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—De nuevo, lamento mucho lo de tu vestido. —se volvió a disculpar la castaña—

—No te preocupes, no pasa nada. —la rubia sonrió con amabilidad— Debo irme, toma, para que te compres otro. —la chica le dió dinero a la castaña— También fue mi culpa el que haya caído, así que lo siento, hasta luego, Emma. —la rubia se fue dejando a la castaña con la palabra—

—Malika ya se tardó. —murmuro Matías mirando su reloj—

—Es Malika, ¿Te sorprendes después de conocerla de años? —cuestiono Edward con diversión—

—Es verdad. —susurro Matías mordiendo su dona—

Después de unos minutos la chica de nombre; Malika. Regreso sentándose en su asiento.

—Ya regrese. —aviso la chica—

—Si, ya te vi....wow, chica. ¿Que te paso? —Matias miraba con horror el vestido de su amiga el cual, estaba demasiado manchado—

—Camine hacia el sanitario, cuando sin querer me tropecé con una chica. —explico Malika observando a sus amigos— Edward, préstame tu sudadera. —pidió la rubia observando al pelinegro—

Edward no alegó nada, Malika era su mejor amiga, jamás le negaría nada a ella, sin importar lo que ella pidiera, el se lo daría. Así que se quita la sudadera para después entregársela a su amiga quien la tomo con una sonrisa.

—Gracias. —agradeció la chica—

Malika tomo el suéter de su amigo y su bolso.

—Ahora vuelvo, iré a cambiarme. —aviso—

—¿Cambiarte? —preguntó Matías confundido—

—Me quitaré el vestido, me siento pegajosa. Traigo un pantalón conmigo, y ahora tengo el suéter de Edward. —explico para después irse—

—Esa chica me impresiona. —admitió Matías con una sonrisa divertida—

—No hay nada que Malika no sepa solucionar. —susurro con alegría el ojiazul—

—Me di cuenta de eso. —dijo Lalo sonriendo levemente—









—¡Suéltame imbécil! —exclamo Alice con enojo—

—No hasta que hablemos. —el castaño se mostraba serio—

—¿De qué quiere hablar? —preguntó Sol—

—Primero necesito que los otros vengan. —susurro Adal buscando algo con la mirada—

—¿De cuáles otros estás hablando? —Sol se acercó solo un poco al chico—

—¿Adal? —preguntaron dos jóvenes entrando—

Sol miro a los chicos con miedo y preocupación, así que de ese plan estaba hablando...









—Adal ya se tardó. —murmuro Malika con aburrimiento—

—Un poco, sí. —murmuro Matías jugando con su dona— Es la décima quinta que me como. —admitió— Si Adal no llega, dejare a Edward en la banca rota.

—Yo solo les invite la primera ronda, lo que hayan pedido después de eso, es su problema. —Edward se encogió de hombros—

—¡¿Qué?! —preguntó Matías preocupado— Mierda.

—Gracias a dios no pedí nada después de eso. —susurro Lalo con diversión—

—¡No juegues con eso, Edward! —exclamo Matías con preocupación—

𝑴𝒊 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 𝒆𝒓𝒂𝒔 𝒕𝒖 |𝑳𝒂𝒍𝒐 𝑹𝒖𝒆𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora