Nueva York, 1965
—Lilly. ¡Lilly! ¿Me estás escuchando? —Elizabeth chasqueó los dedos frente a mi rostro, trayéndome de vuelta al presente. Estaba tan atrapada en mis pensamientos que me había olvidado por completo de mis alrededores.
«En serio te amo, eres mi mejor amiga, pero si te atreves a perderte por Saturno otra vez, creo que te estrangularé. Necesito que te enfoques. Este artículo es importante y solo tenemos siete días para terminarlo. ¡Siete malditos días, Lilly! —El rostro de Elizabeth en ese momento era el puro ejemplo de la histeria.
Después de ahogar una carcajada en la servilleta, decidí aplacar un poco a mi estresada amiga.
—Lo terminaremos, no te preocupes. Siempre encontramos la forma de salir ganado en todas las situaciones.
—Tienes razón. Pero…
—Sin peros, Elizabeth —la interrumpí antes de que siguiera parloteando hasta nunca acabar—. Terminaremos ese artículo en la fecha prevista y ya está. ¿Qué tal si primero almorzamos en paz, y luego nos tomamos por los cabellos y sacudimos hasta que salgan ideas? .
Nos habíamos encontrado para almorzar en nuestro lugar usual: un viejo restaurante cerca del edificio de nuestro periódico. “Los Rodríguez” cocinaban, sin duda alguna, la mejor comida en la ciudad. El restaurante era pequeño, con paredes pintadas de un color azul celeste tan particular, que me recordaba a los ojos de Miguel. Retratos que contaban la historia de las generaciones pasadas tapaban cada centímetro libre del lugar, haciendo que el local pareciera un álbum de recuerdos más que un restaurante cualquiera. Las pequeñas y ovaladas mesas estaban situadas una cerca de la otra, casi tocándose, y el ambiente de alegría y solidaridad que cargaba el ambiente era suficiente para atrapar el corazón de cualquier comensal que cruzara sus puertas.
Amaba ese lugar, y no solo por su deliciosa comida, sino porque estar ahí, sentada con las personas que admirábamos y queríamos; se sentía como estar en casa.
Pero, por supuesto, Elizabeth discrepaba conmigo, quejándose sin parar sobre como siempre escogía el mismo restaurante barato para almorzar, solo porque estaba cerca del edificio del New York Times, el periódico donde trabajábamos. Sin embargo, las quejas se detenían cuando ponían la comida en la mesa y ella la devoraba como si fuera lo más delicioso que había probado jamás.
—No parecías estar muy hambrienta hace cinco minutos. Tu comida estaba prácticamente gritándote para que la comieras —señaló mi mejor amiga. A veces olvidaba que Elizabeth era muy intuitiva, hecho que la hacía una exitosa periodista. Una de las mejores, si le preguntaban a ella.
Si me hubieran dicho en el pasado que encontraría una amiga tan especial, que invadiría mi vida con sus salvajes ojos verdes y sonrisa brillante, llenando mis días con sonrisas y sarcasmos, no me lo hubiera creído.
Elizabeth era una feminista hasta la médula, incluso se reusaba a ponerse faldas. »Los pantalones son la nueva moda, Lilly«. Eso es lo que siempre solía decir. Y no es como si ponerse pantalones la hiciera ver menos hermosa. Muchos hombres volteaban sus cabezas cuando ella caminaba por las calles de Nueva York. Con su figura alta y delicada, sonrisa dulce y cuerpo de bailarina; Elizabeth comandaba la atención de todos como muy pocas personas podían.
—Muy bien. Dime que tienes en mente para el artículo —cedí, sabiendo muy bien que no pararía de insistir hasta que escuchara a lo que tenía que decir.
Elizabeth Marlow y yo trabajábamos como periodistas en el New York Times, uno de los periódicos más importantes del país. Nunca había imaginado que el periodismo fuera algo que disfrutara hacer tanto como lo hacía, pero, a veces, la vida nos sorprende con lo que menos esperábamos.
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Lilith (Almas Perdidas Libro 1) √
Paranormal[The Watty's 2023] [18+] "ᴇʟʟᴀ, ϙᴜɪᴇ́ɴ ʀᴇɪɴᴏ́ ᴇɴ ʟᴀ ᴏsᴄᴜʀɪᴅᴀᴅ, ɴᴏ ᴅᴇʙᴇʀᴀ́ ᴄᴏɴᴏᴄᴇʀ ʟᴀ ʟᴜᴢ" Lilith es condenada a vagar por la tierra después que su traición le arrebatara todo lo que creía preciado. Con el corazón contraído por la perdida, se refugia...