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Estaba empezando a aburrirme, había dormido mucho y perdido también la noción del tiempo. Rhysand no dejaba de mirarme, como si con ello quisiera leer mi mente, agradezco que no lo pueda hacer o estaría en muchos problemas.

No había leído el segundo libro o los demás y honestamente me preguntaba cómo era el reino de este murciélago.
Según escuché de algunos, tenía un lugar bonito, con sueños y colores... Bueno, eso último es una suposición mía.

—Deja de mirarme, me harás un agujero en la cara.

—Eso no es lo que haría o pretendo.

—Pues aún así, deja de hacerlo, me es muy incómodo.

—¿Por qué?

—Porque tu mirada es muy intensa...

—¿Hace ir más rápido tu corazón?

—Tipo odioso...

No podía en verdad, estaba muy cansada de su sarcasmo y de su constante intención de conocer mis secretos.
A este punto deseaba bajar ya mismo del carruaje.

—Estamos a punto de llegar...

Escuché lo que dijo pero mis ojos se cerraron, tal vez por el cansancio o algún truco.

Cuando abrí mis ojos estábamos en un lugar muy lúgubre, con velas de luz negra, gárgolas y más utilería del castillo de Drácula. Yo estaba en las piernas de Rhysand mientras otros elfos miraban con cierto interés en nuestra dirección.

—¿Qué haces?

Intenté bajarme de su regazo, no quería volver a ser parte del show de los elfos, no después de lo que experimenté bajo la montaña con Amy.

—Quédate quieta, están reconociendo tu rostro.

—Pueden hacerlo aún si no estoy pegada a ti.

—No tienes por qué ser tan tímida.

—Mi mamá me dijo que no podía dejarme engañar de un hombre, claramente tu me estás tratando de embaucar.

—Tu siempre haces que quiera reír.

No me había percatado pero el lugar se veía muy tenebroso, como si tuviese un aire draculesco, gárgolas, cortinas oscuras, alfombras gruesas, muchas criaturas de caras frías y amenazantes.
Olvidé que estaba en una incómoda posición debido a la fuerte presión que sentía viniendo de todas esas personas, no, elfos.

Tuve la impresión de que ellos estaban alertas conmigo, sus miradas denotaban curiosidad, desconfianza y también burla.
Realmente me hizo pensar en Amarantha y la montaña, esa cárcel y esa mascarada grotesca.

—Rhysand, ¿qué es este lugar?

—Creí que ya lo sabías.

Me respondió con sarcasmo.

—No es que sepa cada detalle, sólo lo importante.

—Este es mi reino, seguramente te divertirás, hay muchas criaturas interesantes.

Su sonrisa burlona me hizo sentir enojo y también miedo. Si me estaba mostrando un lugar así de lúgubre y no el lugar utópico que se mencionaba antes, es que no confiaba del todo en mí.

Rhysand sólo era lindo con la protagonista, como todo buen romance cliché y yo en definitiva no soy más que un personaje extra que sirvió de sacrificio.

Tenía que ir con cuidado al tratar con este sujeto, porque simplemente no sabía en qué momento él me podía atacar.

—Es un lugar... pintorezco. Pero no veo aquí a mis padres y hermanos, ¿dónde los tienes?

—Yo creí que lo sabrías ya, también de este lugar.

—Sé que este es tu territorio, el reino de las sombras.

Me molestaba y preocupaba mucho el no saber más detalles sobre este lugar y sus habitantes. Si yo demostraba ignorancia, este tipo se desharía de mí y de mi familia, por mi bien y el suyo, tenía que ser inteligente y encontrar una manera de tener a este murciélago en mis manos.

Si tan sólo pudiera seguirlo chabtajeando con contarle a otros sobre sus secretos...

—Luces muy pálida de repente, ¿sucede algo contigo querida?

—Ojalá supiera de todos tus trapos sucios...

—¿Qué?

—Quiero decir, yo no leo la mente tampoco, así que sólo puedo suponer que no veré hoy a mi familia hasta que pase alguna prueba ideada por ti, lo que me resulta muy injusto ya que nosotros no tenemos nada que ver contigo y con tus cosas.

—No tenían, pero después de que abrieras esa linda boquita para mencionar ciertas cosas y circunstancias, me es difícil dejarlos ir tranquilamente entre humanos y faes.

—Ellos no saben nada.

—Lo sé, a diferencia de ti, pude leer sus pensamientos y recuerdos y ellos en verdad no tienen idea de nada.

—Si lo sabes, déjalos en paz.

—Eso no es algo que pueda hacer. Ellos no saben lo que tú, pero te mantienen en mis manos, lo que los vuelve útiles.

—¡Eres un maldito!

Mi voz de pronto surgió de mi garganta mostrando mi indignación y mi cólera. Ese sujeto simplemente era un tirano, alguien que usaría cualquier medio para tenerme atrapada. Tamlin también lo haría, los otros altos lords supongo que no serían diferentes porque los que tienen el poder, son así.

—No te exaltes tanto querida. Yo estoy siendo muy comprensivo, no te he torturado ni tampoco intentado otros métodos más inescrupulosos en ti.

—¿Secuestrar a mi familia no es algo inescrupuloso?

—No es un secuestro, estoy cuidando de ellos muy bien.

Mi cuerpo gritaba de tensión, necesitaba apartarme de él antes de arañar su cara, lo único bueno de ese tipo.

Ahí no podía hacer nada, al menos por el momento era mi situación, él estaba en casa y en su territorio, su terreno de juego, en cambio yo sólo era una forastera que no tenía garras para defenderse.

Apenas estaba viendo los alcances de este sujeto. Su plan marchaba a la perfección, me había acorralado en su castillo de Dracula 2.0 combinado con tinkerbell.

Había sido muy ingenua al ir tan fácilmente a su reino. Las cosas no pintaban bien para mí. Pero no por ello me iba a rendir, aún tenía mis trucos y encantos para usar.

—Recuerdo que el acuerdo era no dañar nos a mí y mi familia de ninguna manera.

Los ojos violetas de Rhysand se curvaron en una sonrisa parecida al gato de Chessire.

—Lo recuerdas bien.

—Por eso no te atrevas a tratar de romper esa promesa. Puede que seas muy rudo, pero no pienses que no te morderé si me presionas mucho.

—Esto es muy divertido.

































// Hola de nuevo, han pasado como 1000 años... Disfruten

Bajo la Montaña -Clare Beddor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora