Capítulo XV

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Todo quedó en silencio. El único sonido en la habitación era los latidos erráticos de mi corazón que galopaba en mi pecho. Tal vez las palabras no habían dejado mis labios. Tal vez solo había sido un errante susurro que se había llevado el viento.

Era peligroso. Desnudarle mi alma a la única persona con el poder de destruirme tan fácilmente podría ser mi fin. Estaba aterrorizada porque Miguel era el único que podía realmente hacerme daño. Sabía que podía vivir sin él, pero mi mayor miedo era que ya no quería hacerlo. Ya no quería vivir sin él a mi lado

Pero también sabía que era momento de tomar una decisión. Las palabras que dejarían su boca en los próximos segundos marcarían un antes y un después para nosotros, y, aunque me destruyera el alma, ya era hora de dejarlo ir.

Observé el movimiento suave de los hombros de Miguel mientras se alzaban y caían con su constante respiración. La calma que transmitía en ese momento me hizo preguntarme otra vez si solo había dicho que lo amaba en mi cabeza, pero la tensión que también irradiaba su cuerpo lo delataba. Él me había escuchado con claridad. No iba a negar de mis sentimientos otra vez. Hacía miles de años ya que sabía cuánto lo que sentía.

—Yo no sé muy bien que es el amor, Lilith —respondió finalmente con la voz llena de agonía contenida—. Al menos no ese amor del que hablan los humanos, pero creo que, de alguna forma, yo también te amo.

Cerré mis ojos, intentando evitar que se derramaran mis lágrimas. Me froté el pecho con mis manos, queriendo aliviar esa opresión que me robaba el aliento. Debería estar contenta, pero no lo estaba, porque las palabras de Miguel no eran una confesión de amor.
Eran una despedida.

—Me amas, pero no lo suficiente. No de la forma correcta. Nunca permitirías que algo tan banal como un sentimiento humano reine sobre tu existencia. A veces sentir vale la pena, Miguel. Aunque duela al final, siempre ha valido la pena.

¿Dónde estaban los demonios cuando necesitaba que me atormentaran? ¿Dónde estaba la oscuridad de mis pesadillas cuando quería que me tragara por completo? Miguel era la único que mantenía la sombra de la vieja Lilith viva, haciéndome anhelar cosas que ya no estaban a mi alcance. Y si había algo que dolía más que sus palabras, era su silencio. Ya era hora de dejar el pasado donde pertenecía.

En el olvido.

—Ahora necesito que me cumplas un último deseo, Miguel. Solo pediré algo más de ti —susurré calmadamente mientras apretaba mis palmas en puños. Cada molécula de mi cuerpo añoraba tocar su piel por una última vez, mis dedos me rogaban porque los dejara enredarse en sus mechones claros.

—Lo que me pidas, Lilly, lo haré.

Respiré profundo. Ya no podía seguir en este círculo vicioso. Había sufrido demasiado por mis pecados, y tener a quién más amaba tan cerca, sabiendo que estaba fuera de mi alcance, era la peor tortura de todas. Los secretos que nos rodeaban me estaban consumiendo, no podía engañarme a mí misma pensando que algo cambiaría entre nosotros, porque no sería así.

—Necesito que me dejes ir. Vete y no vuelvas, Miguel. Dame tiempo para aprender a vivir sin ti antes de que esta agonía me consuma para siempre.

Miguel tomó una respiración pesada antes de voltear su cabeza y encontrar mis ojos por encima de su hombro. Las orbitas azul celeste me tomaron por sorpresa con su intensidad, ahogándome poco a poco en el mar de emociones reflejadas en ellas.

—¿Es lo que quieres? —preguntó con la voz ronca.

—Es lo que necesito.

Un nudo se formó en mi garganta, ahorcando las palabras.

Lilith (Almas Perdidas Libro 1) √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora