silencio que nos envolvía.

— ¿Debo responder? —Me dijo sarcástico sonriendo apenas.

— Lo siento, fue una pregunta tonta, debes estar... muy mal —Hice un mohín.

— Pues la verdad si —Suspiro.

— Deberíamos salir algún día a ahogar nuestras penas —Bromee.

— ¿Nuestras penas? ¿También tú?

— Algo así, lo mío ya no tiene solución —Di un largo suspiro.

— ¿Y crees que lo mío sí? —Pregunto. Medite un rato mi respuesta.

— Para serte sincera... no lo sé —Ambos nos quedamos en silencio, cada quien perdido en sus pensamientos, divagando sobre lo que nos esperaba.

— Gracias por escucharme —Paul rompió el silencio.

— Gracias por confiar en mí al contarme esto.

— Me diste motivos para hacerlo —Sonrió con ternura, baje la mirada algo apenada, debo decir que me intimidaba un poco, ¿y a quien no? Era muy atractivo y tenía una sonrisa muy bonita. Al poco tiempo Paul se fue y yo termine de comer mi tazón de cereal. Estuve deambulando un rato más por mi casa sin nada que hacer, escuche música un rato, leí otro rato y debatí conmigo misma un rato más. Me tire en mi cama y empecé a ver como se movían las agujas del reloj de pared, ya era mediodía, todavía me esperaban siete largas horas de soledad hasta que Akemi llegue, entonces lo recordé, había quedado en salir con Stuart. Me levante rápidamente y me aliste, media hora después él llego. Fuimos al café que solíamos frecuentar siempre que nos encontrábamos, al principio todo parecía normal, platicábamos de cosas triviales y bromeábamos como dos buenos amigos, jamás imagine que esta situación diera un giro de 360°.

— Kate, la verdad es que te invite a este lugar porque tengo algo muy importante que decirte —Su expresión cambio a una completamente seria. Lo mire confundida y con algo de miedo a lo que pueda ser —. Tú... me gustas Kate, y mucho —Abrí mis ojos como dos platos, de verdad no me lo esperaba, quise hablar pero no pude, sentía algo atorado en mi garganta que me impedía hacerlo. Vi con nerviosismo como se empezaba a acercar cada vez más a mí y yo sin poder moverme —Te quiero Kate – Susurro sobre mis labios y sin darme cuenta la poca distancia que nos separaba había desaparecido.

Fue mi primer beso, sí, y debo admitir que me gusto, pero creí que sería algo más especial, algo inolvidable, creí que sentiría esa corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, ese cosquilleo en el estómago, pero no fue así, lo sentí más bien... vacío, sin emociones, sin amor. Me separe de él con lentitud y baje la cabeza avergonzada, no debí permitir que eso pasara, no quería que Stuart confundiera las cosas y tampoco quería confundirlas yo.

— Yo... tengo que irme ya —musite sin apartar la mirada del piso.

— Esta bien ¿Quieres que te acompañe? —Pregunto él como si nada.

— No, déjalo así, me iré sola, gracias —Dije, aun sin poder mirarlo.

— Bien ¿Nos vemos mañana? —Pregunto poniéndose de pie.

— Claro, adiós —Lo mire por un instante y volví a apartar mis ojos.

— Adiós —Acaricio mi cabeza como si fuese una niña pequeña y se fue. Me quede unos minutos más allí tratando de procesar bien lo que acababa de suceder, Stuart y yo nos besamos y todo siguió como si nada hubiese pasado, de inmediato las preguntas comenzaron a inundar mi cabeza ¿Stuart me quería verdaderamente? ¿Sería lo correcto aceptar estar con él? ¿Le importaría a John? ¿Podría olvidarlo al estar con Stuart? Tal vez.

Salí de la cafetería y camine hasta llegar al parque, me senté en una de las bancas a divagar un rato en mis pensamientos, todo esto me había dejado media aturdida. De pronto sentí que alguien se sentó al lado mío, giré de inmediato, era John.

— Hola —Saludo amable con una hermosa sonrisa en los labios.

— ¿John? No pensé encontrarte aquí —Dije repentinamente nerviosa, me acomode un mechón de cabello detrás de mí oreja.

— Salí a caminar un rato ¿Y tú? Creí que estabas con Paul —Dijo algo disgustado.

— No, no, él vino porque necesitaba hablar con alguien, su relación no está pasando por un buen momento y necesitaba un consejo —Explique.

— ¿Eres buena dando consejos? —inquirió arqueando una ceja.

— Cuando se trata de una situación ajena a mí, creo que sí —Admití, con un aire de superioridad.

— Entiendo, ahora necesito uno —Esbozo una pequeña sonrisa. Lo mire curiosa —. Aunque...— Continuo—, Más que un consejo, quiero que me aclares una duda—Dijo, algo inseguro.

— Ok... ¿De qué se trata? —Pregunte curiosa y con algo de temor al mismo tiempo.

— Tú crees que... ¿Crees que es posible amar a dos personas al mismo tiempo?

Aquel día de otoño      (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora