El duelo a medianoche

3.7K 250 24
                                    

PARTE EDITADA ✔

Charlie no creía que hubiera un chico que pudiera ser más insoportable que su primo Dudley, pero eso era antes de haber conocido a Draco Malfoy.

Sin embargo, los de primer año de Gryffindor sólo compartían con los de Slytherin la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con él. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de Gryffindor; que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

—Perfecto —dijo en tono sombrío Harry—. Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.

—No vas a hacer ningún papelón, Harry —dijo Charlie—. Sabes volar muy bien.

—De todos modos, —dijo Ron— sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.

La verdad es que Malfoy hablaba mucho sobre volar. Se quejaba en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas y jactanciosas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles.

Pero no era el único: por la forma de hablar de Seamus Finnigan, parecía que había pasado toda la infancia volando por el campo con su escoba.

Hasta Ron podía contar a quien quisiera oírlo que una vez casi había chocado contra un planeador con la vieja escoba de Charles.

Harry y Charlie habían tenido sus primeras escobas de juguete poco después de cumplir un año, a los cuatro ya tenían sus escobas propias y sabían mantenerse en el aire, finalmente a los seis años ya sabían volar perfectamente, gracias a James y a Sirius.

Todos los que procedían de familias de magos hablaban constantemente de quidditch. Ron ya había tenido una gran discusión con Dean Thomas, que compartía el dormitorio con ellos, sobre fútbol. Ron no podía ver qué tenía de excitante un juego con una sola pelota, donde nadie podía volar.

Neville no había tenido una escoba en toda su vida, porque su abuela no se lo permitía. Aunque todos coincidian con ella, dado que Neville se las ingeniaba para tener un número extraordinario de accidentes, incluso con los dos pies en tierra.

Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado.

El jueves, desde que salió de la habitación, durante el camino al Gran Comedor y en el desayuno, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos. Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.

La lechuza de los Potter llegaba día por medio con golosinas, aunque Charlie y Harry tenían la leve sospecha de que esos paquetes no los envíaba su madre, Lily.

La lechuza de Malfoy también le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

—¡Es una Recordadora! —explicó—. Mi madre sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Miren, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—... es que has olvidado algo...

La Protectora del Olimpo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora