Capitulo XVIII- Catastrophically in love with you (Elsa Greeve).

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Quería decirle mil cosas a Natalia, pero no me salía ninguna. Ni siquiera me salía pedirle perdón, aun sabiendo que tenía que hacerlo, tenía que decirle que me perdonara, que no se lo volvería a hacer a nadie, pero preferí quedarme callada y esperar a que ella hablara.

El bar estaba vacío, a excepción de nosotras dos. Susana se había ido junto a mi padre, quien me había dejado las llaves solo para que pudiera hablar tranquilamente con mi amiga. "Mi amiga", mi padre no sabía que esa chica no era mi amiga ni sabía que yo era la responsable de sus llantos durante toda esta semana.

− Gracias por el batido. −me dijo cuando se lo di.

− No tienes que agradecerme nada. −intenté sonar amable.

Natalia le dio un sorbo y se lamió los labios después, levantó su vista del batido hacia mí. Su mirada fría y vacía me hizo darme cuenta de lo que había hecho, había despertado a un monstruo. En esa mirada me vi reflejada a mí, esa era yo cuando pasó lo de Pablo, esa seguía siendo yo. Fría, vacía, como Natalia ahora.

− No voy a decirte nada malo, ni a pegarte, ni a gritarte. −me dijo cuando vio que yo no hablaba. −Rubén... Es él el culpable, no tú.

− Yo también tengo un poco de culpa. −susurré.

Natalia negó con la cabeza, no me había dado cuenta hasta ahora pero su pelo no estaba suelto, lo traía sujeto en una coleta alta. No se veía tan mal como aquella noche en el baño del pub, lucía pálida pero no más de lo normal, tenía ojeras, pero supongo que era habitual cuando no dormía. Más de una vez le había visto así.

− Créeme, Natalia. −bajé la mirada avergonzada. −Fui yo a su casa...

− No me interesa, Julia. −me cortó antes de que pudiera continuar. −Yo no he venido a echarte la culpa, y tampoco quiero que la asumas.

− Entonces, ¿a qué has venido? −pregunté dudosa.

− Solo vengo a hacerte saber que no quiero que pienses que estoy enfadada contigo, ¿vale? Ya he hablado con las chicas y he aclarado todo el asunto, les he dicho que no me molesta... −titubeó un poco y pude ver la debilidad en sus ojos. −O sea, que lo llevo bien. El que seas tú... −se quedó callada y suspiró.

− ¿El que sea yo qué? −pregunté mirándola a la cara, aunque ella no me miraba a mí.

− Bueno, Rubén no quería mi segunda oportunidad porque está enamorado de ti. −me dijo como si yo no supiera nada. −No puedo ser yo quien le diga de quien se tiene que enamorar, no le puedo obligar a que esté conmigo cuando no siente lo mismo que yo por él. Igual que él tampoco puede obligarte a ti a estar con él.

Natalia era buena persona, aunque yo le había tenido tanto asco antes que no pude apreciarlo lo suficiente. Le habían roto el corazón, estaba enamorada de un chico que no lo estaba de ella, que la estaba utilizando para olvidar a la chica de la que sí estaba enamorado, y, aun así, ella no le reprochaba nada. A ninguno de los dos.

− Es duro tener que soltar a la persona que quieres porque ella no te quiere a ti. −musitó moviendo el batido con su pajita, mirando hacia él, triste.

− Sí. −susurré.

Yo también me había sentido así cuando tuve que decirle adiós a Pablo, y aún sabía cómo se sentía esa presión en el pecho, en la garganta. Esas ganas de gritar cuando no puedes. Yo sabía exactamente como se sentía Natalia y Natalia sabía cómo me había sentido yo. Nos entendíamos casi a la perfección.

− Si puedo ayudarte en algo...− le ofrecí.

− No. −bebió un poco más de su batido. −No quería hacerte sentir incómoda.

1. Desde la ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora