32. Jamás te vas totalmente de casa.

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Aunque Romanoff había visto muchas cosas desagradables en su vida, jamás había presenciado el desprendimiento de una cabeza humana del cuerpo a causa de una mano en vivo, aquella imagen no saldría fácilmente de su mente, realmente había sido mucho para la rusa.

Steve se quedó en su lugar tras decir aquella palabra que no impidió que Ana lograra su cometido, esa mujer que estaba frente a él, no era la misma Ana que él conocía. Esa persona no demostraba sentimiento alguno, sus ojos eran tan fríos y vacíos que causaban un horrible escalofrío. No había nada ya.

Rogers no se iba a dar por vencido, no con la chica que amaba, por la cual daría su vida de ser necesario con tal de que ella estuviera bien. Esa pequeña Ana seguía ahí, dentro de la persona cubierta de sangre frente a él.

—Tranquila —menciono avanzando hacia ella—. Ya todo está bien. Confía en mí. No, no, no, no —Steve levanto sus brazos en señal de paz—. No te haré nada. Ya estas a salvo, sólo quiero llevarte a casa. Por favor confía en mí. No te hare nada.

—No confió ni en mi —Ana se dispuso a salir corriendo, pero Steve corrió de igual manera alcanzando a sostenerla del brazo. Aquel acto repentino, alarmo a la chica quien soltó un golpe hacia el rubio que logro esquivar, pero no soltarla—. Ana por favor no me hagas... —Ana soltó una patada a el brazo de Steve obligándolo a soltarla, pero tan pronto cómo aquello paso Steve la tomo con la otra mano—. Por favor —suplico Steve, pero aquello fue en vano por que la chica comenzó a soltar golpes tan certeros como le eran posible, mientras Steve esquivaba tantos como le fueran posibles. El odio y la ira de la chica era tanto que parecía una máquina dispuesta a matar a quien sea. En un segundo Steve se encontraba tirado con la chica arriba suyo—. No me importa morir si con eso tu eres libre —pronuncio Rogers. Aquellas palabras despertaron un cosquilleo en la joven, su puño se estampo para después salir corriendo mientras miles de imágenes comenzaban a reproducirse en su mente.

—¡Rogers! —Natasha que se había perdido de la pelea por ir por su plan B llego hasta donde Steve —Ve por ella —ordeno Romanoff a su acompañante—. Pero ten cuidado, está muy confundida e inestable —detuvo Nat—. Anda —señalo el camino por donde la chica había ido.

Ana no paro por nada, sus piernas, su cuerpo, su mente ya no podían más, estaba cansada, estaba agotada, quería rendirse, quería que todo acabara, que terminara para siempre, no importaba dejar atrás a alguien, quería una vez en la vida mirar por ella y sólo por ella.

La oportunidad se le presento frente a sus ojos y por primera vez en la vida fue egoísta, por esta vez se puso a ella frente a todos sin importar nada, tomo su vida en sus propias manos e hizo con ella lo único que la podía salvar y librar para siempre. Avanzo hacia su destino cruzando las protecciones y situándose en medio de la carretera.

—¡Vamos! —grito mientras los vehículos pasaban a su alrededor—. ¡Termina con esto! —los sonidos de los claxons sonar—. ¡Vamos! ¡Termina! —una luz clara y enceguecedora cada vez se acercaba más a ella. Por fin tendría un poco de paz.

El cuerpo de la chica fue a dar al suelo, al ser derribado, pero no por aquel tráiler, sino más bien por un cuerpo que la salvo de la muerte.

—Mierda Ana —aquella voz masculina llamo la completa atención de la chica—. ¿Qué mierda? ¡Estas completamente demente! ¿Qué mierda estabas pensando pedazo de idiota? Vete a la mierda, Ana. No tienes ni puta idea de lo que hemos sufrido por ti y tu sólo ibas a terminar con tu vida. Eres una maldita egoísta. ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de mamá y papá? ¿Qué le diría a Kate o a Mathy? Te hemos buscado hasta por debajo de las piedras, hemos hecho hasta lo impensable por ti y tu sólo...

—Jason —pronuncio la chica—. Por favor sácame de aquí —abrazo a él chico con todas sus fuerzas muerta de miedo aferrándose a él cuerpo de su hermano—. Por favor, sácame de aquí. Tengo miedo. Miedo de todo.

Libre - Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora