CAPÍTULO 8- "Confesión"

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CAPÍTULO 8

"Confesión"

Una vez más quedé paralizada. Muda. Ni siquiera podía obligar a mis ojos a pestañear. Él me miraba altanero.

─¿No piensas decir nada? ¿Te comió la lengua el ratón?- él parecía estar disfrutando la sorpresa que había provocado en mí, que de hecho era verdadera. Pero más que sorpresa... era miedo. ¿Podían mis ojos engañarme? Quizás me había quedado dormida y esto era sólo un sueño. Sí. Probamente se trataba de eso. Quizás si cerraba mis ojos lograría despertarme y  todo acabaría.  Pero al abrirlos, él seguía allí. Ni siquiera se inmutó ante mi inhabilidad de ejercer palabra. Simplemente me miraba con sorna.

─Puedes tomarte el tiempo que necesites, yo me quedaré aquí. ─Se apoyó en el ventanal. Y esperó.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que me decidí a hablar, pero lo hice.

─Eres un fantasma.

─Sí bueno, prefiero el término espíritu.

Era la primera vez en mi vida en que no sabía cómo continuar con el hilo de la conversación. La situación me estaba sobrepasando y mi mente se había desconectado de mi cuerpo, impidiéndome mover mi boca o ninguna otra parte de mi cuerpo. Estaba paralizada, completamente inmóvil.

─¿Sabes algo? No es tan extraño ver un espíritu. Aunque a decir verdad, he estado aquí durante treinta años y eres la primera persona que puede verme.

Ahí. Ahí fue cuando reaccioné. Mi cuerpo despertó del letargo en el que me había sumido, permitiéndome articular palabra.

─¿Cómo que soy la primera persona que puede verte?

Él me miró con un aire altivo, el mismo que tenía desde el momento en que entré en la habitación.

─Te decidiste a hablar. Te felicito. No doy tanto miedo como aparento- emitió una sonrisa que por alguna extraña razón logró calmarme un poco. Lo tomé como una señal, como una especie de mensaje de que no era malo, de que no me haría daño, a pesar de ser un espíritu.

─No respondiste a mi pregunta- bajé la mirada, mi voz era casi un susurro.

─Muy a mi pesar no tengo no respuesta a tu pregunta. Seguirá siendo una intriga para ambos ¿no crees?- se acercó unos pasos hacia mí, y mi cuerpo entró en un estado de alerta- No te haré daño, lo prometo.

No estaba completamente segura de que así sería, pero decidí creerle. Me mantuve quieta, pero a la vez muy alerta. Él quedó a dos pasos de distancia. Estaba tan cerca, y su presencia era inquietante.

─No me importa que puedas verme... en realidad... es una especie de alivio- su voz sonaba como un suspiro, apenas audible, como si le diese ¿vergüenza? de pronunciar esas palabras.

Antes de que pudiese responder, el timbre sonó y en un abrir y cerrar de ojos el extraño visitante despareció.

En ese momento, no puedo decir a ciencia cierta qué fue lo que pasó, pero desperté en mi cama completamente transpirada y con el corazón a punto de salírseme del cuerpo. Intenté concentrarme en mi respiración. Lentamente tratar de calmarme. Lo estaba logrando hasta que escuché una voz.

─Sólo para que entiendas qué pasó. Te desmayaste. Tu tío te encontró en el suelo y te llevó hasta la cama.

Me incorporé tan rápido que un mareo cruzó e hizo que otra vez cayera sobre mi almohada.

─Creo que deberías permanecer ahí por un rato. Te diste un fuerte golpe en la cabeza cuando caíste.

─Por favor dime que estoy alucinando y que no eres real. Por favor dime que todo lo que hablamos antes de que me desmayara no es real.

─Mmm podría hacerlo, quizás debería hacerlo, pero tú y yo sabemos que evadir la verdad no la hará desaparecer.

─Tengo que suponer que eso significa que eres real ¿verdad?

─Mmm sí... soy tan real como tú, sólo que no tengo carne ni huesos ni respiro, pero esos son sólo detalles menores. -Podía sentir la ironía en sus palabras, pero sonó tan gracioso que no pude evitar comenzar a reírme histéricamente. Probablemente parecía una loca, pero qué más daba. Estaba casi sola en mi habitación y el único que podía escucharme era un espíritu que ahora sabía que era completamente real.

─¿Se supone que ahora estás a mi cargo o algo así?

Él se acercó un poco más, ahora podía distinguir mejor su rostro. Tenía ojos verdes y su cabello era casi negro.

─Al parecer vamos a estar mucho tiempo juntos, porque no pienso irme de esta habitación, así que creo que va a ser conveniente que sepas mi nombre.

Lo miré sorprendida. No me esperaba que dijera eso.

─¿Cómo es tu nombre?

Hubo un silencio de algunos segundos en los que él aprovechó para terminar de acercarse y sentarse en mi cama.

─Mi nombre es Lucas. Es un placer Galya.






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Después de la vida © (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora