24. Doble agente

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—¿Ana? —la voz de confusión de Nick al verme entrar esposada y escoltada por tantos agentes armados a mi alrededor me decía que él no tenía nada que ver con esto—. ¿Qué está pasando aquí agente?

—Señor yo sólo recibí ordenes de traer aquí a la agente Beckinsale —respondió—. Cumplo con mi trabajo.

—Arrestarme es la palabra que debiste usar —contraataque.

—¿Beckinsale? —cuestionó Romanoff saliendo del elevador junto a Clint—. ¿Qué pasa aquí?

—No tengo ni idea —respondí—. A alguien pareció divertido ponerme estas esposas, acusarme de un delito que no cometí y traerme aquí. Supongo que está muy aburrida.

—Eso no lo sabemos aún —aseguró Alice—. Después de todo eras una asesina, qué más da vender información.

—Oye —habló Clint molesto—. No hables de lo que no sabes.

—Lo que sí sé es que me la tengo que llevar a interrogar —respondió—. Que traigan a su familia para interrogarla también —le dio la orden a un hombre—. Todos en autos diferentes para que no se pongan de acuerdo en sus declaraciones —solté una risa amarga.

—Mi familia no tiene nada que ver con esto —asegure—. Déjala fuera de esto.

—Ellos son tan responsables como tu —levanto la comisura derecha de manera burlona—. Si no tienes nada que temer, no veo el por qué no vengan.

—Te voy a matar —aseguré.

—Si, por ahora no será. Llévensela —ordenó a los hombres.

—Romanoff, trae a mi familia —pedí avanzando a la fuerza a causa de los hombres que prácticamente me arrastraban por el edificio.

Las puertas del elevador se abrieron permitiéndonos entrar al cubículo. Una vez adentro todos y acomodados como era debido, uno de mis escoltas apretó el botón, mi vista se posó al frente de manera resignada, pero se quedó en aquella persona que entraba por las puertas de cristal desconcertada y sorprendida, nuestras miradas se conectaron la una a la otra hasta que las puertas de metal se interpusieron.

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—¿De verdad tú me vas a interrogar? —cuestioné sentada en la sala de interrogatorios con las manos esposadas a la mesa—. Creo que sí los hice enojar.

—Espero y tu humor siga así cuando vayas a una cárcel de máxima seguridad —tomo asiento frente a mi—. Se te dijo porque estás aquí. Sacaste expedientes clasificados de SHIELD

—Si por clasificados te refieres a mi expediente y el de mi familia porque renuncie y quiero mantenerlos seguros y fuera de panorama, no sabía que era un delito.

—No me refiero a esos

—¿Los de mis misiones? —interrogué—. Tengo derecho a tener una copia de ellos. Te puedo dar la lista de ellas y revisa que el expediente original está en su lugar.

—¿De verdad crees que nos harás estúpidos? Sacaste información clasificada de SHIELD a la cual no tienes acceso y que es un delito violar las políticas y sacarlas sin el permiso.

—Mira —respiré profundamente—. No sé de qué maldita información hablas, pero revisa mi casa, mi computadora, mi celular y hasta mis calzoncillos porque no tengo nada que ver con lo que dices. Esa información, que según tu yo tengo me parece una total estupidez, porque solo te refieres a información, pero no das detalle de que es lo que según tu yo tengo. Así que adelante Alice. revisa todo lo que quieras. No tengo nada que ocultar.

—Eso lo veremos —Alice se puso de pie saliendo de la sala.

Narrador

—¿Qué haces? —un molesto Steve tomo a Alice del brazo ejerciendo más fuerza de lo necesario.

—Sólo hago mi trabajo —respondió ella mirando el rostro de Rogers y después posando su vista en la mano que aún estaba envuelta en su brazo—. Suéltame Steve —ella se zafo del agarre de manera molesta.

—¿Qué crees que estás haciendo? —cuestiono él de manera furioso.

—Estoy harta que todos me pregunten lo mismo y me hagan parecer la mala del cuento. Ella —la joven agente señalo adentro de la celda de cristal donde una Ana sentada se observaba—: Esta aquí por una razón. Vendió información a traficantes sobre nosotros. Saco expedientes de un nivel más avanzado y lo hizo todo bajo sus narices. A mí me contrataron para investigar lo que ella estaba tramando y haciendo en SHIELD. Ella los engaño a todos todo este tiempo bajo sus narices, se ganó su confianza, y hasta su amor para llevar a cabo su plan. Finge no saber nada de su pasado y no saber quién es ella para que nadie la cuestione y pasar desapercibida. Por favor Steve abre los ojos —pidió ella de manera frustrada antes el rubio que parecía perplejo ante lo que había escuchado—. Trabajó para HYDRA, fue una asesina y espía de esa organización ¿y tu de verdad crees que es inocente? Llevó muy bien acabo su misión de enamorarte, porque ¿Quién fue el enemigo número uno de HYDRA?. Yo tengo que seguir con mi trabajo y las pruebas están afuera de esta sala. Permiso.

Alice camino dando un paso a un lado de Rogers para salir por el pasillo a seguir realizando su investigación, pero antes de salir por las puertas se giró para mirar a Steve.

—¿Quién fue la única que se opuso a ir tras esos traficantes de armas? —dejó esa duda en Rogers para ahora si desaparecer y seguir con su misión.

Steve se encontraba hecho un lio de sentimientos, por un lado, no quería creer todo lo que había dicho la chica hace unos segundos, pero todo apuntaba a que Ana, esa misma Ana que era la mujer que él amaba con el alma era responsable y culpable de todo. Todo encajaba a la perfección, Ana desde el primer día la odio, ¿tal vez era porque era cierto y ella le estorbaba en sus planes?, pero aquello era absurdo, pues Romanoff también tenía un cierto rechazo hacia aquella mujer.

Ana tenía una vida antes que él, tenía una familia, amigos, un trabajo, escuela, tenía una vida como cualquier persona y eso se construía día a día. Al verla juntos a su familia, sólo veían amor en ella, observaba cuan feliz era riendo a causa de su hermano mayor, lo protectora que era con su pequeña hermana y lo cuidadosa y paciente que fue cuando el pequeño Mathew llego a casa. Recordó lo bien que se veían cocinando junto a su madre mientras ambas charlaban sobre sus días o la preocupación en sus ojos que ocultaba con una sonrisa cuando su padre se iba fuera a resolver un caso más.

Esa Ana no podía fingir tan bien, no te entrenan para tener sentimientos, esos simplemente los sientes y sólo se dan, sin aprender a como sentirlos. ¿Cómo era posible que aquella chica supiera enamóralo perdidamente? Él la observo tantas veces, estuvo ahí en cada pesadilla, en cada ataque de pánico y ansiedad, estuvo ahí cuando sólo lloraba o cuando tenía un mal día. Estuvo con ella cuando reía, cuando sonreía, cuando cantaba y bailaba feliz, cuando tenía un buen día. Él vio las dos partes de Ana, la buena y la mala.

¿Quién era esa chica sentada frente a él ahora mismo? Esa quien se encontraba esposada a la mesa de metal en esa habitación de cristal. Steve no lo sabía.

Alice tenía un poco de razón, Ana no le había gustado mucho su llegada y desde que la joven llego a integrarse a el equipo había cambiado algo en Beckinsale. Ya no era la misma que compartía todo con Steve, tenía secretos. Como aquella vez que llego después de una de sus discusiones y Ana tenía sobre la mesa unos documentos que cuando Rogers quiso dar un vistazo ella los oculto llamando su atención y diciendo que iría a comer en un momento más.

Había tantas cosas en la mente de Rogers, que no podía pensar con claridad, no en ese momento. Amaba a la mujer adentro, pero debía enfrentarla y saber la verdad.

Steve debía saber la verdad, fuera cual fuera esta.

—Quiero saber toda la verdad —Ana levanto tu cabeza al escuchar esa segura y enfada voz—. Ahora —exigió Steve sentándose frente a la chica.

Libre - Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora