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—Hola Yoori pequeña, estás preciosa.— dijo la mamá de Jungkook al verla, habían acordado con los padres de la niña tener un día agradable las dos familias amigas en la casa de los Jeon.
Pero a Yoori mucho no le gustaba venir a este lugar porque se aburría, no tenía con quién jugar mientras, y Jungkook era un niño bastante callado y distante con ella. Pero no podía refunfuñar mucho a sus padres porque estos no la dejarían sola.
—Gracias señora Jeon.— sonrió amable, la mujer moría de ternura cuando se encontraba a Yoori, era una cachorra demasiado buena.
—¡Jeon Jungkook! — gritó una vez más.— Vamos hija, él vendrá enseguida.
Pero siempre era lo mismo, el niño llegaba silenciosamente, saludaba con una reverencia rápida y estaba callado en todo momento hasta que subía a su habitación sin mirar más atrás, ni siquiera miraba a Yoori, solamente cuando tenía una oportunidad y ella ni nadie lo estuviera viendo.
Jungkook pensaba que era mejor evitarla.
—Yoori ¿crees que algún día encuentre a mi lobo?— la miré juntando mis cejas.
—Por supuesto, pero por qué tanto apuro con ello. Eres joven, disfruta aún, ya no pienses en eso. ¿De acuerdo?— solamente asintió con la cabeza para seguir atando las bolsas del negocio de su padre, adoptivo.
El hombre vendía en bolsas pequeñas condimentos de todo tipo el cuál en toda la manada era muy vendido, la familia ganaba bien con ello. Quedé con Taehyung al terminar de ayudar aquí así que eso hice, me despedí de ambos en la tienda y me fui al punto de encuentro que tenía con el alfa.
Últimamente estaba entrenando mucho y no nos juntábamos a conversar, siempre lo veía de lejos entrenando lo que les daba papá, también veía a Jungkook, simplemente me topaba con él porque estaba reunido con todos ahí, no por otra cosa. En muchas ocasiones no me vió, en otras simplemente me saludó de lejos.
Ese día que volví de su casa con la hoja para mi padre fue raro, él era el raro. Evidentemente ya no había ningún rastro de aquel niño que se molestaba con mi solo respirar, era amable conmigo pero me asustaba que de repente quisiera saber toda mi vida desde que se fue, no iba a contarle porque no había mucho para decir, simplemente viví y respiré todos esos años.
Nada más.
Vi a Taehyung en la plaza sentado en un banco de allí, me acerqué sonriente y para cuando él me vió hizo lo mismo, llegué y de un salto me puse a su lado.—¡Hola!
—Hola Yoori, olvidaba lo chillona que eras.— siempre bromeaba con eso para molestarme, igualmente le propine un golpe en su brazo pero seguramente para él fue una caricia.
—¿Que tal los entrenamientos?
—Bien, tu padre se puso exigente. Y me siento algo presionado ahora.—se masajeaba los músculos del brazo.
