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En la casa de los Miller la familia estaba desayunando con su invitado de honor; Lalo Rueda. Ya había pasado 2 semanas desde que Luz Torres le dijo a Lalo que la comida debía ser pagada. Adal lo obligaba a ir a su casa para que esté pudiera comer todo lo necesario para poder tener su día normal. El primer día Lalo no quiso molestarlo así que decidió no ir, pero sus planes fueron arruinados cuando Adal Miller tocó la puerta de su casa para llevarlo a rastras a su hogar.

El día de hoy tampoco era la expeción, ya que Adal lo obligó a quedarse a dormir un tiempo en su casa, ya llevaba 4 días sin ir a su hogar, Adal había conseguido para el ropa de su gusto, aún usaba sus pantalones cortos pero sus camisetas las había cambiado por playeras cómodas que había encontrado en su armario.

El día de mañana tendria que ir al Juicio contra su madre, la cual no había visto hace 4 días. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Javier Miller.

—Por cierto Adal, tu madre y yo te tenemos una sorpresa. —murmuro el adulto con una sonrisa—

—¿Sopresa? —pregunto el castaño mirando a sus padres con confusión—

—El día de hoy, en la madrugada como te habrás dado, bueno se habran dado cuenta... salimos de manera rápida y sin dar explicaciones. —dijo Isabelle con emoción—

—Creí que no se habían dado cuenta de que estábamos despiertos y miramos como literalmente salieron corriendo de aquí. —susurro divertido el castaño—

—¿Que pasa con eso, señora Isabelle?—pregunto Lalo—

—Lo que pasa queridos Lalo y Adal, es que...—se quedó en silencio mirando a su esposo que asintió— Creo que es mejor que lo veas por tu propios ojos —añadio divertida viendo enfrente—

Adal miro a Lalo con confusión para después girar dónde sus padres les indicaron, ahí pudo visualizar a la chica de su vida, a su pequeña princesa, a su niña. ¡Su hermanita!

Lalo miro confundido a la chica, ¿Quien era ella y por qué Adal la miraba así? Ladeó su cabeza con confusión, Adal se levantó rápidamente para después lanzarse hacia la chica.

—¡Princesa, te extrañe! —exclamo el castaño con alegría—

Lalo borro todo rastro de felicidad, cuando el chico dijo esa palabra, "princesa" sintió como su corazón era atravesado con una estaca, no sabía el porque sentía eso.

—Oh, Lalo. —murmuro Isabelle al ver la cara de su invitado— Te presento a mi otra adoración; Lea Miller —dijo señalando a la chica que se acercaba—

—Así que tu eres el famoso Lalo Rueda, soy Lea; hermana menor de Adal. —se presento con una sonrisa—

El rizado se quedó en silencio observando las facciones de la chica, solo así se dió cuenta del gran parecido que tenía ella con su amigo, con ese pensamiento se sonrojo de manera brusca por los pensamientos que había tenido anteriormente, ¿Creer que era la novia de su amigo y este no le había contando? ahora sonaba una tontería.

—L-Lalo Rueda, un gusto pequeña Miller. —se presento el chico aún sonrojado—

Adal se dió cuenta de eso...su amigo se había sonrojado viendo a su hermana, y realmente no lo culpaba su hermanita era hermosa y fabulosa, sin embargo el saber que ella lo hacía sonrojar o tener la mínima sospecha de que Lalo gustaba de ella lo hacía sentir...molesto.

—¿Por qué no me dijeron que vendría a Guanajuato? Pude haberlos acompañado a traerla. —dijo Adal sonriendo—

—Quería darte la sorpresa hermanito, aparte mamá me había dicho que cierto chico estaba contigo. —habló mirando al Rueda quien se sonrojo— En fin, lo importante es que estoy aquí.

𝑴𝒊 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒖 |𝑳𝒂𝒍𝒐 𝑹𝒖𝒆𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora