Durante todo el camino a la universidad noté a Akemi bastante extraña, usualmente ella paraba muy contenta y siempre tenía algún tema de conversación para llenar el silencio, hoy ese no era el caso, no mencionó ni una sola palabra hasta que llegamos y tampoco noté esa emoción en sus ojos por la fiesta, quería preguntarle qué era lo que le pasaba ya que no me gustaba verla tan decaída, pero con John y Stuart con nosotras sería imposible.
Llegamos. Entramos en un gran salón muy decorado y mi hermana nos llevó hasta una mesa donde justamente habían cuatro asientos, caminamos por entre la gente y cada una se sentó con su respectiva pareja.
— Te quedo muy bonita la decoración, Akemi —Comenté contemplando el salón, se me hacía bastante incomodo verla así de callada.
— Gracias, pero no solo fui yo, todo el comité se esmeró mucho es esto —Me dijo, y me alivio mucho escuchar su voz.
— Se nota el esfuerzo, quedo realmente bien —Dijo Stuart incorporándose en la conversación, Akemi solo sonrió dejándole el paso libre al silencio. Bien, tenía que solucionar esto cuanto antes. Miré a Stuart y le hice señas para que me dejaran sola con mi hermana, parece que este lo entendió ya que de inmediato se puso de pie.
— Iré por algo de beber ¿Quieren que les traiga algo? —Preguntó.
— No, gracias —Le sonreí con impaciencia.
— Bien ¿Vienes John? —Le preguntó. Éste nos miró con desconfianza y si las miradas pudieran matar seguramente él ya no estaría vivo. Se paró y camino junto a Stuart hasta desaparecer por entre la gente.
— Ahora si ¿Me vas a decir que es lo que tienes? —Le pregunté inclinándome un poco hacia ella.
— ¿Ah? Pero que dices, no tengo nada...
— Claro que sí, te conozco muy bien y puedo asegurar que estas triste.
— ¿Y en que te basas para afirmar eso?
— Pues... has estado muy callada desde que salimos de la casa y... ya no te noto tan emocionada por la fiesta —Le dije, ella me miró seria y se quedó en silencio por algunos instantes.
— Estoy bien, no me pasa nada —Reafirmó con la misma fría expresión en su rostro.
No volví a hablar, llegué a la conclusión de que no me diría nada por más que lo intente. Me recliné en mi sitio y suspiré resignada. No pude evitar sentirme algo culpable por cómo se sentía mi hermana, tal vez ella empezaba a notar algún tipo de cambio en John o tal vez empezaba a sospechar de mí. Seguramente eso era lo más probable.
— Ten —Vi la mano de Stuart sosteniendo una soda frente a mí.
— Te dije que no quería nada —Lo miré.
— ¿Vas a despreciarme? —Se sentó y sonrió con picardía. Lo miré entrecerrando los ojos y tomé la soda.
— Gracias Stu —Sonreí. Me giré para ver a John, éste se encontraba muy cerca de mi hermana y al parecer le susurraba algo en el oído, ella instantáneamente sonrió y le respondió de la misma manera.
— ¿Lograste hablar con tu hermana? —Susurró Stuart cerca de mi oído aprovechando que Akemi y John estaban entretenidos platicando. Al parecer John era el único que podía hacerla sonreír.
— Sí, pero no me quiso decir nada —Le respondí en el mismo tono de voz.
—Será mejor que los dejemos solos, tal vez si quiera hablar con John, total él es su novio —Propuso.
— Sí —Asentí y ambos nos pusimos de pie.
— ¿A dónde van? —Preguntó mi hermana con un mejor ánimo.
— Iremos a... a explorar un poco —Le dije esbozando una pequeña sonrisa.
— Está bien, pero no tarden ya que en nos minutos daré mi discurso —Advirtió.
— Claro.
Stuart y yo nos alejamos de la mesa y nos paramos en una de las esquinas del salón. Abrí mi soda y comencé a beber de ella.
— Kate...
— ¿Si?
— Sé que no es buen momento para esto pero... ¿Reconsideraste mi propuesta? —Preguntó cómo quien no quiere la cosa. Lo miré tratando de entender a qué propuesta se refería. Claro... esa propuesta.
— Stu, ya habíamos hablado de esto —Le dije fastidiada.
— Lo sé, pero no puedo resignarme tan fácilmente, dime al menos que lo pensarás y te juro que no vuelvo a fastidiarte en lo que resta de la noche —Rogó con los ojos llenos de esperanza. Sabía que me iba a arrepentir de mi respuesta.
— Está bien, lo pensaré —Resoplé, resignada. Ya que más daba.
— Gracias —Sonrió.
— Oye ¿Crees que ya han terminado de hablar? —Le pregunté —Se me hace muy incómodo estar de pie con estos zapatos —Me quejé.
— Vamos si quieres.
— Uhm... bien, solo espero no encontrarme con alguna escena desagradable—Torcí mis labios al recordar.
Caminamos hasta llegar a la mesa donde supuestamente dejamos a John y mi hermana, me extraño el hecho de ver solo a John, quien se encontraba girando la copa de cristal sobre la marca húmeda que esta había dejado sobre la mesa.
— ¿Dónde está mi hermana? —Le pregunté.
— Se fue con una de sus amigas, va a dar su discurso en unos minutos —Me respondió.
— Oh, entiendo —Sonreí entusiasmada y me senté junto a Stuart, muy pero muy cerca de él, mientras miraba con el rabillo del ojo a John. De verdad me fascinaba cuando de pronto su expresión cambiaba a una de total enfado. Yo quería creer que se ponía celoso. De pronto la música dejo de retumbar en nuestros oídos y una luz se encendió iluminando el estrado. Apareció el que supongo seria el director y comenzó a hablar.
— Ahora, démosle la bienvenida a la presidenta del comité, la muchacha que hizo esto posible, Akemi Morris —Dijo luego de dar un pequeño discurso. Todos aplaudieron.
— Gracias director Smith —Apareció mi hermana en escena —Para todos nosotros ésta es la culminación de una etapa importante en nuestras vidas: una carrera que cada uno empezó; sin embargo, es solo el comienzo de un futuro que nos espera ansioso. .. —Comenzó a hablar ella, no pude prestar atención a lo que dijo después de esto ya que sentí mis oídos tapados, todo se tornó de un color amarillento y la vista se me comenzó a nublar. Me puse de pie haciendo un gran esfuerzo por mantenerme estable.
— Kate ¿Estas bien? —Preguntó Stuart.
— Si solo... saldré a tomar un poco de aire fresco —Le respondí y salí de allí lo más rápido que pude. Caminé por los pasillos hasta llegar al baño, una vez allí me refresqué la cara, y esperé a que el malestar me pasara. Supongo que fue porque me negué a probar un solo bocado de comida en todo el día.
Luego de unos minutos ya me sentía mejor, salí del baño y lo que vi me sorprendió a sobremanera. Su tierna y serena mirada estaba fija en mí, y yo, sin poder evitarlo, me perdí por unos instantes en aquellos ojos cafés. Reaccioné, y obligué a mis ojos a apartarse, parpadeé un par de veces, nerviosa y sin saber que hacer o decir. Tomé una bocanada de aire muy disimuladamente y volví a mirarlo, esta vez con expresión fría.
—No deberías estar aquí —Le dije, tratando de ignorar los molestos latidos de mi corazón.
— Vine a ver como estabas —Dijo, y pude percibir cierto temblor en su voz.
— Estoy bien, gracias —Dije indiferente y me dispuse a seguir mi camino, pero entonces algo me detuvo, el solo sentir su mano sobre mi brazo hizo que toda la piel se me erizara. Quise irme, pero sentí su agarre con más fuerza, y no sé cómo le hizo pero en un abrir y cerrar de ojos me encontraba acorralada entre la pared y su cuerpo.
— ¿Por qué lo haces? —Me preguntó peligrosamente cerca de mi rostro.
— ¿Ha... hacer qué? —Balbucee nerviosa y con la voz entrecortada.
— No finjas no saberlo —Me dijo y su fresco aliento acaricio mis mejillas, me estremecí completa.
— No se dé que hablas, ya déjame —Le dije y traté de deshacerme de su agarre, no pude ya que en una milésima de segundo sentí sus labios sobre los míos, algo se encendió dentro de mí y de pronto la respiración se me acelero de una manera inexplicable, mi corazón se regocijaba de felicidad y sentía que ya no cabía en mi pecho. Todo el mundo se desvaneció a nuestro alrededor y cualquier pensamiento lógico y rastro de cordura que me quedaba desapareció. El me besaba con mucha ternura, acariciaba mis labios delicadamente y yo lo disfrutaba, pero poco a poco nuestras bocas comenzaban a moverse con más velocidad, ya no eran suficientes la ternura y delicadeza, mis labios pedían más así como mi cuerpo entero. Rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje más hacia mí, tenía la extraña necesidad de sentirlo cerca, de sentir su corazón latir junto al mío...
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Aquel día de otoño (The Beatles)
Romantik“Tal parece que mi amor por ti crece y crece, pero tú, mi fruto prohibido, desvaneces y me ofreces tu amistad sin otra excepción”