-Creo que tendríamos que empezar ya a ojear el libro -aconsejé
-¿No has empezado?
Solté un suspiro.
-No me he atrevido.
Jace asintió con la cabeza, dándome a entender que me entendía. Estiró el brazo y atrapó el libro de la mesa, sin quitarme de encima de su regazo. Abrió el libro por la primera página. Tenía una pequeña dedicatoria:
"Para Sarah,
Will"Pasó la hoja. Estaba escrita en idioma antiguo, así que algunas frases tenía que leerlas unas cuantas veces. Jace siguió pasando las hojas y tras haber leído unas 50 esta fue la conclusión de Jace:
-Así que la magia existe. Los brujos existen desde hace mucho tiempo y la magia se puede heredar o obtenerla en tu nacimiento. En el caso de heredarla tus padres tienen que ser brujos y en caso de obtenerla en el nacimiento, tienes que haber nacido bajo la luna llena en lo que aquí llama "la fuente sagrada". Los brujos nacidos bajo la luna y con además ancestros brujos tienen más poder, los más comunes son: telepatía y controlar las cosas con las emociones.
Después de oír esto me quedé helada. Ya lo había leído del libro, pero oírlo de su boca era distinto. Los dos estábamos pensando lo mismo. Yo era distinta. Era distinta de todos los demás. Yo era... Yo era...
Yo era bruja.
Pero aquello no podía ser.
-Pero, mis padres no eran brujos. Me habría dado cuenta.
-Te lo han podido esconder. O podrías haber nacido bajo la luna. Es esa fuente que dicen.
-Ya, pero... Para poder, para poder... Controlar las cosas con mi mente se tienen que dar las dos razones.
Me levanté de su regazo y empecé a dar vueltas por la cocina, pensando. Jace me observaba preocupado. ¡Mis padres eran brujos! Aunque, tal vez, seamos demasiado inocentes y estemos creyendo a un libro erróneo. De repente me paré y levanté la mirada. Mis ojos se encontraron con los suyos.
-Escucha, Lara. No sé lo que está pasando aquí, pero te aseguro que lo averiguaré.
Jace estará pensando que soy rara. Porque eso es lo que soy.
Rara.
Todo este tiempo he pensado que había sido la guay. Pero era mentira. Era todo mentira. Era rara. Era bruja. Y mis padres también. Y nunca me habían dicho nada. Tal vez por eso era popular. Tal vez siempre he estado haciendo magia inconscientemente. Tal vez...
Pero no me da tiempo a seguir pensando en ello,cuando cojo mi mochila y salgo corriendo de la casa. Oigo como Jace me llama desde lejos, pero sigo corriendo. No se adonde me dirijo hasta que llego a mi casa. Entro, dejo mi mochila y cojo una cerveza de la nevera. Me la bebo en un par de tragos y pasó a la siguiente. Cuando me doy cuenta ya he bebido tres y el alcohol empieza a hacerme efecto.
-Hola, nena -oigo unos pasos detrás mío.
Me giro para poder contemplar unos pragmáticos ojos azules y una cabellera negra algo larga. ¿Jace? Ha venido... A por mí. Parezco una niña pequeña a la que acaban de dar un caramelo.
-Hola -por desgracia la cerveza me afecta más de lo que pensaba y suelto un hipido detrás. Me siento...libre.
Pone una cara de suficiencia y se acerca a mí. Me pone las manos sobre las caderas y me acerca a sí. Nuestros labios se rozan y al instante, nuestras lenguas se mueven al unísono. Me coge por debajo de los muslos y tira hacia arriba. Pego un pequeño salto y enredo las piernas en su cintura. El beso se convierte en un beso apasionado, como si hiciese mucho que no nos besábamos, cuando lo habíamos hecho hacía un par de horas. Tal vez había bebido demasiado. Me aparto un poco.
-¿Qué pasa, nena?
Espera. ¿Cómo que nena? Estaré borracha, pero gilipollas todavía no soy. Me aparto un poco más y comienzo a desenredar las piernas de su torso.
-Tú no eres...
-¿Jace? No, nena. No soy el gilipollas de tu novio.
-¿Harry?
-¿Quién sino?
Oh, mierda. Ya la había cagado. Tenía que dejar de beber. Ya.
-Veo que has empezado a leer el libro? -se acerca un poco a mí.
-¿Cómo lo sabes?
-Has bebido y... Bueno. Mira a tu alrededor.
Y así lo hago. Me giro para contemplar mi cocina rociada de café por todas partes. Maldita magia. Intento esconder mi cara asustada, pero creo que no lo hago muy bien porque Harry me mira con una sonrisa de suficiencia.
-Tranquila nena. Yo te puedo ayudar a relajarte -pasa su dedo por mi mejilla.
-Cerdo. Vete. ¡Ahora!
-Esta bien. Me voy -pone las manos en alto- Si me necesitas, solo di mi nombre.
Se va y yo ahogo un suspiro.
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Cuando el pasado sí importa
Jugendliteratur¿Qué pensarías si un día llegas a clase y descubres que el chico nuevo ha muerto contigo? Lara parecía que llevaba una vida normal "en la zona del puente" hasta que conoce a un chico con unos ojos pragmáticos: Jace. Su mundo se viene abajo con la ap...