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—¿Que te dijo mi mamá? —pregunto Lalo al ver que Adal salía—

—No quitara la demanda, si quieren ganar esto deben unirse los tres... tendrán que pelear contra su madre. —dijo de manera sería el chico—

—¿No tenemos otra opción? —pregunto Regina—

—No se mucho de derecho, es decir estudio medicina, así que no tengo muchos conocimientos, lo que si se es que se acerca una pelea grande, dónde necesitan un abogado para que puedan presentarse al juicio. Deben hablar con su hermano Mariano para ponerse de acuerdo. —explico el chico con la mirada perdida—

—¿Estás bien, Adal? —pregunto Lalo al no notar la linda sonrisa que siempre traía en sus labios el castaño—

—Si, solo que... jamás había presenciado algo así. Cualquier cosa estoy para ayudarles, lamentablemente tengo cosas que hacer...pero ya saben que apenas me llamen yo estaré aquí en seguida. —susurro el chico—

—Muchas gracias Adal, llamaré a Mariano para que podamos hablar sobre el abogado entre hermanos y procesar mejor las cosas. —agradecio la mujer—

—Fue bueno verte Regina, nos veremos pronto. —se despidió—

—Te acompaño a la puerta —dijo Lalo a lo que Adal asintió—

Ambos caminaron a la salida, Adal aún pensaba en lo que la madre de Lalo le había dicho.

—¿Seguro que estas bien? —volvio a preguntar el chico—

—Si Lalo, gracias por preocuparte. Lamento todo lo que está pasando, pero debes ser fuerte por tu madre...y por tus hermanos obviamente, esto será algo fuerte para todos, sabes que sin importar qué yo estaré contigo, si la familia Astudillo les da la espalda la familia Miller no lo hará, puedo conseguir a los mejores abogados para que los ayuden. Solo no dudes en pedírmelo. —dijo Adal tocando el hombro su amigo—

—En verdad te lo agradezco Adal, lo tomaré en cuenta, gracias. —agradecio el chico—

Adal asintió lentamente, para después acercarse al Rueda y abrazarlo, lo abrazo como si en cualquier momento pudiera desaparecer.

—Te quiero. —susurro para después dejar un pequeño beso en su mejilla—

Lalo se quedó quieto ante eso, Adal sonrió por última vez para después subir a su coche y conducir a su hogar. Lalo tocó levemente su mejilla aún con sorpresa, ¡Adal le había besado la mejilla!






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Mientras que Adal conducía a su hogar, no pudo evitar pensar en la charla que tuvo con Luz Torres.

—Señora Luz...po-podemos hacer algo para que pueda recuperarse, existen tratamientos, y-yo puedo hacer algo para que usted se salve...esto no debe ser el fin. —murmuro Adal con lágrimas en sus ojos—

Muy bien no tenía mucho tiempo de conocerla, sin embargo el tiempo que ha convivido con ella era más que suficiente para tomarle un cariño.

—Adal, no hay nada para que pueda salvarme, lamentablemente el doctor encargado de mi salud lo diagnóstico demasiado tarde, el cáncer se expandió y no hay nada que hacer. —susurro Luz—

—N-no, yo...yo puedo, no sé, comentarle a mis padres de esto y traer a los mejores doctores del mundo, puedo hacer algo para salvarla, usted no debe preocuparse por nada, todo correrá por mi cuenta...solo...solo debo hacer unas cuantas llamadas y todo estará solucionado...yo...—Luz abrazo al chico interrumpiendolo

𝑴𝒊 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒖 |𝑳𝒂𝒍𝒐 𝑹𝒖𝒆𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora