Capitulo XIX- Intenta olvidarme (Hugo Cobos).

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Úsame, tírame, quémame.

Y luego intenta olvidarme.


+18.

Rubén se calmó después de beber un poco de agua con limón, lo hacía cada vez que terminaba alguna pelea en el entrenamiento y no podía calmarse rápidamente. Estábamos en la cocina, él estaba sentado en una silla mientras yo estaba en la encimera. Si mi padre me hubiera visto me hubiera regañado, pero no estaba.

− Es que... −volvió a decir apretando la mandíbula. –Qué hijo de puta, de verdad. No me cabe en la puta cabeza como te ha llegado a poner una mano encima. −me miró y dejó el vaso en la mesa de al lado. – ¿Estás bien? ¿Te duele? –preguntó viniendo hacia mí.

− Estoy bien... Físicamente. −murmuré.

Con Rubén me pasaba algo que no me había pasado con nadie más hasta que encontré a los chicos de la terapia, podía decirle todas las cosas que me sucedían y cómo me sentía en todo momento. Ahora podía hacerlo más que nunca.

− No te quiero preguntar, pero... ¿Cómo ha pasado? Lo del puñetazo. −descansó sus manos en mis muslos.

− Iba con Nacho y nos lo hemos encontrado, le ha llamado loco. Y Nacho pues... −cerré los ojos suspirando lentamente.

− Es un amigo de la terapia, ¿no? –susurró pegando su frente a la mía.

Cualquiera que nos viera desde fuera creería que éramos pareja, porque la conexión que podía verse desde fuera sin saber nada de nosotros dos era igual o mayor a la que desprendían cualquiera de nuestros amigos con sus novios o novias.

− Sí. –abrí los ojos y me separé un poco de él.

Rubén estaba mirando mis labios y yo era consciente de lo que iba a hacer. Una parte de mí quería que lo hiciera, pero la otra, la parte de la razón y del cerebro, sabía que estaba mal dejarse llevar de nuevo. Así que cuando él me besó, yo lo aparté.

− Rubén, no... No quiero hacer daño a nadie. –musité apartándole un poco, con mis manos en su pecho. –Y menos a ti.

− No me importa. –me susurró volviendo a besarme, pero esta vez con más intensidad.

− Rubén, para. –lo aparté por los hombros. –No te importa que te use, pero a mí sí, ¿vale? No voy a hacerte lo mismo, no otra vez. Por muchas ganas que tenga. –musité.

Y era verdad, tenía ganas de olvidarme de todo, aunque solo fuera un rato, Rubén siempre me había ayudado, de una forma u otra, a despejar mi mente y, pese a que casi nunca lo conseguía al cien por cien, me gustaba como me sentía cuando estábamos los dos intentándolo.

Tenía ganas de besarle, de recordar.

Rubén suspiró y bajó la mirada unos segundos, pensando en qué iba a decirme, pero no tardó demasiado en volver a mirarme.

− Julia. −tragó saliva. −Me da igual lo que hagas conmigo, bésame, úsame, fóllame, miénteme, pero no voy a ser capaz de odiarte. −se alejó un poco de mí para mirarme mejor. −Quiero hacerlo, eh, créeme. Quiero odiarte con toda mi alma, pero no puedo porque... El amor que siento es más fuerte que el odio que quiero sentir. Y sé lo que vas a decir, sé que te vas a reír de mis palabras como siempre haces, pero me da igual... Quería decírtelo. −volvió a acercarse de nuevo a mí. −Te quiero, Julia. O peor, estoy enamorado de ti. O aún peor que eso, te amo. –me besó.

Yo dejé que me besara de nuevo porque siendo sincera prefería callarle antes de que siguiera hablando. No sabía qué responderle, así que un beso sería la mejor respuesta. No sé si la mejor para él, pero estaba segura de que sí fue la mejor para mí.

1. Desde la ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora