27 Sonrisa en la penumbra

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Era un domingo por la noche. Yo alistaba mi uniforme para ahorrarme tiempo en la mañana y llegar muy puntal a mi trabajo.

Buscando entre los cajones un par de bragas limpias me encontré con una prenda sin estrenar— Al menos debería probármela.

Terminé haciendo un desfile por toda la habitación sintiéndome la mujer más bella de Paradis y me detuve un momento frente al espejo para amarrar el listón ''Ten, sedúcelo con esto y ya'' recordé las palabras de Mariel al acariciar el blanco encaje que enmarcaba mi busto.

''Él no es esa clase de hombre'' fue mi respuesta. Pero a veces quisiera que lo fuera, tan solo un poco.

Pensé en cada momento que hemos compartido y en nuestro último encuentro a escondidas en el cuartito de despensa.
Sobre mi espalda aún permanecía la sensación de sus fuertes brazos envolviéndome como si buscaran sumergirme en su pecho mientras su boca impetuosa me agitaba la respiración.
Es una lástima que me soltara de golpe al tocar mi trasero. No fue nada vulgar, solamente un apretoncito pero eso bastó para irrumpir el momento— Si, definitivamente es virgen—reí pero no con burla, sino que me parecía algo contradictoria su inocencia pues es un hombre feroz y despiadado en la batalla por lo cual ha despertado interese en muchos hombres y mujeres, tampoco puedo culparlos, tiene un par de ojos matizados entre lo azul o celeste y son tan afilados  que podrían fulminarte o derretirte en un solo instante.

 No fue nada vulgar, solamente un apretoncito pero eso bastó para irrumpir el momento— Si, definitivamente es virgen—reí pero no con burla, sino que me parecía algo contradictoria su inocencia pues es un hombre feroz y despiadado en la batalla por...

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Debió tener la oportunidad de acostarse con su sequito de fanáticas ¿Por qué no lo habrá hecho?

Puede que no cumpla con el estereotipo del príncipe azul, pero lo que le falta de carisma lo compensa al triple con ese aire imponente que tanto lo caracteriza.
No cabe duda que Levi Ackerman es irresistible.
La primera vez que lo vi pensé ''si estoy muerta, él debe ser un ángel que vino por mi alma''.

Cerré los ojos y rocé mis labios en conmemoración a su cravat mojada que hace tanto tiempo escurrió agua en mi boca y la imaginación comenzó a trastornarme las ideas— ¡ay! ¡Soy una inmoral!— Me lance a mi cama e hice una rabieta— ¡es tu culpa, Ackerman!— tome ''La poesía perversa'' que estaba encima de mi mesita y leí hasta quedarme dormida.

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La briza veraniega entró por mi ventana, movió mi cabello e hizo cosquillas en la frente, poniéndole fin al exquisito sueño que estaba por llegar a su clímax — ¿Es en serio? ¡Hasta en mis sueños me torturas!

Fastidiada me levante de la cama pues un carraspeo en la garganta me exigía hidratación.
Caminé descalza por el pasillo rumbo a mi cocina cuando a medio camino consideré arroparme con una bata, pero eso implicaría regresar hasta el armario ¿Quién dispone de semejante energía?

Llené un vaso de agua y me acerqué a la ventana para contemplar la resplandeciente luna llena y de la nada aquellas palabras resonaron en mi mente <<Ningún hombre respetable tomaría una Viatorem como esposa>> No. Otra vez no. Sacudí la cabeza para desterrarlo de mis pensamientos, esto ya lo había superado hace años y no volverá a lastimarme jamás.

Beso a discreciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora