Capítulo II: Everything happens for a reason. (Madison Beer)

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Solía creer que todo pasa por una razón,
Pero no puedo encontrar una razón.

Cogí el autobús de la línea dos, daba toda la vuelta a la ciudad desde mi casa, pero casi mejor, así no podía encontrarme a nadie que me conociera. Tenía miedo de que alguien supiera que estaba yendo a eso, no quería que nadie supiera mis problemas.

Bajé del autobús, hasta esa parte de la ciudad solo llegaba esta línea y no quedaba más gente en él. Miré alrededor, realmente este sitio daba malas vibraciones. La clínica mental contaba con las mejores competencias y médicos de la comunidad, además tenía un ala donde las personas que realmente no podían ayudarse solas estaban ingresadas, esperaba no estar nunca allí, por lo cual era bastante grande.

Una chica se bajó de un coche negro y cerró la puerta de un portazo, traía mala cara y venía directa hacia mí, quizás era porque estaba justo en mitad de la única puerta que había, paralizada. La chica tenía el pelo rosa, media melena y traía puestas unas gafas de sol que se quitó para mirarme mejor.

−      Supongo que eres la nueva. Soy Laura. −me dio dos besos y entró, pero al ver que no iba detrás se giró para preguntarme. – ¿Vienes o qué?

−      Sí. Sí, claro. −la seguí un poco perdida.

Nada más entrar en el edificio observé que ella se movía como pez en el agua, como si supiera exactamente lo que hacía. Nadie nos decía nada, ni siquiera los enfermeros que nos miraban. Ella los saludaba a todos con una sonrisa, ¿qué clase de problema tenía Laura? Si parecía que no tenía ninguno.

A raíz de ahí, aprendí que las personas que fingen no tener problemas son las que más tienen, como Laura o como yo.

Abrió una puerta grande al lado de la recepción y me miró sonriente, ya se le había pasado el mal humor.

−      Adelante. Se tú la primera en pisar la sala del oráculo hoy. –bromeó.

Fruncí el ceño ante el nombre que había usado, pero le hice caso y me adentré en esa sala. Era grande y tenía como una especie de escenario que a saber para qué lo utilizaban, había unas sillas de metal en modo círculo y un escritorio detrás. Lo que yo decía, esto era un "alcohólicos anónimos" en toda regla, pero para desintoxicarse de los problemas mentales, si es que eso se podía hacer.

−      Bueno. −Laura entró y dejó su bolso encima del escritorio para sentarse en una silla. –Te preguntaría que por qué estás aquí, pero Sergio se enfadará si lo hago. –se encogió de hombros y cruzó las piernas.

Iba a sentarme a su lado, pero antes de que pudiera hacerlo me paró.

−      Tienes que dejar el bolso ahí antes de sentarte. −señaló el escritorio donde ella había dejado sus cosas.

Hice lo que me dijo y la puerta se abrió al instante, dos chicos y una chica entraron a la vez. Los chicos mantenían una conversación entre risas mientras la chica los miraba desde detrás, callada.

−      Mirad, esta es Julia. −Laura se levantó y me puso un brazo alrededor de los míos. − ¿A qué es guapa? −sonrió de oreja a oreja.

Mi estómago se tomó demasiado bien ese piropo. Tan bien que me hizo sentirme extraña, incluso no me molestó que una desconocida me tocara, me gustó su tacto. Mi cuerpo sentía que Laura no era una desconocida.

−      Sí, sí lo es. −el chico de pelo rizado me dio dos besos. –Soy Arón. Encantado.

−      Aparta. −el otro chico le dio un pequeño empujón y me dio dos besos también. −Soy Nacho. −sonrió.

1. Desde la ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora