Canción de cuna

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Un sobresalto la sacó súbitamente de el plácido sueño en el que estaba. Aunque no podía recordarlo sabía que había sido lindo. Era un sueño realmente bueno, uno muy bonito.

Miró a su alrededor con dificultad mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad.

No acostumbraba levantarse a esas horas pues tenía un sueño pesado como el plomo y casi nunca tenía pesadillas. Por lo demás solía dormir hasta muy entrada la mañana.

El paisaje que la oscura habitación le ofrecía se le antojo extraño, surreal. Había estado en la misma habitación cientos de veces aun durante la noche sin otra fuente de luz que la de la Luna plateada que se colaba por las espesas cortinas. Sin embargo, esa vez le pareció estar sumida en un mundo diferente, como si hubiera salido de un sueño para despertarse en otro.

Las cortinas con dosel se hallaban cerradas casi completamente por lo que muy poca luz conseguía filtrare a la alcoba. Pudo distinguir el amplio colchón de la cama sobre la que se encontraba, a su izquierda el gran ventanal que ofrecía una vista sin igual de la plaza principal que ahora se encontraba oculta tras las gruesas cortinas. Dirigió la vista hacia la derecha en donde la amplia cómoda con espejo ocupaba su espacio habitual junto a la cama, más allá una enorme sombra de dos metros de alto y al menos unos tres de largo se recortaba contra la pared. Era el ropero, repleto de vestidos y abrigos.

Recorrió con la mirada la enorme habitación de la cual, en aquella oscuridad aterciopelada, era imposible distinguir los bordes o el final de un muro y el inicio del otro.

Finalmente sus ojos se posaron sobre la enorme cama frente a ella. Era apenas un cuadrado opaco que se adivinaba en las sombras. Elsa dormía plácidamente, al parecer Anna era la única que no podía dormir esa noche.

Contempló largos segundos a su hermana mientras dormía (o lo que creía que era su hermana pues solo era capaz de distinguir vagas formas en la penumbra) tras lo cual suspiró profundamente y se recostó de nuevo con la vista fija en el sobrio techo grisáceo de la habitación.

Se revolvió en la cama durante unos minutos sin poder dormir, cambiando de postura constantemente y dando vueltas alrededor del lecho sin que esto mejorase su situación. Finalmente se dio por vencida y se levantó de la cama. Se aproximó a la puerta y procurando no hacer ruido, salió al largo pasillo.

El pasillo, como el resto del castillo se encontraba desierto y prácticamente a oscuras, las sombras eran interrumpidas cada pocos metros por una solitaria antorcha apostada sobre la pared o por la luz lunar que se introducía fantasmalmente por las ventanas sin cortinas.

Caminó un rato, intentando despejarse y gastar energías para conciliar mejor el sueño, sin embargo la tarea había resultado poco provechosa pues con cada paso le parecía que estaba más despierta que antes.

Entonces se topó con una pared que le cortaba el paso perpendicularmente sobre la cual una enorme pintura de aspecto anodino adornaba la encrucijada.

Sin darse cuenta había caminado hasta el ala sur del castillo en donde se encontraban las habitaciones de sus padres que llevaban años desocupadas. Miró a ambos lados del desierto pasaje tras lo cual dirigió su vista a la pintura frente a ella.

Recordaba muy bien esa pintura, el día que la habían hecho y en celebración de tan singular acontecimiento.

La pintura mostraba un larga y ancha mesa vacía en cuya punta una pequeña niña de cabellos rojizos se esforzaba por alcanzar el borde con una mirada que reflejaba un evidente aburrimiento.

Anna rió por lo bajo.

Había sido durante uno de sus cumpleaños, antes del incidente.

Aunque la pintura había sido comenzada semanas antes como regalo de cumpleaños, no había podido ser terminada a tiempo y la cara de Anna reflejaba su estado de ánimo tras casi un mes de posar con una sonrisa en el rostro y sentada sobre una pila de cojines para llegar al borde. Al final el rey había decidido que el pintor real volviera a retratar el rostro de Anna exhibiendo esa expresión hosca como un recordatorio de que las cosas no siempre salen como lo planeas.

Elsanna OneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora