Capítulo 22

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Sabía que a Jace no le importaba si era bruja o no, me lo había dicho un millón de veces. Pero, aún así, me asustaba la idea de serlo. Durante esta semana había aprendido a controlar mis poderes, o al menos eso pensaba. Hacía menos de una semana desde que había descubierto lo que significaba mi marca de nacimiento. Había estado practicando estos últimos días como controlar mis emociones. Era complicado, pero no quería que volviese a haber ningún otro incidente. Nunca había imaginado que pudiese ser bruja, o que mis padres lo fuesen. Muchos niños pequeños lo hacen, yo me centraba más en las sirenas.

Pero era cierto. Era bruja. Tenía la marca, y al parecer, era poderosa. A veces tenía miedo de hacerle daño a Jace. Él me aseguraba que no lo haría pero, no me podía quitar eso de la cabeza. Como tampoco me podía quitar de la cabeza a Harry, el hermano gemelo de Jace. No lo había vuelto a ver y eso era un alivio. No sé exactamente lo que quería de Jace, o de mí, pero no me apasionaba la idea de estar con él en la misma habitación. Y eso que solo le había visto dos veces. Esto me lleva a: ¿por qué Jace se mostró tan extrañado cuando le vio? ¿Es que no sabía que estaba aquí? Pero eso era imposible. Todo el mundo que moría pasaba por aquí alguna vez. Tal vez pensaba que había cruzado. Y eso me lleva a: ¿por qué él no ha cruzado? ¿Por qué sigue aquí? Aunque eso también me lo podría aplicar a mí misma.

Algún día se lo tendría que preguntar, pero me daba miedo lo que me pudiese responder. Normalmente, Jace era predecible. Claro, que tampoco lo conocía de toda la vida. Pero para salir de dudas lo mejor era preguntar. Me apunte mentalmente que tendría que empezar a lanzar indirectas para que me lo contase. Tampoco se lo quería preguntar directamente. No me podría quitar a Harry de la cabeza hasta que supiese su historia.

-¿Jace? -pregunté

-¿Sí?

Estaba leyendo El Libro Dorado, concentrado en su lectura. El pelo le caía en mechones sobre la cara. Estaba muy guapo.

-Tenemos que hablar.

Al decirle esto levantó la cabeza y me miró preocupado.

-Siempre que alguien dice eso significa que quiere romper.

-Esta vez no. -dije riéndome- Tenemos que hablar de Harry.

Se incorporó, estaba tenso y notaba que me ocultaba algo.

-¿Qué quieres saber?

-Todo.

Asintió con la cabeza. Sabía que este momento iba a llegar. Por fin me iba a contar lo que pasaba con su hermano.

-Él murió poco antes que yo. El día que yo morí, bueno, que morimos, hubo una confusión. Nos parecemos, ¿sabes? -nos reímos- Él era el malo y el que se suponía que no podía ir al cielo. Entiéndeme, había hecho cosas muy malas. Cosas que no te podrías imaginar. No se merecía el cielo.

Decir eso de tu hermano debía de ser muy duro. Yo me llevaba mal con mi hermana. Pero nunca podría decir eso de ella. Tenía curiosidad en las "cosas malas" que había hecho Harry, pero me daba miedo preguntar.

-Como decía, nos confundieron. Él fue al cielo y yo a... Bueno, digamos que al infierno, ¿no? -suspiró

-¿Y cómo es que ahora estás aquí?

-La gente que estaba allí conmigo no me consideraba muy...muy... ¿Se podría decir perverso? Así que estuve durante un año, más o menos, convenciendo al "Jefe" de ese lugar para salir. Me llevó lo suyo, pero ahora, aquí estoy.

La verdad es que Jace no tenía cara de perverso, con sus profundos ojos y su cabello rizado. Y, aunque Harry era su gemelo, se notaba que no era bueno. Tal vez era la energía que desprendía.

-¿Y por qué no cruzaste?

-Tenía miedo. Miedo de que en realidad no se hubiesen confundido. Miedo a no encajar. A confundirme. Cuando por fin me di cuenta de que me merecía cruzar y de que todo había sido una confusión, ya había sido tarde. Un día llegué, y ya no estaba el puente.

Asentí con la cabeza. Sabía muy bien a lo que se refería. Además, él había sido sincero conmigo. Por hoy ya bastaba de preguntas.

-Eres muy curiosa.

-Lo sé.

...........................

Era lunes. Otra semana más. Estaba sentada en el suelo, enfrente del espejo de mi armario, contemplándome. Llevaba unos pantalones cortos, una camiseta de Nirvana y mis Converse negros. Estaba despeinada, pero me daba igual. Tenía la cabeza entre las manos y los codos apoyados en las rodillas. Intentaba concentrarme para poder alcanzar una chaqueta del armario con la mente. Jace estaba tirado en la cama, contemplando el reloj.

-Venga, Lara. Llegaremos tarde.

Estaba en medio de uno de los ejercicios matutinos de Jace. Seguí concentrándome en la chaqueta. Había leído que solamente tenía que visualizarla en mi mente e imaginar como volaba a mis manos. Y eso estaba haciendo. Pero no lo conseguía.

"Chaqueta, chaqueta,chaqueta,chaqueta..."

Eso era lo único que pensaba mi mente en aquel momento.

Jace se levantó y probó a acercarme un poco más la chaqueta. Bajé la mirada y seguí pensando en la chaqueta. Sentí una pequeña brisa y un escalofrío que me recorría el tiempo. La cabeza me dolía. Iba a acabar explotándome. Levanté la cabeza para ver como la chaqueta ahora estaba enfrente mío. ¡Lo había hecho! Había movido la chaqueta, por fin. Era una sensación extraña. Poder mover cosas con la mente era un avance en mi magia. Podía ser una ventaja o algo bastante peligroso. Jace se sentó a mi lado y me sujetó la cara con las manos mientras me besaba.

-Muy bien, Lara -sonreí- Ahora vamos a clase.

Solté una carcajada mientras él se levantaba y me ofrecía la mano.

Cuando el pasado sí importaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora