37 Caída Libre

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Afuera la helada tormenta no daba tregua, pero aquí adentro de esta cabaña era una autentica hoguera

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Afuera la helada tormenta no daba tregua, pero aquí adentro de esta cabaña era una autentica hoguera.

Las suaves manos de Athena me rodearon por la nuca, y la generosidad de sus labios chasqueaban al probar los míos, obsequiándome así, el beso que marcaría su aplastante victoria.

Pero quién podría imaginar que en esta guerra la derrota me llevaría a la gloria.

—Dilo una vez más... lo que dijiste al pie de mi puerta— pronuncio jadeante— necesito escucharlo una vez más.

—Dije que, estoy enamorado de tu alma...

— ¿Estás seguro de lo que dices?

—Jamás había estado tan seguro en mi vida.

—Yo también, Levi... estoy y estaré siempre enamorada de tu alma.

Volvimos a chocar nuestros labios y mis manos divagaron por la delicada seda de su bata para enmarcar las curvas de su silueta, cuando de pronto ella se detuvo por un momento para mirarme fijamente a los ojos y decir —Levi, si sientes que vamos de...

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Volvimos a chocar nuestros labios y mis manos divagaron por la delicada seda de su bata para enmarcar las curvas de su silueta, cuando de pronto ella se detuvo por un momento para mirarme fijamente a los ojos y decir —Levi, si sientes que vamos demasiado rápido, este es el momento para detenernos.

—Yo... qui... quisiera continuar —un rubor se manifestó en mis mejillas, lo supe por lo calientes que sentí mis orejas y justo en ese momento ella se plantó delante de mí y comenzó a desabotonar mi camisa.
Al mismo tiempo, con toda la naturalidad del mundo, yo fui despojándome de mis botas y mis pantalones, los arroje quien sabe a dónde para después sentarme desnudo en su cama.

  Al mismo tiempo, con toda la naturalidad del mundo, yo fui despojándome de mis botas y mis pantalones, los arroje quien sabe a dónde para después sentarme desnudo en su cama

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Beso a discreciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora