Buena Suerte

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La alarma la despertó de un sueño particularmente bueno. Enfadada se apresuró a desactivarla y se recostó sobre las almohadas intentando retomar el hilo de su sueño. Tenía que ver con Anna atada con cuerdas, amordazada y vestida con una sexy lencería lista para complacerla.

Luego de unos minutos intentando reconciliar el sueño aceptó a regañadientes su fracaso y se levantó malhumorada de la cama para dirigirse al cuarto de baño a hacer la necesaria junta diaria con el inodoro. Cuando hubo terminado se puso en pie y al salir se miró al espejo. Unos ojos profundamente azules le devolvieron la mirada. Tenía el cabello rubio y sin peinar revuelto y enmarañado. Unas ligeras pecas surcaban su blanca piel y bajo sus ojos se adivinaba la sombra de unas tenues ojeras. Dio un largo bostezo y se dirigió a paso lento hacia la pequeña cocina para prepararse unos sencillos huevos antes de cepillarse los dientes, vestirse a toda prisa y salir volando al ministerio público enfurruñada con la espesa noche que lejos de ser fresca, impregnaba el ambiente de un bochornoso calor que se ceñía sobre la calle como una asquerosa manta produciendo un calor asfixiante y enfadada con el siempre puntual e interminable tráfico que convertía el manejar en una experiencia aburrida, pesada y desagradable a partes iguales.

Cuando despertó, el sol ya bañaba con su resplandor trigueño los tejados de las casas y los edificios que perfilaban su negruzca figura contra el azul precioso del cielo, un azul impropio de una ciudad tan grande y cosmopolita como esa que habitualmente mostraba a sus ajetreados habitantes un cielo cenizo surcado de nubes enormes teñidas por el humo de los coches. La inusual belleza de la mañana hacía juego con su buen humor que a su vez se debía al descanso, tan poco habitual en ella, y el sueño tan estimulante del que había despertado con cierta reticencia. Tenía algo que ver con Elsa, lencería de encaje y un látigo.

Sonrió para sus adentros y se apresuró al baño para la obligatoria visita mañanera luego de lo cual se dio una larga ducha con agua tibia. Cuando entró a la habitación aun mojada y con la toalla cubriendo su cuerpo el espejo le devolvió la mirada. Unos enormes y juguetones ojos azules, la nariz pequeña y respingada, el rostro surcado en toda su extensión por intensas pecas encarnadas y sus prominentes mejillas redondas abrazando una jovial sonrisa. El cabello, de un intenso castaño rojizo que caía mojado sobre sus hombros a cada lado de la cara enmarcaba a esta en una perfecta postal de cómo debería todo el mundo recibir un nuevo día.

Tomó un sencillo desayuno (huevos fritos y café) y se puso en marcha al Ministerio público mientras silbaba una alegre melodía acompañada por el traqueteo del motor y el roce de los neumáticos contra el carcomido asfalto.



— Ahora le pregunto a usted Anna ¿es el deseo del señor Lucio presentar una narrativa y responder algunas preguntas?

—Sí señor juez — dijo Anna

— ¿Narrativa y preguntas o solo narrativa?

— Ambas señor juez

— Muy bien, ahora me dirijo a usted señor Lucio — el juez miró al chico con una mirada de cansancio y habló con voz impostada y monótona — subirá usted a realizar la narrativa de los hechos, luego de la cual la defensa y el agente del ministerio público le harán una serie de preguntas que usted deberá responder con veracidad ¿Entiende usted esto?

— Sí señor — contestó el joven lacónicamente

— Bien — le hizo una seña al agente uniformado apostado en el rincón quien se dirigió hacia el joven y lo condujo a una sobria silla a un costado de la sala ubicada frente a un micrófono

Una vez se hubo sentado el juez volvió a clavar en él sus ojos cansados

— Le comento señor Lucio que usted está bajo juramento por lo cual le pido que se conduzca con la veracidad y refiera los hechos tal y como pasaron. También le comento que está en plena posesión de su derecho para hablar por lo cual tiene la libertad de decir o relatar únicamente los hechos que le sean beneficiosos ¿Entiende usted esto?

Elsanna OneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora