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Apenas la vi, sentí que era una mujer mala, Iante, la sacerdotisa del caldero.

Su rubio pelo y sus ojos claros, la hacían ver como una muerta. Era muy pálida, los dibujos de su frente me asustaban. Lucien ya me lo había dicho, al igual que Rhysand, esa mujer no es de fiar. Es una bruja.

Mi vestido azul pastel que antes me parecía cómodo, ahora se sentía apretado. Era una presión impresionante el estar cerca de ella, mis instintos me decían que era peligrosa.

Iante me miró detenidamente y susurró algo demasiado bajo, no pude llegar a entender sus acciones, pero después Tamlin la detuvo.

—No funcionará. Ella es el único ser vivo que es inmune a la magia.

—Es una mujer muy especial sin duda.

Los dos se pusieron a conversar como si yo no estuviese ahí. No me gustó nada esa mujer y menos que me mirara con... ¿Asombro?

—Disculpen, no soy un animal en peligro de extinción para que me tomen como espectáculo.

—No es así señorita. Es que de verdad resulta increíble que ningún glamour haga efecto en usted. Los humanos son los seres más vulnerables que hay, pero ha nacido alguien que es inmune.

Iante hablaba con propiedad, todas sus expresiones eran sin duda perfectas, su etiqueta y modales eran exquisitos.
Ella y su voz parecían una serpiente hipnotizando a su víctima. No me podía deslumbrar, ella era una dama influyente y poderosa, pero no tengo por qué sentirme inferior, sólo es un personaje de un libro.

—Supongo que resulta chocante para ustedes que no puedan engañar o doblegar a un humano como acostumbran. Yo también me encuentro sorprendida al respecto porque las leyendas dicen que son seres poderosos, pero, parece que no tanto.

Sonreí y le tomé una mano, estaba casi helada, sentí escalofríos.

—No todos los altos Fae piensan en dominar a la raza humana. Hay otros simpatizantes, puede estar segura, sobre todo cuando usted nos salvó de la terrible Amarantha.

Ella no se perturbó, parecía estar en total calma.

—Sí, también escuché eso. Sabe, quería preguntarle si ha habido algún caso así anteriormente, pero por su expresión, me parece que es la primera vez que ocurre.

—Ya veo, si, es la primera vez. Pero podría preguntar al Caldero si tiene algún augurio.

—Se lo agradecería mucho.

Le solté la mano y volví con Lucien, no me sentía bien, mi cabeza empezó a dar vueltas.
Rhysand me cargó sin siquiera poder evitarlo antes de que llegara con el pelirrojo ante las miradas de desaprobación de todos.

—Bájame por favor... No quiero seguir siendo el centro de atención.

—Si lo hago vas a caer. No eres tan fuerte después de todo.

Me quedé quieta y le susurré despacio que me llevara a otro lugar. Las náuseas se estaban volviendo más fuertes, en cualquier momento podría vomitar.

Lucien estaba ocupado con los invitados, había un señor rubio de barba con otras dos mujeres parecidas a él. Aparentemente se trataba de la familia de Iante.

Rhysand me llevó junto a unas macetas con margaritas y ahí vomité.

Me sentía muy avergonzada, además de asqueada por mi misma. Me limpié con un pañuelo que tenía y miré al murciélago de reojo. Él estaba sonriendo de forma burlona.

—No es gracioso...

—Para mí si lo es.

—Quiero lavar mi boca, volveré a mi anexo y después los encontraré a ti y a Lucien.

—Iré contigo.

—No lo hagas. Puedo ir sola hasta ahí.

—Te veías muy pálida y torpe al caminar. Pareciera que Iante te dio una paliza, aunque no me explico cómo, porque no hizo nada.

—Es por su energía... Cuando hay mucha negatividad, mi cuerpo no lo resiste y sucede esto. Es algo normal para mí.

—No creo que sea normal. Ahora que recuerdo, hace unos meses estuviste conmigo y ese pelirrojo en mi cama, ¿no estás embarazada?

—¿Qué?

—Me haré responsable y los cuidaré bien a ti a ese niño. No puedo abandonar a mi hijo.

—No bromees con eso. Nada pudo pasar esa noche. Lo recordaría.

—Estabas muy alegre con esa bebida, te pusiste intensa y no pude rechazar tal invitación.

Me quedé en silencio. Era verdad que estaba lo suficientemente drogada como para no recordar nada más que imágenes breves, pero ninguna involucraba eso... ¿O si?

Tenía que preguntar a Lucien si había posibilidad, pero no lo creo. No era posible.

—Seguro quieres engañarme, ahora cállate, iré a lavar mi boca yo sola.

—De ninguna manera. Te acompaño, no quiero que caigas a mitad de camino.

—Eres muy amable, demasiado. No necesito tu hipocresía. ¿Qué más quieres? Te dije que iré contigo un tiempo, voy a colaborar contigo por un bien común, entonces, ¿qué más quieres?

Ya no aguantaba a ese sujeto. Me exasperaba su forma de tratarme. Cualquier fan estaría emocionada por estar junto a este tipo aunque sea unos segundos, pero yo no. Él tiene a la protagonista, se casará quizá con ella.
Rhysand es el protagonista, yo sólo una extra, así que no puede ser.

—Quiero tenerte en mis manos Clare Beddor, me gustas, por eso planeo conservarte. No importa el precio que pongas, yo lo pagaré.

—Mira, no estoy en venta. No voy a dejar que me pongas correa y me pongas en una vitrina para exhibir a otros que tienes a la humana más rara de todas.

Comencé a caminar con él detrás de mí, apresuraba el paso y él hacía lo mismo. Corrí hasta cansarme pero él me alcanzó.

—Ese vestido te hará tropezar, mejor deja que te lleve, será más rápido.

—No quiero. ¿Por qué no me entiendes?

Nuestra pelea debió ser muy vistosa porque la mayoría había detenido su conversación y nos observaban.
Quería esconderme y evitarlos a todos, de pronto me sentía muy enojada. No era una situación de romance para mí, para mí papel en esta novela, sino la supervivencia.
El romance era cosa para Feyre y Rhysand, no para mí. No sabía ni como era tener que elegir a una persona y darle todo de mí.

—Ya te lo dije, no voy a declinar mi propuesta, dime que quieres y yo te lo daré.

—No puedes darme lo que quiero.

Entré a mi territorio, ya no importaba si me seguía o no. Él no podría darme lo que yo quería, no podría hacerme regresar a mi mundo o al menos comunicarme con mi mamá para decirle que estaba bien.

—Tamlin, ¿desde cuando está Clare aquí?

Preguntó Feyre con curiosidad.

—Dos meses, casi tres.

—Ha cambiado mucho. No se parece a la joven del pueblo que conocí.

Tamlin tenía dudas sobre quien era Clare, si Feyre la conocía, le daría pistas sobre con quien se relacionó para saber lo de su maldición y sobre Feyre.

—¿Cómo era?

—Le gustaba pasear con mi hermana Nesta y se peinaba y arreglaba cada día. Soñaba con casarse, era ese tipo de persona.

Feyre no sintió que Clare tuviera interés en Tamlin, pero si que ese hombre que tanto la cuidó, ahora tenía cierto interés en otra y era una conocida suya. Empezó a pensar que podría perder el interés de Tamlin, no le gustó en absoluto.















































💕💖💕 Feliz día de San Valentin a todos. Gracias por leer.

Bajo la Montaña -Clare Beddor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora