Estaba tumbada boca abajo, con su brazo por encima mío. Volví a dormirme.
Me desperté, esta vez sin Jace a mi lado. Tal vez había sido el vacío la causa de mi despertar. Me empecé a asustar. Me senté al borde de la cama y me enderecé. A lo mejor yo tenía razón y me consideraba una rara por ser bruja. Aunque, para ser sinceros, yo también lo habría hecho.Todas mis dudas se disiparon cuando oí un golpe en la cocina seguido de un: "Mierda, joder". No pude evitar reírme. Pero ¿qué estaría haciendo a estas horas de la mañana? Me levanté y abrí la puerta. Sentía el suelo frío bajo mis pies, no me había puesto zapatillas. Bajé las escaleras silenciosamente para que Jace no me oyera y poder darle un susto. Pero cuando llegue a la cocina no había nadie. Me habría equivocado. De repente, oí un: "Buuu" detrás mío y alguien me cogió por la cintura, echándome en su hombro. No me haré la valiente y os diré la verdad. Grité fuerte, muy fuerte. Jace empezó a reírse mientras me tiraba encima del sofá.
-Podrías gritar un poco menos la próxima vez. Casi me deja sin tímpanos.
Seguía riéndose.
-Ese era mi plan. ¿Cómo sabías que iba a bajar en ese instante?
-Te oí reírte.
Nota mental: Reírse más bajo.
-¿Y por qué empezaste ha maldecir ya a estas horas de la mañana?
-Se me había caído la sartén.
-¿La sartén?
Estaba cabizbajo.
-Quería hacer el desayuno, pero... Los huevos queman, ¿sabes?
Solté una carcajada. Estaba claro que el desayuno lo tendría que hacer yo si no quería comer huevos quemados. Abrí la nevera y saqué la caja delos huevos. Quedaban solo tres. Sí que se le daba mal hacer huevos. Saqué también la leche de vaca y la de soja, el pan y mantequilla. En un cuenco batí los tres huevos que quedaban y les eché leche. Los puse en la sartén y comencé a untar la mantequilla en el pan. Jace me miraba sentado en la barra de la cocina. Cuando los huevos estaban listos los puse en un plato y puse el pan el la sartén. Hice dos cafés, y cuando hube acabado el pan ya estaba listo.
Le entregué un plato a Jace lleno de huevos y pan y otro más pequeño me lo quedé yo. Cogí mi café entre mis manos para calentarlas. El día había empezado bien, se podría decir que genial si no me hubiese casi dado un infarto matutino. Esperaba con todas mis fuerzas que no se estropease.
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Hacía sol y tenía agarrada la mano de Jace. Con la otra mano sujetaba la correa de Scooby. Esa mañana quería impresionar a Jace y me había puesto un vestido estilo hippie y unas sandalias romanas altas. Me había maquillado y cuando había salido del baño ya peinada con una trenza desecha a un lado y con el conjunto que había elegido, lo único que pudo decir fue un:
-Wow.
Me reí y salimos a pasear con Scooby. Y ahora estábamos en un parque no muy lejos de mi casa. Había soltado a Scooby para que pudiese correr con libertad y llevaba balanceando su correa en mi mano. El parque era impresionante. Había venido unas cuantas veces, pero aún así todavía me impresionaba su belleza. Ya hacía calor y las flores habían florecido. Había muchos árboles, llenos de flores, que proporcionaban un cobijo del sol fantástico. A esto le llamaba yo "el cielo". Scooby seguía jugando y Jace y yo nos habíamos cobijado bajo un árbol. Él estaba apoyado contra el tronco y yo apoyada sobre su regazo. Los rayos del sol me alcanzaban la parte de abajo de las piernas y me quitaban todo el frío que pudiese sentir.
-Estás preciosa -esbozó una sonrisa- Tendrías que ponerte más a menudo este vestido.
En este momento era feliz. Más feliz, probablemente, de lo que había sido en mi anterior vida, con todos mis novios y todas mis amigas falsas. Era la misma que antes, la única diferencia era que le tenía a él. Y pasaríamos toda la eternidad juntos. Para siempre.
Jace frunció el ceño y se inclinó hacia la derecha para coger una flor cerca de nosotros. No era muy grande, blanca. Me la puso en el pelo y volvió a sonreír.
-Así mejor.
No exageraba cuando decía que me podía pasar así toda la eternidad.
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Habíamos tardado en llegar del parque. Yo no me había quitado mi vestido todavía, sabía que a Jace le gustaba. Pero no todo era gloria. Teníamos que seguir leyendo el libro. Me gustase o no. La siguiente página confirmaba lo que ya intuíamos. Yo era bruja.
En esa página había una serie de dibujos parecidos a las fases de la luna. Uno de esos dibujos me sonaba demasiado. Era un semicírculo perfecto. Corrí al baño a mirarme al espejo. Me giré un poco para observar un semicírculo en mi espalda, cerca de la axila. Jace apareció al momento a mi lado. Estaba observando mi marca. Levanto el brazo y la toco.
-¿Sabes lo que esto significa? -le pregunté
Él asintió. En el libro también explicaba los grados de poder de las marcas. La mía estaba arriba del todo de la gerarquía. Esa marca era muy poderosa. Y todo lo poderoso se puede convertir en peligroso.
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Cuando el pasado sí importa
Jugendliteratur¿Qué pensarías si un día llegas a clase y descubres que el chico nuevo ha muerto contigo? Lara parecía que llevaba una vida normal "en la zona del puente" hasta que conoce a un chico con unos ojos pragmáticos: Jace. Su mundo se viene abajo con la ap...