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ALLISSON

¿Dónde mierda estaba papá?

Volví a sacudirla, viendo como su cabeza colgaba flácidamente. Hizo que me doliese el estómago.

-¿Mamá, despierta! ¿Puedes oírme? Soy Allisson -Miré a mi alrededor frenéticamente, luego cogí un trapo de la pileta.

Mientras se lo pasaba por la ensangrentada cara, volví a fijarme de nuevo en que Ethan estaba de pie en la entrada, sus ojos azules ahora estaban llorosos y muy abiertos.

-Mami duerme -susurró.

Un evidente y resbaladizo charco había en el suelo en frente de la nevera. Con las manos temblando, metí un dedo en la viscosa sustancia y olí. ¿Aceite vegetal? ¿Qué demonios?

Le limpié más sangre de la cara y noté una pequeña herida en la sien, casi invisible bajo la sangre y el pelo.

-¿Morirá? -preguntó Ethan, y le miré con dureza. Aunque sus ojos estaban
abiertos como platos, y las lágrimas brillaban en los bordes de sus ojos,
parecía más curiosidad que otra cosa.

Aparté bruscamente la mirada de mi hermano. Tenía que conseguir
ayuda, papá se había ido así que lo único que me quedaba era llamar a una ambulancia.

Pero, en el momento en que me levantaba para coger el teléfono
Mamá gimió, se movió abrió los ojos.

Mi corazón pegó un brinco.

-Mamá -dije mientras se esforzaba por
sentarse, con una mirada aturdida en la cara- No te muevas. Llamaré al 911.

-¿Allisson? -Mama miró a su alrededor parpadeando.

Levantó una mano para tocarse la mejilla, y se quedó mirando fijamente la sangre de sus dedos.

-¿Qué ha pasado? Debo... debo de haberme caído...

-Te has golpeado la cabeza -contesté, me puse de pie y busqué el teléfono- Es posible que tengas una conmoción. Espera, voy a llamar a la ambulancia.

-¿La ambulancia? No, no -Mamá se sentó, parecía un poco más despejada- No hagas eso cariño. Estoy bien. Limpiaré esto y me pondré una tirita. No hay necesidad de meternos en esos líos.

-Pero, Mamá...

-Estoy bien -Mamá me quitó el  trapo y comenzó a quitarse la sangre de la cara- Siento haberte asustado, pero estarás bien. Sólo es sangre, nada serio. Por otra parte, no podemos pagar la abultada factura de un doctor.

Se enderezó repentinamente y buscó en la habitación.

-¿Dónde está tu hermano?

Sorprendida miré hacia la entrada, pero Ethan se había ido.

Las protestas de mamá fueron en vano cuando papá llegó a casa.

Le echó un vistazo a su pálida y vendada cara, se puso furioso, e insistió en ir al hospital. Papá puede ser obstinadamente tenaz cuando tiene que serlo, y mamá siempre acaba cediendo ante la presión.

Ella seguía dándome instrucciones,
cuida de Ethan, no le dejes quedarse levantado hasta tarde, hay pizza
congelada en la nevera. Mientras papá la metía a la fuerza en su maltratado
Ford y se marchaba, haciéndolo rugir a lo largo de la calle.

Mientras el camión giraba en la esquina y desaparecía de la vista, el
gélido silencio descendió sobre la casa una vez más.

Me estremecí, frotándome los brazos.

La casa en la que había vivido la mayor parte de mi vida parecía desconocida y atemorizante, como si algo se escondiese en los armarios y en las esquinas, esperando para agarrarme cuando pasase por delante.

HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora