CAPÍTULO 6
"Comienzo"
Habían pasado dos meses desde mi desencuentro con Johnny, y en ese período de tiempo sucedieron varias cosas.
Una de ellas fue que ya no volví a ver a Joshua, evité todo tipo de contacto con él, y por esa razón dejé de ir al pub, ya que de esa forma no sólo evadía a Joshua sino también a Johnny. Tampoco volví a tener una experiencia paranormal como cuando creí ver un "fantasma", por lo que concluí que seguramente había sido producto de mi imaginación o quizás la combinación de pocas horas de sueño y una muy mala alimentación. En fin, mi vida giraba alrededor de esa casona, porque tampoco quise salir de ahí para conocer la ciudad, simplemente me limité a navegar en la red, gracias a que Johnny se dignó a amigarse con la tecnología y compró una computadora de segunda mano; también me dediqué a leer algunos libros, entre los cuales tenía cierta predilección por Gabriel García Márquez. En cuanto a mi relación con Johnny, no habíamos hecho mucho progreso desde la última reprimenda por mi actitud rebelde. Pero a pesar de que admitía y, además, reconocía mi gran equivocación, no tenía deseos de hacer las paces con él, y quizás, por la misma razón, él tampoco se acercaba con el fin de una tregua.
Corría el mes de marzo y las clases en la escuela ya estaban próximas. Esto tampoco me levantaba el ánimo ni me hacía muy feliz. No me emocionaba la idea de conocer personas, y mucho menos de hacer nuevos "amigos". En parte me sentía una rebelde sin causa, incomprendida por el mundo, pero a la vez me sentía tan frágil como una flor en el gélido invierno que sabe que su único destino es marchitarse.
Durante mi encierro voluntario, hubieron días en que el aburrimiento me ganaba y me sentaba a mirar por el ventanal de mi habitación a las personas, autos o cualquier cosa que pudiera captar mi atención. A quien más veía pasar era a Josh y a su padre. Una que otra vez, Josh miró hacia donde yo estaba, me miró durante unos segundos, quise levantar la mano para saludarlo, pero cuando me decidí, se dio vuelta tan rápido como un torpedo buscando su dirección de lanzamiento. Era obvio que me odiaba, o por lo menos eso era lo que yo percibía. Tampoco podía culparlo por hacerlo, me comporté como una completa idiota con él, y lo peor de todo es que nunca me disculpé apropiadamente. Por momentos me atacaba la culpa por todos los errores que había cometido con todos aquellos que habían tratado de ayudarme. Quería remediar la situación, pero luego trataba de convencerme de que el error no había sido mío y que probablemente había un complot en mi contra, aunque una vez en la cama, consultaba todo con la almohada y el problema se tornaba más claro, más cristalino a la luz de la luna que se convertía en mi aliada en las noches de soledad. Sin embargo, era en mis sueños donde realmente encontraba las respuestas a todos mis conflictos; allí no había enojo ni pena, ni odio ni resentimiento, ni culpa ni tristeza, allí encontraba la paz.
Lo único bueno que me había pasado durante mis "vacaciones" fue que me sacaron el bendito yeso, y eso, para mí, era doblemente bueno. El doctor Roberts me recomendó que no hiciera movimientos bruscos, y que me cuidara muchísimo hasta que pudiera recuperar la completa movilidad de mi pierna, y para eso me dijo que debía asistir a algunas sesiones de kinesiología.
El día del inicio de clases me levanté antes de que el despertador sonara. Eran las 6.30 de la mañana e ínfimas gotitas de lluvia caían sobre la ciudad. Me senté sobre la cama y me puse a pensar en cómo debería vestirme. Primero pensé en vestir completamente de negro, pero tampoco era mi idea ser la nueva chica gótica de la ciudad; luego consideré la posibilidad de vestir colores primaverales para no parecer una deprimida más, pero tampoco iba con mi personalidad; finalmente me decidí a usar unos jeans negros, con borceguíes negros, un sweater violeta, un pañuelo negro y una campera violeta; de esa manera no parecería tan abatida, a pesar de que mi rostro dijera lo contrario, así como también los últimos acontecimientos de los que fui protagonista.
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Después de la vida © (#1)
Paranormalne¿Qué pasaría si un día pierdes a las personas más importantes de tu vida? Galya tiene quince años, su vida es como la de cualquier adolescente normal. Y lo seguiría siendo, si no hubiese sido por el accidente. Ese hecho crucial la deja huérfana. P...