29. Bienvenida a Casa

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—Hogar dulce hogar —la voz de Alice era divertida mientras en su rostro se encontraba una sonrisa—. ¿Es como lo recuerdas o a cambiado algo? —cuestionó mirando los pasillos sin vida que los rodeaban. Ana mantenía la compostura, en su mente sólo se encontraba su familia, sus amigos, y el cómo los había abandonado—. Vamos Ana, ahora probablemente seremos compañeras o inclusive una nueva trinidad —la castaña parecía estar cómoda con la situación, era como si disfrutara el sufrimiento de quien la acompañaba.

—No estoy aquí por gusto —respondió la voz ronca de Ana—. Estoy aquí porque hice un trato para salvar la vida de mis hermanos. No olvides eso —Ana se detuvo haciendo que todos lo hicieran igual que ella y se pusieran en posiciones—. Que te quede claro que eres un peón en su juego de ajedrez, ya fuiste por su pieza más fuerte—Ana sonrió hacía la castaña—. Sólo hay un rey y una reina, y esa solamente soy yo. Llévenme a donde me tengan que llevar —les mencionó a los soldados.

~*~*

Narra Ana

Me encontraba sentada en una silla, todo estaba vacío, no había ruido alguno, ni el zumbido de una mosca, realmente este tipo de silencio me ponía tan incomoda, nerviosa y un tanto estresada, odiaba los silencios pues me recordaba a HYDRA, pero vaya sorpresa me encontraba en este lugar ahora.

Nadie había venido a mi encuentro, no aún. Sabía lo que querían, ellos querían sacarme de mi, querían que explotara, que me exaltara, pero no lo haría tan fácil, ahora tenía más control de mí misma, aunque no sabía por cuanto tiempo podía ser yo misma.

Debía ser honesta conmigo misma, estaba aterrada, quería salir huyendo, salir a los brazos de mi familia, ocultarme tras mi padre, estar bajo los brazos de mamá, incluso deseaba ocultarme en el cuello de Steve mientras me susurraba que todo estaría bien dejando suaves caricias en mi espalda. Quería huir con él, pero aquello ya no era posible, ya no lo era más.

Tal vez ahora sería más fácil estar aquí, hacer un trato y dejar a mi familia fuera de esto y volver a matar para ellos si eso me aseguraba que mamá, papá, Jason, Kate y Mathy estarían seguros y a salvo, podría luchar incluso contra mis amigos y morir en el intento, así mi infierno terminaría de una vez por todas. Sería lo mejor para todos. Sería lo mejor para mí.

Las luces de la habitación se apagaron, para encenderse las luces blancas calándome en mis retinas obligándome a cerrar los ojos con fuerza.

—Bienvenida querida Ana —mencionó una voz por los altavoces de las esquinas—. Nuestra más preciada, valiosa, precisa y eficaz creación. Desde hace tanto tiempo que no tenemos alguien tan valiosa como tú. Hemos intentado e intentado, pero parece que no hay alguien igual a ti.

—Eso que ni que —susurré para mí misma—. Descuida llegara alguien que sea mejor que yo —comenté por lo alto.

—De eso estoy más que seguro, tengo varios prospectos, pero los estoy dejando para el final. Ahora bien, tú, tienes que volver a ser la de siempre.

—¿La de siempre? —solté una risa con ironía—. Mas bien la que ustedes crearon.

—¿Y cuál es la diferencia?

—Entra para que te demuestre la diferencia —me moví bruscamente intentando ponerme de pie, pero fue inútil al estar sujetada a la silla soldada al suelo.

—Eso ya lo vi. Si que no tuviste piedad con unos cuantos ex empleados. No tenía idea de que nos odiaras tanto.

—Eso no fue nada. Tuve demasiada piedad y misericordia con todos ellos.

—Nosotros te dimos un regalo, nosotros te dimos mucho.

—Ustedes me hicieron un monstruo. Ustedes me hicieron una asesina. Ustedes me enseñaron lo que es el odio. Me arruinaron, me hundieron tanto que nunca vi la salida y cuando tuve algo bueno en la vida, ustedes se encargaban de destruirlo, de arruinarlo. Bórrenme la maldita memoria de una vez por todas si quieren seguir respirando, porque de lo contrario estarán muertos en cuanto esté libre de esta silla.

Libre - Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora