ESPECIAL DIA DE MUERTOS

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Aclaración: Está parte no tiene ninguna relación con la historia.








Todos corrían de mercado a mercado, todos corrían por sus frutas, dulces, canastas, etc. Mientras otros corrían a tiendas de ropa para buscar algún disfraz y poder asistir a alguna fiesta de disfraces que habían organizado.

Lalo era team las primeras personas, estaba ayudando a su familia con las ofrendas que pondrían próximamente.

—¡Mamá! Esto ya es demasiado, creo, no, estoy seguro de que todo esto es suficiente. —se quejo el rizado— Ya quiero ir a dormir, estoy cansado.

—¿Cansado de que Lalo? —preguntó Doña Luz con diversión—

—De cargar esto, ya vámonos. —pidió—

—Sabes muy bien lo importante que es poner lo mejor de lo mejor en las ofrendas. —regaño—

—¡Lo sé mamá! Pero podemos regresar mañana por más cosas. —susurro el chico—

—No lo creo, debemos llevar todo el día de hoy. —dijo la mujer mirando las manzanas— ¿Roja o amarilla?

—¿Realmente importa? Lleva de las dos. —murmuro Lalo—

El Rueda miro a su alrededor con aburrimiento, es decir; ¿Que podría haber de interesante en un mercado?

Casi se va de espaldas al ver quién pasaba enfrente de él, con una sonrisa gigante.

—¡Lalo, ayúdame! —exclamo Luz sacando de sus pensamientos al Rueda que la miro apenado—

—¿Q-que me decías, mami? —cuestiono con nervios—

—¿A quien estás mirando? —preguntó Luz observando el lugar, al dar con las personas, sonrió— ¡Hola, familia Miller! —exclamo la mujer haciendo que Lalo muriera de la pena—

La familia al ser llamada volteo para poder averiguar quién era la dueña de aquella voz. Al ver quién era, no dudaron en sonreír y acercarse.

—Hola  Luz, es bueno verla. —saludo Isabelle abrazando a la mujer con cariño—

—Luz —saludo Javier—

—Buenos días, señora Luz. —saludaron los adolescentes—

—¿También vinieron a comprar ofrenda? —cuestiono Luz observando a los adultos que tenían un carrito de supermercado—

—Si, gracias a dios trajimos carritos, es un relajo estar cargando las bolsas. Sin embargo ya acabamos de comprar todo, ya es como el cuarto carrito que llenamos. —dijo lo último de manera divertida—

Adal sonrió para después observar al chico rizado que se mostraba cansado. Se acercó lentamente ayudándolo con las bolsas que tenía.

—Uh, no te preocupes, yo puedo hacerlo. —se apresuró a decir el Rueda—

—Lalo, te muestras cansado, tus ojitos te delatan. Aparte, no es como si se me vayan a caer mis brazos. —bromeo—

Lea al observar lo que estaba pasando, también se acercó al rizado para ayudarlo con otras bolsas.

—No me digas que no, puedo hacerlo y quiero hacerlo. —dijo Lea tomando las bolsas restantes—

Los adultos al ver eso, sonrieron con orgullo al notar el como sus hijos ayudaban a su amigo.

—Ire a dejar esto rápido —murmuro Javier hacia Isabelle quien asintió—

—¿Aún te faltan cosas que comprar, Luz? Podemos acompañarte, si gustas. —ofreció Isabelle con una sonrisa—

𝑴𝒊 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒖 |𝑳𝒂𝒍𝒐 𝑹𝒖𝒆𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora