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Estaba en un jardín extraño, con plantas, ¿exóticas? Que parecían querer matarme.

—No son amigables, creo que tienen peor carácter y personalidad que las flores de Alicia en Wonderland.

Realmente me sentía como en Wonderland, pero más sangriento, como la versión Gore.
Todos estos seres me miraban con hostilidad y con burla, como si fuera una criatura estúpida e insignificante. Y no estaban del todo equivocados, sin embargo era molesto para mí soportar tales tratos.

En esta mansión o castillo, lo que sea, yo soy una prisionera, alguien que resultó conveniente pero que ahora es una molestia así que, en conclusión, los elfos son unos malagradecidos.

Cómo nota mental, nunca volveré a salvar a ningún elfo, son unos idiotas.

La cuestión aquí es que necesito sobrevivir y por el momento debo seguirles la corriente a estos tipos. Pero no significa que se los pondré fácil.

Me acosté en el césped y empecé a cantar de manera horrenda, quería romper los tímpanos de esas molestas enredaderas.

—¡Alguien callela!

—!Hakuna Matata, una forma de ser..!

Vi a esa melena pelirroja aparecer, estaba de cabeza y podía verlo al revés, su rostro mostraba molestia, se agachó y me sujetó de los hombros para arrastrarme adentro nuevamente.

—¿Por qué no puedes dejar de provocarnos cada día con alguno de tus trucos?

—Se aburrirían sin mí.

Llevaba dos meses ahí, ellos me habían metido a clases de etiqueta, donde me hacían pararme derecha, usar cubiertos, usar tacones, entre otras cosas.
Me gustaba practicar baile y etiqueta aunque suene tonto, al menos así podía pasar el rato y me entretenía unas horas.
Mi maestra era demasiado estricta y me reprendía cada que podía.

Tamlin no se había reunido conmigo en ese tiempo, además de que tampoco tenía noticias sobre mi familia. Eso no era una buena señal, yo puedo casi asegurar que Rhysand tiene algo que ver.

—Ese murciélago sobrevalorado...

—Deja de murmurar cosas extrañas. No importa cuánto reniegues de tu suerte, ya es tarde, tu elegiste ésto.

—Ya lo sé... No es que no sepa lo que hago. Tu deberías ser más amable conmigo, ya que si no recuerdas, los salvé de esa mujer.

Lucien hizo una mueca de fastidio, resignación y enojo. Si, yo sé que no tiene paciencia. No es que me importe, después de todo, yo estoy ayudándolos a no ser hechizados por Feyre, quien se está tardando en aparecer.

De nuevo terminé en mi habitación, el pelirrojo siempre me encerraba para que no les causara más molestias.

—Deja de armar esta clase de espectáculos. Admito que al principio era divertido, pero ahora es molesto.

—No me amenaces. Yo soy la que ya se cansó, si ese rubio no me da la cara, entonces haré algo al respecto.

—¿Qué harás?

—Voy a salir de aquí con una escoba o una pala, lo que encuentre primero, y entonces gritaré a todo pulmón algo que no podrán soportar...

Este tipo parece verme como una idiota, ni siquiera ha seguido la conversación. Si no cree que de verdad haré algo, le demostraré lo contrario.

Unos minutos después había encontrado un plumero, lo tomé y salí corriendo mientras gritaba "Lucien es impotente y Tamlin también".
Algunos empleados empezaron a reír, otros se pusieron pálidos y otros más se mantuvieron al margen.

Bajo la Montaña -Clare Beddor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora