24 de diciembre de 1964
Mi nombre es Kate Morris, tengo 20 años y vivo en Hamburgo - Alemania con mi hermana Akemi y mi madre. La relación con mi hermana siempre fue muy buena, nos contábamos de todo, no había secreto entre nosotras, éramos las mejores amigas a pesar de que ella era mi mayor por tres años. Con mi madre casi no hablábamos, ella trabajaba todo el día y llegaba muy tarde en la noche, así que la relación con ella no era muy buena que digamos. Recuerdo muy bien aquel día, yo tenía 16 años y cursaba 5° de secundaria en un colegio público de mi ciudad. Estábamos en víspera de navidad y saliendo del colegio yo y mis tres amigas, Lety, Roseta y Diana nos fuimos al centro comercial a comprar los regalos y demás cosas para la cena navideña, a ellas las conocía desde el jardín de niños, eran mis mejores amigas en el colegio, aunque ese año no estuvimos muy juntas ya que Lety empezó a salir con un muchacho llamado George que acaba de mudarse a su barrio, al igual que Roseta que conoció a Paul por medio de su hermano, cabe destacar que él era 3 años más grande que nosotras, pero como dicen, para el amor no hay edad, y a ellos se les notaba muy enamorados, en ese tiempo estuvimos algo distanciadas, pero luego hablamos y solucionamos nuestros problemas, ellas igual siguieron viéndose con los chicos solo que ahora también pasábamos tiempo solo las cuatro y a veces salíamos todos en grupo incluidos Paul y George, los seis nos hicimos buenos amigos, ese día vendrían a pasar la navidad a mi casa junto con mi familia y mis tres amigas, al terminar de comprar todo lo necesario nos dirigimos a mi casa para tener todo listo cuando llegue la noche, en el camino fuimos haciendo nuestras típicas bromas y nuestros malos chistes que solo nos daban risa a nosotras tres, realmente quería a esas chicas. Llegamos a mi casa y vi a mi madre barriendo el piso, solo le dieron descanso en su trabajo por ese día y desde que se levantó se la pasó ordenando toda mi casa, se le veía muy cansada.
-Hola mamá, llegamos - salude al entrar
-Buenas tardes señora Morris - saludaron mis amigas
-¿Qué tal chicas? ¿Cómo les fue, consiguieron todo lo necesario? - pregunto mi mamá acercándose a revisar las bolsas de compras
-Sí, tenemos todo - respondí dejando las compras en la mesa
-Bueno, me pondré a cocinar de una vez, no quiero que la cena salga tarde
-No te preocupes mamá, nosotras lo haremos, ve a descansar - le dije acariciando su espalda
-Sí señora, nosotras nos encargaremos de todo, ¿verdad chicas? - dijo Lety sonriendo amablemente
-Por supuesto, somos excelentes cocineras - respondió Roseta con mucha seguridad
-¿Están seguras? - volvió a preguntar mi madre mirándonos con algo de desconfianza
-Sí señora, usted no se preocupe, vaya a descansar - dijo Diana esbozando una cálida sonrisa
-Está bien, dejare todo en sus manos, cualquier cosa me llaman - dijo mi madre dirigiéndose a su habitación
-Claro... mamá
-¿Sí?
-¿Dónde está Akemi? No la he visto en todo el día
-Salió con su novio, de seguro no tarda en regresar
-Cierto, lo había olvidado, por cierto, ¿Cuándo lo presentara? Ya llevan un mes saliendo y hasta ahora no lo conocemos
-No lo sé, ya se lo dije a tu hermana y ella me dijo que lo traería uno de estos días, solo nos queda esperar
-Bueno, que descanses - le dije a mi madre antes de que entrara a su habitación
-Bien chicas, manos a la obra - exclame dirigiéndome a mis tres amigas, llevamos todas las compras hacia la cocina y empezamos a cocinar, hacíamos un buen equipo juntas, mientras que Lety se encargaba de las ensaladas, Roseta de los postres, Diana de las bebidas y yo me ocupaba del pavo. Después de una arduo trabajo y siendo las nueve de la noche lo único que nos faltaba hacer eran las galletitas, una navidad sin galletas no era navidad, el único problema es que se nos había olvidado comprar la harina y ya no quedaban huevos, yo me ofrecí en ir a comprarlos con la condición de que ellas acomoden la mesa, cogí dinero y salí en busca de harina y huevos, toda la gente en las calles andaba muy apurada de un lado a otro llevando grandes regalos en sus manos, llegue a la tienda y pedí todo lo que me hacía falta, me lo dieron y camine hasta la puerta de la tienda a cuestas ya que era bastante harina y mis delgados brazos a las justas soportaban su peso, además, tenía que tener mucho cuidado de no romper los huevos, apenas di el primer paso fuera de la tienda, choque con alguien y toda la harina se vino abajo, menos mal las bolsas no se rompieron, me arrodille muy apenada en el piso y empecé a recoger paquete por paquete, la persona con la que choque se arrodillo junto a mí y me ayudo con los paquetes, una vez que no quedo ninguno en el piso nos levantamos, cuando vi su rostro quede completamente fascinada, era la perfección en persona. Noté cómo todos los músculos de mi cuerpo se tensaron, simplemente no pude reaccionar. Era un muchacho de tez blanca, alto, con el cabello algo alborotado, pero lo que realmente me cautivo fue su hermosa mirada, tenía un brillo especial, único, podría decir que fue amor a primera vista, bueno, en aquella época era tan solo una adolescente, así que no tenía mis ideas muy claras y no sabía que significaba todas esas sensaciones raras que experimentaba en ese momento.
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Aquel día de otoño (The Beatles)
Romance“Tal parece que mi amor por ti crece y crece, pero tú, mi fruto prohibido, desvaneces y me ofreces tu amistad sin otra excepción”