Capitulo XI- Everything sucks (Vaultboy)

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Todo es una mierda, solo bromeo.

Todo va genial,la verdad es que no.

Ana estaba esperándome en el coche justo en la puerta de mi casa, tocando el claxon, desesperada, y gritando mi nombre un par de veces acompañado de un "por Dios". Reconozco que siempre me hago de rogar, aunque esté lista pero esa vez me entretuve hablando con Laura.

No me había quedado claro del todo por qué el jueves me dijo que nos veríamos menos y el fin de semana lo habíamos pasado casi entero juntas. Mencionó algo de no hacerle caso a Sergio, pero ¿por qué Sergio le iba a prohibir pasar tiempo conmigo? ¿Era porque yo era mala para ella?

− ¡Venga! –Ana agitó sus manos cuando me vio cruzar la puerta del portal. –Cada día espero más. –dijo cuando me monté en el coche.

− Sí, sí, se me fue la hora. No me di cuenta. –me puse el cinturón y Ana arrancó.

− Supongo que no puedo preguntar qué estabas haciendo para que no te dieras cuenta de que llevo veinte minutos tocando el claxon como una loca.

− Simplemente se me echó el tiempo encima. –miré el móvil. Ana me miró de reojo, lo supe porque la vi cuando bloqueé el móvil.

− Cada día estás más pirada. −suspiró Ana. –Parece que vives en otro mundo y no en este.

Yo sonreí y negué con la cabeza, bajé la ventanilla y dejé que el viento me diera en la cara. Me había quemado un poco las mejillas y la nariz el día anterior. Habíamos estado todo el día en la playa y aunque era marzo, ya hacía ese calorcito propio de Andalucía.

− ¿Fuiste a la playa? –preguntó.

− Sí. –la miré poniendo cara de buena. –Mírame. –sonreí inocentemente.

Ana lo hizo un momento y negó con la cabeza, en plan madre. Ana era la más pequeña del grupo, pero era la que ejercía de madre en todo momento, la que intentaba no perder la cabeza nunca cuando íbamos a las fiestas. Rubén la llamaba aguafiestas, pero en realidad todos le agradecíamos que fuera un poco así.

− Eso te pasa por no ponerte crema solar. ¡Eres demasiado blanca! – exclamó y dio un golpe en el volante. – ¿Sabes que puedes contraer cáncer de piel con más facilidad? Y sobre todo con los tatuajes, eres una inconsciente.

Yo me reí y rodé los ojos divertida.

En este tema, Ana no era una exagerada y eso lo tenía en cuenta, pero me hacía gracia la manera en que se le resaltaba la vena del cuello y refunfuñaba por lo bajo cual abuela cuando no se la escuchaba. Fruncí el ceño cuando pasamos de largo y no doblamos la esquina para la casa de María, la miré y ella me entendió.

− Jesús la ha pasado a buscar hace media hora. −me explicó. –No podía esperar más.

− Ah, claro. −miré el grupo de los Trastornados, pero nadie se había pronunciado, ni siquiera Sergio sobre la medicación. –Oye, ¿quiénes vamos? Nadie ha hablado por el grupo. –miré ahora el otro grupo de mis amigos.

− Jesús y María han ido juntos y posiblemente hayan llegado los primeros. –explicó cambiando de marcha. –Rubén dijo que también venía a comer, pero no sabía si Natalia vendría o no. Y Pablo no ha dicho nada.

− Ana, ¿tú sabes si Rubén y Natalia siguen bien? −me animé a preguntar con un poco de tacto.

− Yo creo que sí, ¿por qué? ¿Rubén te ha dicho algo? −preguntó mirándome de soslayo.

− No, pero... Lo noto raro.

− ¿Raro? ¿En qué sentido?

− No sé, en que se comporta como si no estuviera con nadie.

1. Desde la ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora