Capítulo III: More (Eva B)

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Vengo para ganar.
Hielo sin calentar.
No me pueden moldear.
<Soy rebelde>.

Rubén se acercó a mí con la frente arrugada y una sonrisa de confusión, esperando una respuesta de mi parte, pero, sinceramente, no tenía ninguna mentira en mente que pudiera librarme de esa.

−      ¿Y tú? −me acerqué un poco a él, nerviosa.

−      Venía a traerle la cena a mi padre, tiene guardia. –me enseñó la bolsa marrón de papel.

−      ¿Tu padre trabaja aquí? −pregunté, intentando que no me temblara la voz.

−      Claro, es psiquiatra. Creo que alguna vez te lo mencioné, ¿no?

−      Sí, pero no esperaba que trabajase en la mejor clínica de... Bueno... Nos vemos. –me despedí de él.

Creía que se iba a olvidar de que no le había respondido a la pregunta, pero Rubén nunca se olvida de algo que había preguntado a sus amigos y yo lo era, por suerte o por desgracia.

−      ¿Y tú qué haces aquí? –volvió a preguntarme.

Titubeé un poco antes de responder, intentando ganar tiempo para decirle lo primero con sentido que se me ocurriera y que fuera creíble, pero Dan apareció mirándonos, pasando por mi lado con el ceño fruncido.

−      Vengo a verle a él. –solté sorprendiéndonos a los tres y le cogí del brazo para pararle a mi altura.

−      No sabía que tenías amigos... Fuera de nuestro grupo. –carraspeó y se despidió de nosotros. –Bueno, que lo paséis bien. Supongo. –entró en el edificio.

Rubén entró al edificio permitiéndome soltar el aire contenido, aliviada.

−      ¿Qué fue eso? −preguntó Dan.

−      Tenía que hacer algo para que no sospechara de... Que tengo problemas de este tipo, ¿sabes? Es un... Amigo.

−      Ahora sí que tienes esa cara de lástima, Julia. −echó a andar hasta la verja, soltándose de mi agarre.

−      ¡Oye! −lo alcancé. –Es mi amigo, pero no lo puede saber, nadie lo puede saber, ¿vale? Esto es un secreto.

−      Sí, sí, no digo nada. Lo pillo. –se subió a un coche deportivo y dejó la puerta abierta para mirarme. – ¿Quieres que te acerque?

−      No, gracias. Esperaré al bus. –señalé la parada cerca de su coche.

−      Vale, pues cuando salga tu súper amigo el rubio y te pregunte que por qué esperas el bus sola si venías a ver a tu amigo, le cuentas tus secretos. −se subió al coche.

−      Mierda. –susurré apartando la mirada hacia Rubén, que ya salía. –No te quiero molestar. –le miré.

−      Haberlo pensando antes de meterme en una de tus mentiras para salvarte el culo, guapa. –cerró la puerta.

Me subí al coche rodando los ojos y él arrancó cuando cerré mi puerta. Vi la moto de Rubén aparcada cerca de donde pasamos y bajé la mirada pensando en si se habría tragado la mierda de mentira que le acababa de soltar.

Rubén era un chico que conocí en el instituto, éramos amigos y nuestros padres también lo eran. Habíamos estado acostándonos durante un tiempo, pero no funcionó, o al menos yo no creía que fuera a funcionar.

−      ¿Ese chico y tú habéis tenido algo? −preguntó Dan sacándome de mis pensamientos.

−      Sí, algo hubo... –suspiré recordando.

1. Desde la ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora