Vengo para ganar.
Hielo sin calentar.
No me pueden moldear.
<Soy rebelde>.Rubén se acercó a mí con la frente arrugada y una sonrisa de confusión, esperando una respuesta de mi parte, pero, sinceramente, no tenía ninguna mentira en mente que pudiera librarme de esa.
− ¿Y tú? −me acerqué un poco a él, nerviosa.
− Venía a traerle la cena a mi padre, tiene guardia. –me enseñó la bolsa marrón de papel.
− ¿Tu padre trabaja aquí? −pregunté, intentando que no me temblara la voz.
− Claro, es psiquiatra. Creo que alguna vez te lo mencioné, ¿no?
− Sí, pero no esperaba que trabajase en la mejor clínica de... Bueno... Nos vemos. –me despedí de él.
Creía que se iba a olvidar de que no le había respondido a la pregunta, pero Rubén nunca se olvida de algo que había preguntado a sus amigos y yo lo era, por suerte o por desgracia.
− ¿Y tú qué haces aquí? –volvió a preguntarme.
Titubeé un poco antes de responder, intentando ganar tiempo para decirle lo primero con sentido que se me ocurriera y que fuera creíble, pero Dan apareció mirándonos, pasando por mi lado con el ceño fruncido.
− Vengo a verle a él. –solté sorprendiéndonos a los tres y le cogí del brazo para pararle a mi altura.
− No sabía que tenías amigos... Fuera de nuestro grupo. –carraspeó y se despidió de nosotros. –Bueno, que lo paséis bien. Supongo. –entró en el edificio.
Rubén entró al edificio permitiéndome soltar el aire contenido, aliviada.
− ¿Qué fue eso? −preguntó Dan.
− Tenía que hacer algo para que no sospechara de... Que tengo problemas de este tipo, ¿sabes? Es un... Amigo.
− Ahora sí que tienes esa cara de lástima, Julia. −echó a andar hasta la verja, soltándose de mi agarre.
− ¡Oye! −lo alcancé. –Es mi amigo, pero no lo puede saber, nadie lo puede saber, ¿vale? Esto es un secreto.
− Sí, sí, no digo nada. Lo pillo. –se subió a un coche deportivo y dejó la puerta abierta para mirarme. – ¿Quieres que te acerque?
− No, gracias. Esperaré al bus. –señalé la parada cerca de su coche.
− Vale, pues cuando salga tu súper amigo el rubio y te pregunte que por qué esperas el bus sola si venías a ver a tu amigo, le cuentas tus secretos. −se subió al coche.
− Mierda. –susurré apartando la mirada hacia Rubén, que ya salía. –No te quiero molestar. –le miré.
− Haberlo pensando antes de meterme en una de tus mentiras para salvarte el culo, guapa. –cerró la puerta.
Me subí al coche rodando los ojos y él arrancó cuando cerré mi puerta. Vi la moto de Rubén aparcada cerca de donde pasamos y bajé la mirada pensando en si se habría tragado la mierda de mentira que le acababa de soltar.
Rubén era un chico que conocí en el instituto, éramos amigos y nuestros padres también lo eran. Habíamos estado acostándonos durante un tiempo, pero no funcionó, o al menos yo no creía que fuera a funcionar.
− ¿Ese chico y tú habéis tenido algo? −preguntó Dan sacándome de mis pensamientos.
− Sí, algo hubo... –suspiré recordando.
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1. Desde la ansiedad.
Genç KurguDesde que su madre murió, Julia ha estado sufriendo ataques de ansiedad, sobre todo después de salir de una relación tóxica con un chico. Ahora es mayor de edad, lo que supone poder ir al médico sin que su padre se entere. Empezar a vivir una segund...