𝑴𝒊 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒖 |𝑳𝒂𝒍𝒐 𝑹𝒖𝒆𝒅𝒂

2O

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—¿A dónde irán? —pregunto Alice mirando a los señores Miller—

—Eso no te interesa Alicia. —murmuro Malika con aburrimiento—

—Tenemos cosas que hacer. —respondió Javier— Ustedes desayunen de manera tranquila, se quedan en su casa.

—¡Gracias, suegro! —exclamo Edward divertido— Suerte con lo que sea que tengas que hacer, socio. —añadió con una sonrisa mirando a Lalo—

—Gracias, creeme que necesitaré toda la suerte del mundo, socio. —dijo lo último con burla—

—Que les parece si nos vemos en la tarde, y vamos por un helado para que te despejes de lo que hayas hecho. —sugirió Matías—

—Claro, me parece buena idea. —dijo Lalo—

—¿Ah qué hora? —pregunto Alice—

—Niñita, tu no estás invitada, Lea si tú gustas, puedes acompañarnos. —respondió la rubia—

—Les confirmo en un rato. —murmuro Lea—

—¡Bueno chicos! Vámonos, se nos hace tarde. —apresuro el mayor de los Miller—

Los dos chicos asintieron para después despedirse por completo de sus amigos y subir al auto de Javier.

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—Sobre lo de la noche...—murmuro Lalo mirando por completo al Miller—

—¿Que pasa con eso? —cuestiono con suavidad—

—¿T-tú no te arrepientes? —preguntó con las mejillas sonrojadas—

Adal sonrió de lado, para después tomar las manos del Rueda con cariño.

—¿Realmente? No, no me arrepiento, no fue un error, si nos besamos fue porque así lo queríamos, ambos. Sin embargo...—soltó con lentitud las manos de su acompañante— Solo estamos fingiendo todo esto, tu ni siquiera eres bisexual, escucha; no quiero salir lastimado, ni mucho menos echar a perder nuestra amistad, eres una persona muy importante para mí Lalo. —susurro con tristeza—

—También eres una persona especial para mí Adal, este tiempo que llevamos conociéndonos me ha servido para ver la maravillosa persona que eres, eres un chico precioso y fabuloso, yo...tú...—el chico fue interrumpido—

—Lamentamos interrumpirlos, pero hemos llegado a nuestro destino, es hora, Lalo. —dijo con pena el señor Miller—

—No se preocupe señor Miller, ¿Van a entrar? —preguntó saliendo del auto—

—Lamentablemente no nos permiten la entrada por ser el primer llamado, pero estaremos afuera esperándote, por cierto, debes entrar de manera "elegante", solo ponte mi chaqueta. —dijo entregándole la prenda mencionada de color gris—

—Oh, no sabía eso, pero muchas gracias. —agradeció sonriendo—

Javier asintió lentamente, para después caminar con su esposa hacia el edificio, dejando a los dos chicos solos.