El emporio de gnomos de jardín de la tía Eme

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PARTE EDITADA✔  

—En cierto sentido, es bueno saber que hay dioses griegos ahí fuera, porque tienes alguien a quien echarle la culpa cuando las cosas van mal —comentó Charlie—. Digo, si eres un mortal y estás huyendo de un autobús atacado por arpías monstruosas y fulminado por un rayo, y si encima está lloviendo, es normal que lo atribuyas a tu mala suerte; pero si eres un mestizo, sabes que alguna criatura divina está intentando fastidiarte el día. ¿No creen?

Allí estaban, Percy, Annabeth, Grover y Charlie caminando entre los bosques que de la orilla de Nueva Jersey. El resplandor de Nueva York teñía de amarillo el cielo a sus espaldas, y el hedor del Hudson les anegaba la pituitaria. Grover temblaba y balaba, con miedo en sus enormes ojos de cabra.

—Tres Benévolas —dijo con inquietud—. Y las tres de golpe.

—¡Vamos! Cuanto más lejos lleguemos, mejor —decía Annabeth.

—Nuestro dinero estaba allí dentro —le recordó Percy—. Y la comida y la ropa. Todo.

—Bueno, a lo mejor si no hubieras decidido participar en la pelea...

—¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que los mataran?

—No tienes que protegerme, Percy. Me las habría apañado.

—En rebanadas como el pan de sándwich —intervino Grover—, pero se las habría apañado.

—Cierra el hocico, niño cabra —le espetó Annabeth.

Grover baló lastimeramente.

—Latitas... —se lamentó—. Perdí mi bolsa llena de estupendas latitas para mascar.

Atravesaron chapoteando terreno fangoso, a través de horribles árboles enroscados que olían a colada mohosa. Lo único que les quedaba eran sus armas: la espada de Percy, el cuchillo de Annabeth, la espada y el arco y flecha de Charlie.

Al cabo de unos minutos, Annabeth le dirigió la palabra a Percy.

—Mira, yo... —le falló la voz—. Aprecio que nos ayudaras, ¿Vale? Fuiste muy valiente.

—Somos un equipo, ¿no?

Se quedó en silencio durante unos cuantos pasos.

—Es sólo que si tú murieras... aparte de que a ti no te gustaría nada, supondría el fin de la misión. Y puede que ésta sea mi única oportunidad de ver el mundo real. ¿Me entiendes ahora?

La tormenta había cesado por fin. El fulgor de la ciudad se desvanecía a su espalda y estaban sumidos en una oscuridad casi total.

—¿No saliste del Campamento Mestizo desde que tenías siete años? —preguntó Percy a Annabeth.

—No. Sólo algunas excursiones cortas. Mi padre...

—El profesor de historia.

—Sí. Bueno, no funcionó vivir con él en casa. Me refiero a que mi casa es el Campamento Mestizo. En el campamento entrenas y entrenas, y eso está muy bien, pero los monstruos están en el mundo real. Ahí es donde aprendes si sirves para algo o no.

—Eres muy valiente —le dijo Percy.

—¿Eso crees?

—Cualquiera capaz de hacerle frente a una Furia lo es.

—Mira —dijo—, quizá tendría que decírtelo... Antes, en el autobús, ocurrió algo curioso...

Fuera lo que fuese lo que iba a decir, se vio interrumpida por un sonido agudo, como el de una lechuza al ser torturada.

La Protectora del Olimpo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora