La vajilla había dejado de volar. Me levanté lentamente, cada vez más tranquila. Caminé por la cocina la cual estaba llena de cristales y había vasos y platos levitando. Cogí todos estos y los metí de nuevo en su armario. Luego recogí todos los cristales del suelo. Fui hasta la entrada y le puse la correa a Scooby y me calcé las botas. Cogí mi skate y, ya en la calle, dejé que Scooby tirase de mi por la carretera hasta llegar a la casa de Jace.
Cogí mi skate y me lo puse debajo del hombro. Piqué a la puerta y esperé. A los dos minutos me abrió un chico con el pelo negro revuelto y los ojos oscuros y cálidos. Llevaba puesto un pantalón de pijama, pero no camiseta. Se la podían notar cada uno de sus músculos. Músculos de surfero. Su nombre brotó de mis labios.
-Jace -mi voz era tan solo un suspiro.
-Lara, ¿qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? ¿Ha sido Harry?
Frunció el ceño, preocupado. Su cara cada vez tenía esa mueca más marcada. Me empecé a reír de la cara que ponía y su cara mostraba cada vez más preocupación. Estaría pensando que estoy loca.
-No hagas tantas preguntas, tonto.
Jace hizo una mueca, que estaba a medio camino de una sonrisa. Le había asustado. Scooby pasó entre sus piernas y entró en la casa. Subí las escaleras hasta llegar a la puerta y,en un descuido, Jace me agarro firmemente. Agarrándome por la cintura. Pasé mis brazos por su cuello y le miré a los ojos. Había un mundo dentro de ellos. Bajé los ojos hasta su boca para contemplar unos labios rosas y carnosos. Esperando a un beso.
Me puse de puntillas, sobre mis botas rotas. Jace se agachó y posó sus labios sobre los míos. Sus manos, apoyadas en mi cintura, bajaron un poco. Y yo me subí un poco más. Bajé mis manos por su espalda. Desde su nuca, pasando por sus omóplatos. Recorriendo toda su espalda y tocando cada músculo hasta que volví a subirlas a su nuca. Me separé, cortando el beso y apoyando mi frente contra la suya. Le dediqué una sonrisa torcida a la que él me respondió con una corta risa.
Salté y me subí a él, rodeándolo con las piernas como un koala. Me agarré a su espalda y comencé a besarle.
-Espera -me dijo- habías venido a algo, ¿verdad?
Sí. Había venido a algo. Pero esto era más importante. ¿O no?
-Tenemos que hablar.
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-Así que... ¿El libro se abrió solo?
Estábamos los dos sentados en el sofá. El sentado y yo echado apoyando las piernas encima de él. Le había contado lo que había pasado en la trastienda. Y él me había mirado con una cara que siempre parecía indicar: "Estás loca". Pero yo seguí contándoselo ignorando sus miradas.
-Sí. Estoy asustada. Porque eso no es todo. Más tarde, en mi casa, me había enfadado mucho, y...
-¿Y qué? Lara, sabes que puedes contármelo.
-Los platos y vasos salieron volando.
Me miro estupefacto.
-Pero lo peor es que no pararon de volar hasta que me relaje. Hasta que las pulsaciones de mi corazón volvieron a ser normales.
Jace se movió un poco en su sitio.
-¿Crees que es esa la razón?
-¿Cuál iba a ser sino? El libro está en la tienda. Y el espectáculo comenzó cuando mi humor cambió drásticamente.
-¿Podemos ir a por ese libro?
-¿Qué? ¿Colarse en una tienda por la noche para coger un libro extraño? Además, la tienda no es mía. No puedo entrar cuando me dé la gana.
-Será extraño, pero probablemente ahí se explique por qué pasa todo esto. Y tú misma me dijiste que la dueña se estaba planteando darte la tienda.
Demonios. Se lo habría dicho cuando estaba borracha.
Nota mental: ¡No bebas!
-Así que... Seguramente tendrás unas llaves.
-Si, Jace, tengo unas llaves. Pero lo que vamos a hacer, quiero que sepas, que es allanamiento de morada.
-No es una morada. Es una tienda. No te pongas melodramática.
Jace se levantó del sofá, posando con cuidado mis piernas, y me ofreció la mano. Dude. Al final la acepté, cogí a Scooby, no le iba a dejar solo para que destrozase la casa, y salimos por la puerta.
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Giré la llave en la cerradura y la campanilla sonó. Mierda. La cerré con cuidado y me dirigí a la trastienda, sorteando todas las estanterías que se abrían a mi paso. Cuando entramos en la trastienda me dirigía la estantería y encontré el libro. Esta vez no había ninguna fuera sobrenatural empujándome a él. Menos mal. Lo abrí y en hueco había.... No había nada.
Estaba vacío.
El libro había desaparecido.
Mierda.
-¿Qué pasa Lara? -se acercó a mí y al ver que el hueco estaba vacío me preguntó- ¿Y el libro?
-¡Si lo supiera no tendría esta cara de susto! Lo han robado.
Una voz sonó detrás de nosotros.
-¿Buscabais esto?
...............
-¿Te ha gustado la película?
Will me rodeaba la cintura con su brazo protector. Acababamos de ver una película buenísima, en la que la protagonista era fuerte y salvaba a los suyos y al final acababa con el guapo de la peli. Que suerte. Por un momento deseé ser ella, pero luego rectifiqué. Ya tenía a Will.
Llevabamos dos meses saliendo e íbamos muy en serio. Quedábamos casi todos los días y casi nunca discutíamos.
-No. Me ha encantado, pero me gustas más tú.
Y era verdad. Will era divertido, fuerte, listo y el líder del equipo. Había aceptado quedar con él un día y ahora éramos inseparables.
Pero el recuerdo se esfumó.
Como yo.
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Capítulo 14. ¿Quién será la voz misteriosa? ¿Qué le estará pasando a Lara?
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Cuando el pasado sí importa
Teen Fiction¿Qué pensarías si un día llegas a clase y descubres que el chico nuevo ha muerto contigo? Lara parecía que llevaba una vida normal "en la zona del puente" hasta que conoce a un chico con unos ojos pragmáticos: Jace. Su mundo se viene abajo con la ap...