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ALLISSON

Por la noche, me senté sola,
mirando el techo hasta el amanecer.

Escuchaba la voz de Hades haciendo eco dentro de mi mente.

El recuerdo de su ronca voz y sus intensos ojos verdes se apoderó de mí.

El recuerdo me dejó sin aliento, como si estuviera cayendo en un sueño oscuro, sin forma de despertar.

¿Qué sucedía conmigo?

Intentando llevar mis pensamientos a algo más productivo, intenté descubrir cómo me había contaminado en primer lugar.

No parecía algo muy común, ya que la profecía había estado dando vueltas por un tiempo y nadie más había tenido este problema antes.

Invité a Robbie a pasar la noche, e intentamos descifrar cómo había sucedido.

Él se sentó en mi cama, me
entristeció, porque sabía que nunca seríamos solo nosotros de nuevo.

Siempre habría un elemento de desconfianza entre nosotros.

-He investigado algunas cosas para ti. No había mucha información. Creo que lo encontré, pero es raro -me miró, metiendo sus pies debajo de él.

A Robbie le gustaba acurrucarse como una pelota cuando
estaba nervioso. Aparentemente, estaba más que nervioso porque no podía apretujarse más.

-Puedo lidiar con lo raro. Cuéntame -mi corazón se aceleró ligeramente.

La esperanza fluyó a través de mí.

Aprendería lo que lo había causado, y luego podría cambiarlo, ¿verdad?

-Todo se reduce a la sangre. La sangre de demonio es poderosa, y funciona diferente a la sangre de ángel. La sangre de ángel se acumula y te hace más... tú. Sólo que mejor. La sangre de demonio es más como ácido, se arrastra dentro de tu cuerpo, corrompiéndolo lentamente,
apoderándose de ti lentamente -hizo una pausa, mirándome-
Los demonios tienden a sacar el alma y entonces añadir su sangre. Abren la frente de la víctima, y cubren la cicatriz con sangre de demonio. Ésta entra en el torrente sanguíneo a través de la marca y une a la víctima y al demonio al mismo tiempo. Tienes una marca en vez de una cicatriz. No llegó tan lejos. Pero... tuvo que haber sangre. ¿Él sangró? ¿Hay alguna posibilidad, durante el beso con Hades, de que tú hayas accidentalmente... tragado su sangre? -Robbie formuló la pregunta como si fuera lo más bizarro e improbable del mundo.

Y lo era... o lo hubiera sido.

Pero sí lo hice.

Mi estómago se hundió.

-Le mordí el labio. No podía interrumpir el beso. Él era demasiado fuerte... así que lo mordí. Fuerte.

Él pareció perturbado.

-¿La bebiste? -sus labios se fruncieron en una expresión de disgusto.

-No -dije- no la bebí. La escupí toda. Su sangre corrió por mi rostro, sobre mí. Pero no creo que haya tragado algo -aferrando mis brazos, los apreté con fuerza contra mi pecho, y comencé a pasearme de nuevo.

Recordaba claramente tener la sangre en mi boca, pero no podía recordar ingerirla.

Y parte de la noche era un borrón.

No sabía lo que había sucedido.

En un momento estaba consciente, y al siguiente
estaba en brazos de Robbie.

Todavía no sabía lo que él había hecho para reanimarme. Pensé que había muerto.

-¿Qué pasa si la tragué?

Él se apoyó contra la pared, sus piernas colgando del lado de la cama.

-No lo sé. Nunca nadie la bebe. Los que lo hacen, usualmente
mueren. Nadie ha estado atascado en el medio antes -Pasó su largo cabello sobre el hombro- Es posible que ingirieras una pequeña cantidad, y eso fue lo que causó que tu vieras la marca, contaminándote, como dijo la profecía.

Lo miré, horrorizada.

-Entonces, ¿eso es lo que lo causó? Sangre de demonio... -La única
cosa que podía hacer para liberarme, era también lo que me condenaba.

Mierda. ¿Cómo me sucedió esto a mí?

Sintiéndome enferma, envolví mi cuerpo con los brazos, y miré por la ventana al cielo renegrido.

El frío del cristal se filtraba a través de él, y me estremecí.

-¿Qué sucede con mi alma? Él sacó un gran trozo, pero no sé cuánto. Pensé que la había tomado toda. Pensé que había muerto.

Su expresión era afligida.

-Todavía tienes alma, de lo contrario esa marca en tu frente sería de color rojo brillante. Y tú estarías muerta -exhala fuertemente- Ayer lo volviste a besar, pero ¿no hubo sangre verdad? -automáticamente negué con la cabeza- Bien, aun asín no debiste haber echo eso. El beso causó que te vieras en el espejo de esa manera tan débil. Con los besos puede robar tu alma. Pero ahora estás bien, mientras
tengas suficiente de tu alma, no puedes convertirte en una de ellos. No completamente -dijo.

Cerré los ojos, presionando mi mano contra la frente.

Me maldije a mí misma.

Yo me hice esto a mí misma.

Después de un ataque de pánico
que duró uno o dos días, la ira lentamente se convirtió en algo más; algo oscuro.

Si Hades no me hubiera atacado, no hubiera sucedido.

No hubiera sido contaminada.

No sería la chica de la profecía.

Pero yo fui la que lo hizo. Yo fui la que lo hizo sangrar. Al final, era mi culpa.

Incluso lo volví a besar.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo.

Y yo sólo podía pensar en una cosa.

Todos los que habían bebido sangre de demonio morían.

Todos... excepto yo.

HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora