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ALLISSON

El miedo y la desconfianza estaban luchando con los sentimientos tan raros que estaba  sintiendo hacia él.

El rostro de Hades vaciló. Su postura segura derretida, mientras físicamente se alejaba de mí, levantando sus manos, para que yo pudiera ver sus palmas.

-Ally. Eso no es… una buena idea.

Con los ojos fijos, di un paso hacia él, viendo su fachada llena de confianza.

Pude sentir el latir de mi corazón profundamente en mi interior.

Necesitaba quitarme este sentimiento.

Nada más. Querido Dios, nada más.

-Ya lo hiciste una vez.

Hades deslizó sus pies hacia atrás, aumentando la distancia entre
nosotros, pero sus ojos no abandonaron los míos.

-Ally, ahora no es un buen momento -Su pie se deslizó otro paso hacia atrás.

Mi mirada se quedó fija en sus ojos verded sin pestañear. Mi voz
susurró: -Solo un beso.

Tiré el cuadro a escasos pasos de nosotros.

Sabía que lo tenía.

Entonces di otro paso hacia él, cerrando el espacio entre nosotros.

Rompió mi mirada y miró hacia otro lado.

Causandome como si alguien vertiera hielo por mi espalda.

Cerré los ojos poco a poco, sin saber qué pensar, demasiado temerosa para moverme.

-Estas tentando al demonio, Ally -dijo con urgencia, contra mi oreja.

Estaba cerca.

Podía sentir mis sentidos
enfrentándose.

Raras sensaciones se deslizaron por mi columna vertebral mientras me acercaba a un demonio que parecía querer robar mi alma.

Nunca supe que tenía una hasta recientemente.

Y entonces actué antes de que
el pensamiento pudiera formarse en mi mente, sabiendo que si lo hacía, dolería. Pero algo me empujó, llamando desde muy
adentro, y tuve que hacerlo.

Mirando a su cara, me incline y rocé mis labios con los suyos.

Ahora sus labios se encontraban pegados contra los míos de una manera que se sintió sensual, como si me deseara de cada manera posible.

Mi respiración quedó atrapada en mi garganta cuando un horrible dolor atravesaba mi cuerpo.

Algo en el fondo de mi cuerpo justo en el pecho se despertó.

Comenzó a abrirse paso a través de mi corazón.

El corazón estaba acelerado, como si mi cuerpo estuviera luchando por su vida.

Me gustaba pero dolía tanto a la vez.

Separó nuestros labios.

Cortando cualquier sensación menos el dolor agonizante que todavía surcaba por mi cuerpo.

Y entonces un pánico total me atravesó cuando su mano me apretó el cuello, de modo que me costaba respirar.

Le golpeé los brazos y el pecho con los puños.

-H..a...d..es -no podía hablar, solo podía mirar sus ojos que se habían vuelto rojos.

Empecé a notar como piedrecillas que se me clavaba en mi interior, y entre la masa de pensamientos confusos y entonces lo supe: «Hades es un demonio despiadado y nada cambiaría eso»

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Empecé a notar como piedrecillas que se me clavaba en mi interior, y entre la masa de pensamientos confusos y entonces lo supe: «Hades es un demonio despiadado y nada cambiaría eso».

No había palabras más ciertas que esas.

La desesperación nubló mis sentidos.

Le clavé las uñas en la mano, pero no paraba por mucho que lo intentara.

Notaba la oleada de mis propias lágrimas.

Levanté la mirada hacía el techo donde una cristalera se encontraba.

El cielo oscuro, y la luna era una sombra pálida y distante.

No te desmayes. No te desmayes.

Me forcé a abrir los ojos, que me picaban de forma antinatural.

Algo dentro de mí se rompió.

Él se había vuelto loco.

Quería gritar, pero no podía hablar.

Estaba siendo brusco y aterrador.

El fuego lamía mi estómago, encendiendo mis entrañas.

No quería sentir este dolor más.

Deseé morir, pero en su lugar me dejó caer de rodillas al suelo.

Mi cuerpo se sentía como si estuviera en llamas y desapareciendo en el aire.

No tenía idea de cuán lejos había ido con esto.

El ardor no se detenía.

Quería gritar, pero no tenía aliento para hacerlo.

Me aferré al suelo, tosiendo mientras mi cuerpo protestaba por lanzarlo a través del espacio y quemarlo.

Luché contra la tentación de
tumbarme en el frío suelo, y me empuje a mí misma.

El dolor de mis entrañas gritó, y apuñaló mis costillas cuando me moví.

Pero eso se terminó cuando un grito detrás de mí se hizo eco perforando mis oídos.

Miré hacía él.

Su cuerpo se contorsionaba mientras echaba la cabeza hacia atrás, gritaba fuertemente.

Hades estaba cambiando de forma.

Los huesos le crujieron y la piel se desgarró.

Las alas negras de Hades se desplegaron a su espalda, extendiéndose dos metros a cada lado de él.

Su cuerpo pasó a los estados
finales de la transformación.

Se quedó rígido durante un momento, y entonces me miró.

Sus ojos seguían rojos como la sangre.

Y aquello… Bueno, aquello no era bueno.

HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora