CAPÍTULO 20
“Pérdidas y ganancias”
Johnny había mejorado notablemente durante la última semana. Sus heridas en el rostro comenzaban a cicatrizar, y ya no lo tenía tan hinchado como antes; aún tenía dificultades para respirar por el tema de sus costillas fisuradas, y su brazo no era realmente un problema. Al menos no le dolía. Y Josh, Lenny, y yo, firmamos su yeso.
Muchas personas de Black River vinieron a visitar a Johnny. Sentían un especial afecto hacia él, a pesar de que hacía poco que él vivía aquí. Los padres de Josh y su hermanita Daisy, fueron los primeros en visitar a Johnny. Estaban tan conmocionados con lo que le había sucedido, que decían cualquier cosa que necesitase estarían ahí para ayudarlo. Sin embargo, Josh todavía no había regresado a su casa. Sólo iba un par de horas para estar con su mamá y con Daisy, pero la mayoría del tiempo lo pasaba en casa. Lenny también se había quedado; decía que a su madre no le molestaría, y de hecho creo que ella tampoco tenía deseos de volver a su casa. La verdad es que no me molestaba, me agradaba tener a Lenny y a Josh conmigo, me hacían sentir que no estaba sola en todo esto, y así evitaba pensar en mis padres, aunque eso no impedía que sueñe con ellos.
Últimamente, cada vez que cerraba mis ojos y lograba conciliar el sueño, tanto mamá como papá se me aparecían. Una y otra vez el mismo sueño se repetía. Estaba en mi cama, en la cama de la que ahora era mi casa. Dormía placenteramente… Y de repente, un sonido me despertaba en el medio de la noche. Pero resultaba ser que no era un sonido cualquiera. Era la voz de mi madre. En el sueño me pedía que la siga, así que eso hacía. Seguía la voz por el pasillo de la casa. Estaba tan oscuro que no podía ver ni mi propio cuerpo, pero aún así, caminaba lentamente por el pasillo. Luego, la voz de mi madre me guiaba por las escaleras, pidiéndome que baje. Así que eso hice. Bajé con cuidado para no caerme. Un frío comenzó a recorrerme, un frío que ya había sentido en otra oportunidad, un frío que casi me había matado. Cuando bajé el último escalón, el frío que sentía hizo que me desplomara en el piso y que mi cuerpo temblara como si convulsiones se estuviesen apoderando de mí. Ahí era cuando los tres aparecían. Mi madre, mi padre, y Lucas. Los tres me miraban, se quedaban mirándome largo rato mientras yo me congelaba, hasta que el silencio se rompía con una frase que los tres repetían: “Ven con nosotros, ya es hora de partir. Ven con nosotros, ya es hora de partir.” A medida que repetían esa frase, se iban acercando más y más a mí. Y mi cuerpo era un témpano, podía sentir cómo la vida se me iba escapando, cómo mis pulmones dejaban de respirar, y cómo mi corazón dejaba de latir. Y era ahí, cuando despertaba, gritando y llorando, todo al mismo tiempo.
Ni Johnny ni Lenny se despertaban con mis gritos. Johnny tomaba demasiados calmantes, los cuales hacían que cayese en un sueño tan profundo del que sólo despertaba cuando era hora de comer o cuando tenía ganas de ir al baño; y Lenny… Bueno, Lenny dormía como una roca. Ya lo había comprobado con anterioridad, cuando luego de tener ese mismo sueño, me levanté para cerciorarme de que no la había despertado y, efectivamente, ella roncaba como si no hubiese mañana.
La tercera noche en la que me desperté gritando, Josh llegó corriendo a mi habitación. Yo estaba hecha un completo desastre, y él se acercó a mí, me arrulló en sus brazos como si fuese una bebé, me besó en la frente, luego en los labios, hasta que lograba que me quedase dormida. A la mañana, él despertaba a mi lado. Su calor me hacía compañía, y así ya no tenía tanto miedo a las pesadillas; así que un día tuve que hacerle una pregunta, una pregunta que me daba bastante vergüenza hacerle.
─Josh… Emm… Emm ─Estaba tan nerviosa que comencé a sudar profusamente.
─¿Qué pasa? Dilo de una vez ─Me alentó.
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Después de la vida © (#1)
Paranormal¿Qué pasaría si un día pierdes a las personas más importantes de tu vida? Galya tiene quince años, su vida es como la de cualquier adolescente normal. Y lo seguiría siendo, si no hubiese sido por el accidente. Ese hecho crucial la deja huérfana. P...