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La celda estaba sucia, olía muy mal, como si hubieran tirado cadáveres y desechos ahí dentro.
Mis náuseas eran enormes e incontrolables, además del frío que tenía ahí.
Daba gracias de estar usando un vestido de tela gruesa, vestidos como los que se usaban en la edad media o época victoriana. No soy buena recordando modas y esas cosas, pero si antes pensé que era un vestido estorboso e incómodo por el corsé, ahora no.

Sudaba mucho. Cuando caí en la cuenta, en realidad yo tenía fiebre. Y era muy razonable, me habían roto los huesos y golpeado en todo el cuerpo.

No podía morir ahí, necesitaba antibióticos, un médico y operaciones. Necesitaba un hospital y también un cirujano plástico, seguro la cara de Clare estaría desfigurada.

Me abracé a mí misma y lloré. Lloré por mí suerte, por la de Clare y por no tener ayuda de nadie. Al menos Feyre había sido apoyada por Lucien, Tamlin y Rhysand, pero como yo no era ella, no había piedad o siquiera culpa por tenerme ahí.

Recé y recé para no morir, si no terminaba con ese hechizo, la familia Beddor estaría acabada.

Los gemelos eran unos niños y las hermanas mayores estaban por casarse. Los padres de Clare tenían la esperanza de que sus hijos vivieran bien, no en lujos, pero si siendo felices y estables con sus vidas.

Comencé a alucinar, podía ver a mi gata junto a mí, consolandome. También mi madre vino a regañarme, por haberme dedicado a leer novelas de fantasía, por no haber estado más pendiente del mundo real.

Yo también había estado sumergida en mis propias ideas, preocupaciones y ambiciones justo como Clare. No me di cuenta de la gran bendición que era tener una familia. No los disfruté ni los conocí como debería.

No servía de nada estar lamentando mi situación, pero no podía dejar de llorar. Me sentía mal tanto física como emocionalmente.

-¿Quieres ayuda?

Esa voz nuevamente. Rhysand.

-¿Tú que opinas?

Estaba tan molesta, era culpa suya también por permitir que la mentira de Feyre llegara a Amarantha. Era su culpa que estuviera en una celda medio muerta y que la familia Beddor estuviera en peligro de ser eliminada.

-Noto demasiada furia en tu voz. Aún cuando pareces estar a punto de morir.

-Es porque los odio... Te odio por no decir la verdad. Tu sabes que yo no soy la amante de Tamlin. Es esa maldita cobarde y estúpida sin educación de Feyre. Estoy tentada a contarle a Amarantha. Pero descuida, no lo haré, de todas formas ella me mataría y a mi familia....

-Tú sabes muchas cosas. Tal vez sabes mucho más de lo que aparentas. Podemos negociar, yo te ayudo a sobrevivir y tú me cuentas todo lo que sabes.

Su voz era peligrosa. Él quería material para destruir a Tamlin, pero por ahora necesitaba primero que la maldición se apagara.

-¿Negociar? ¿Cómo sé que no vas a estafarme? Tu estás en tu elemento, si yo te cuento todo, entonces después me vas a tirar a la basura.

No podía verlo. Mis ojos estaban tan hinchados que me impedía abrir correctamente los párpados y por mi llanto, tampoco veía nada.

-No será así, tu sólo dame la información y quédate conmigo. Ven a la Corte a la que gobierno.

Si fuera idiota, aceptaría de inmediato. Muriendo y sin nadie que me saque de ahí, sería lo mejor aceptar rápidamente.

-No. Te doy información sobre tu futuro y tu me curas, quiero mi cuerpo totalmente regenerado y mi familia al margen de cualquier asunto de seres mágicos. No iré contigo, tendré libertad de elegir mi propio destino.

Bajo la Montaña -Clare Beddor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora