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ALLISSON

Robbie era lo suficientemente inteligente para no preguntar qué sucedía.

Conducimos en silencio.

Lo miré navegar por el
tráfico del mediodía.

Su cabello perfectamente peinado enmarcaba su rostro.

Había una leve sonrisa en sus labios.

Siempre estaba ahí.

Él no les hacía gestos obscenos a las otras personas, no insultaba, y no mentía.

Yo, por otro lado, no era tan buena.

Mentía.

Mucho.

Todavía mirándolo, me desplomé en el asiento.

Robbie me atrapó observándolo por el rabillo del ojo.

-¿Qué?

Sacudí la cabeza, apartando la mirada.

-Nada. Es sólo que nunca antes lo había notado... que eres un buen
chico. Bueno. Sólo eres... tú. Nunca lo había notado, pero claro, no he notado muchas cosas -mi mente comenzó a vagar, mientras observaba el mundo borronearse fuera de la ventana.

El último año de mi vida era prácticamente una nebulosa.

Me había perdido muchas
cosas.

-Notaste lo suficiente. Y no te preocupes por lo de hoy. Tengo que reunirme con Julia, tú hablaras con Al.

-Gracias, Robbie -Pasé mis rizos por sobre el hombro, y lejos de mi rostro.

Eric me miró y me dio una de sus arrebatadoras sonrisas, antes de volver su mirada al tráfico.

Estacionamos en la parte trasera del edificio de la iglesia, y salimos de la camioneta.

Robbie caminaba a mi lado.

Se sentía como si ambos
hubiéramos sido llamados a la oficina del director.

Robbie no dijo nada cuando abrió la puerta de un tirón.

Atravesando el umbral,
inmediatamente choqué con alguien.

La alta morena estaba irritada por mi torpeza. Actuaba como si nunca nadie hubiera tropezado con ella antes. Lucía como una supermodelo italiana, así que quizás nadie lo
había hecho.

Su cintura era pequeña, y sus caderas se curvaban lo justo, y se encontraban con unas piernas asesinas.

La mayoría de las chicas no tenían piernas así. Su cabello oscuro era suave y estaba prolijamente llevado hacia atrás con una hebilla en la nuca.

Iba vestida como una bibliotecaria, luciendo una falda angosta gris y un chaleco de punto. Y me miraba furiosamente.

La mano de Robbie estaba en la parte baja de mi espalda, mientras me empujaba hacia ella, y dentro de la habitación.

-Allisson, esta es Julia. Julia, Allison -él miró a Julia, añadiendo- Es nueva.

Una única y perfectamente depilada ceja se arqueó en su rostro anguloso, mientras sus ojos marrones me evaluaban.

Habló con palabras fuertemente acentuadas.

-Encantada de conocerte -Aunque podía decir que no lo estaba-
Soy la Martis Regente de los Dyconisis -Su espeso acento italiano continuó- ¿Vas a ser una guerrera o una sanadora?

Mi boca se abrió, pero no supe qué decir.

Miré a Robbie.

Y respondió por mí.

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