24 Fiebre

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— ups, creo que hice demasiado — tome un cucharon para probar el caldo de pollo con verduras – mmm... de-li-cio-so.

Escuche alguien tocar en mi puerta y apague la estufa — ¿Quién es? Grite desde el pasillo mientras me quitaba el delantal y lo avente a una silla.

— Levi—golpeo con más fuerza.

— ¡Ya voy, ya voy!

—!Oye! !Vas a derribar mí...!— al abrir la puerta y me encontré con un Levi demacrado y sudoroso –  ¿Qué te pasa?

— ¿Tienes más de esa cosa que le diste a Hanji?

-¿jarabe de eucalipto?

Jadeante me respondió con un sí.— ''Solo necesito un poco y te dejo en paz''

—le di lo último que tenía a Jean, pero puedo preparar más.

—Está bien. Paso por el después.

— ¿A dónde crees que vas?—Lo tome por el brazo —Mira el estado en el que vienes.

—No Te acerques, puede ser contagioso—intento empujarme

—No importa, entra de una vez— volví a jalar de su brazo e hice que perdiera el equilibrio— ¡Oh! Lo siento. Apóyate en mí.

Caminamos hasta llegar a mi habitación y lo recosté sobre mi cama con cuidado- déjame ver...—toque su frente con la mía — ¡estas ardiendo!

-no es nada...

—Traeré unas compresas, no te muevas de aquí— corrí a la cocina, para preparar una cubeta con agua y jergas.

—No creo que esto se resuelva con un simple jarabe

—Lo hizo para Hanji

—Lo de ella era una gripe común

—también lo mío

—No, no lo es —déjame ver... eso...—baje el cuello de su camisa para confirmar mi sospecha... ronchas — ¿alguna vez te dio sarampión de pequeño?

—No que yo recuerde.

— ¿pues adivina que?... —comencé a desabrochar su cinturón

— ¡¿QUÉ?! ¡¿QUE ESTAS HACIENDO?!

—El poliéster guarda demasiado calor, vamos a quitártelo.

Me sujeto de las manos para detenerme — ¡¿ESTAS LOCA?! ¡CLARO QUE NO!

—Solo el uniforme, puedes dejarte lo demás.

—NO. NO QUIERO.

—Lo siento, pero no estoy pidiendo tu permiso— casi a la fuerza le quite la capa, la chaqueta y la camisa. Tenía pequeñas ronchas rojas en el cuello, pecho y todo el abdomen.

—SI no bajamos tu fiebre, podrías convulsionar.

Su mirada era evasiva obviando su vergüenza.

—Déjame revisarte- baje de tajo sus pantalones — y ambos nos sonrojamos como tomates –Cerré los ojos y lo tape con la sabana- Dis-disculpa el mal rato, pero era ne-necesario.

Tch- cambiemos de tema... ¿Dijiste que tengo sarampión?

—No soy médico, pero estoy casi segura de que lo es

—Me encueraste y resulta que estas ''casi segura''

—Pues es que...Dante y Valeria tenían los mismos síntomas y las mismas ronchas—Le puse una compresa en la frente.

Beso a discreciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora