"La Subasta"

150 26 12
                                    


Érase una vez una historia ,unos dicen que falsa, otros que verídica y uno que otro pìcaro, verdadera. La misma tuvo lugar en la Plaza Ilusión, lugar céntrico de la ciudad y referente en muchos paìses. En dicha plaza terminaban varias calles, entre ellas Soledad, Miedo, Angustia, Apariencia, Lujuria e Inmadurez. O sea, los caminos variaban para quienes iban al lugar, pero el propósito no dejaba de ser el mismo.Todos se dirigían a La Subasta.

Una noche al año, el avaro Don Felo realizaba este esplendoroso evento nocturno al que asistía el público más fino y acaudalado de cada región. Dicha gala era celebrada en Él Método, siendo este el palacio más antiguo del país y segundo en fama después de la plaza en la que se ubicaba. Era la primera vez para Doña Irina, cierta viuda aparentemente millonaria, llena de dudas sobre su solitaria vida pero convencida de la eficacia de la herramienta a utilizar para revertir la situación. En realidad era la única que le habían enseñado a usar desde pequeña, la más eficiente según la televisión, la más flexible y fácil de manejar, sin requisitos fìsicos, éticos ni morales para su uso: el dinero.

Irina es recibida sin escatimos en elogios y alabanzas, a la vez que la conducen por un pasillo oscuro hasta un amplio salón similar a un anfiteatro, con decoración exquisita, la mejor mezcla de aromas y fragancias en el aire, además de una música ambiental perfecta. Al estar todos sentados son apagadas las luces del salón, permaneciendo una iluminando a Don Felo en el escenario. Por cierto, nadie lo había notado antes. Algo que no asombra debido a su pequeño tamaño.

El anfitrión se dirige a su público:

-Buenas noches tengan todos. Antes de comenzar el show, perdón, el acto, les quiero agradecer por estar aquí. Este año La Subasta les trae la mayor variedad de artículos, pero comenzamos con una nueva tradición: Venderemos corazones, por lo que les aseguro mis queridos que nadie saldrá sin compañía de aquí.

Casi ni termina de hablar cuando lo interrumpe aquel bando de millonarios con aplausos y ovaciones.Finalmente tendrían lo que tantas compras no llenaron.Muchos pensaron que ahora sí estarían satisfechos.

La noche transcurría mientras La Subasta exponía la mejor mercancía: corazones cultos, corazones ignorantes, corazones apuestos, corazones ingenuos, corazones exóticos, corazones dominantes, corazones sumisos, corazones baratos y otros muy caros, corazones románticos y algunos hasta excelentes en la cama.

Doña Irina y sus amigos se daban banquete.Todos compraban y compraban, mientras Don Felo solo miraba, reía y contaba.

Para cuando la noche acabó Don Felo era más rico que sus clientes pero estos ni cuentas sacaron. Cada quien salió casi corriendo con su corazón agarrado de la mano.Entre ellos, la pobre Irina quien había gastado lo que le quedaba comprando un corazón versátil.

No había pasado el año de garantía para que el auto de la ricachona se hallara otra vez parqueado frente al palacio.Todos miraban aquel triste escándalo.

Mientras su chofer esperaba, la Doña lloraba y gritaba frente a la monumental residencia. Arrojaba piedras, se rasgaba las ropas, vomitaba groserías contra Don Felo.

-Estafador, avaro, vil, maldito. El corazón que me vendió tiene defectos de fabricación.

Nadie abría los portones ni se asomaba a las ventanas. No había servidumbre ni amo en El Método, todos se habían marchado.

Una anciana indigente que mendigaba por la zona, apiadandose, decide acercarse a la humillada dama y le preguntar la causa de su llanto, de su indignación.

Irina contesta:

-Gasté lo que me quedaba comprando un corazón falso. Es cierto que es joven,batractivo, bueno en la cama, educado, justo. Es de todo ese corazón. Él ríe cuando río, llora cuando lloro, me acaricia cuando se lo pido, se aleja cuando se lo ordeno, y mientras más le doy, más fuerte me abraza.

Pero mi corazón es falso,bno sabe qué hacer cuando le digo que sea real, que me bese sin que se lo pida, o que se equivoque y que se gane el perdón con un lindo detalle, pues nunca se equivoca ese maldito corazón. Cada mañana lo odio más, cada vez que veo esa cara sin defectos, esos ojos cristalinos mirándome fijo, esperando una orden en vez de ir y hacer cualquier cosa. No importa si se equivoca, si hace mal el desayuno, o si quema la cocina. La más humilde iniciativa justificaría los millones que me gasté.

Irina no pudo seguir, y continuó llorando.
La anciana con las manos sucias le limpia las lágrimas, se aleja un poco y a modo de reprimenda le dice.

Le gritaste al negociante estafador cuando fuiste tú quien quiso robar amor con un contrato que en estas cuestiones no vale nada; le dijiste ávaro y peor fuiste, queriendo ganar más de lo que das, tratando de poseer lo más lindo que tiene la vida sin tener la más mínima cualidad para merecerlo; lo calificas cómo vil, a pesar de ser tú quien compró a una persona como se compra un perro y se enseña al mismo,con premios y golosinas, a pasar la lengua por los pies. Y finalmente lo maldices pero un maldito no puede condenar a otro. Tu maldición es la soledad mi pobre Irina y seguirá siendolo hasta que entiendas que los corazones no se venden que los besos no se cotizan ni las caricias se negocian.

Antes de que preguntes cómo sé tu nombre, aquí te entrego una mensaje de Don Felo.

La anciana la abraza y se va. Irina, terriblemente sedada por la alta dosis de verdades que recibió en menos de un minuto no se percató de que la señora se alejaba.

Al abrir el papel solo había una carita feliz dibujada y debajo una nota con terrible caligrafía:

-Les prometí que tendrían compañía pero nunca dije que por eso dejarían de tener soledad. Gracias por asistir a La Subasta.

La Metáfora De Los 7000 MillonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora