Paso uno, tenemos que hablar.
Una especie de ventana a tu derecha,
mientras él va a la izquierda.
JULIA.
No quería contarle cómo había descubierto todo, no quería sonar más culpable de lo que ya era, pero tenía a Dan en frente de mí, mirándome sin ninguna expresión, después de habernos acostado, en mitad de un arcén esperando a que le dijera la verdad. Una verdad que no quería contar, pero tenía que hacerlo.
− Me asusté mucho cuando te ingresaron. –dije con un hilo de voz. –Yo no quería, pero...
− Julia, ahórrate el sentimiento de culpabilidad, no me vas a dar pena. –dijo serio, más serio de lo que había estado con Alicia en el salón de tatuajes.
− Pero ¿te vas a enfadar? –pregunté con algo de miedo.
− No lo sé, depende. –contestó impaciente.
− Quería saber por qué habías tenido tantas recaídas, me dijeron que fueron varias, estaba preocupada por ti y no se me ocurrió otra cosa que...−levanté mi mirada para encontrarme con la suya. –Leer tu expediente. −confesé.
− ¿Leíste mi expediente? –preguntó enfadado.
− Lo siento. –y por primera vez soné sincera. –Nadie me decía nada yo... Lo siento. −susurré.
Fue el "lo siento" más verdadero y honesto que nunca había dicho, él se lo merecía. Se merecía mi honestidad, mis "lo siento", se merecía todo de mí, aunque yo no me mereciese nada de él.
− Estás enferma. –susurró arrancando el coche de vuelta a la ciudad.
− Lo sé, no quería saber todo, solo quería saber cómo podía ayudarte. −intenté disculparme.
− Sí, claro. –ironizó él.
− Es la verdad, Dan. Tú sabes cuándo miento y cuándo no, ¿no? –pregunté mirándole, pero él no me miraba a mí. –También sé cosas sobre Alicia. −susurré.
− ¿Y también sabes lo qué me pasó con ella? –preguntó cabreado. – ¿También sabes el color de mi ropa interior, Julia?
− Hombre, pues... Hoy sí. –desvié mi mirada hacia la ventanilla. –Entiendo que estés enfadado, pero... Alicia apareció y nadie quería contarme nada sobre ella, todos se cabreaban solo con nombrarla, tenía curiosidad.
− La curiosidad mató al gato. –dijo Dan apretando el volante con fuerza. −Quizás también te mate a ti.
− Uy, sí. –ironicé. –Mira, Dan... No puedo hacer nada para que me perdones, ni para volver atrás y no hacer lo que hice, pero no me arrepiento.
− ¿No te arrepientes de ser una puta mentirosa? –preguntó mirándome.
− No soy una puta mentirosa, solo... −suspiré negando con la cabeza.
−Déjalo.
− No, no quiero dejarlo, quiero saber toda la verdad. –insistió.
− Te la estoy diciendo. No hay nada más. Me preocupé por ti, muchísimo, por la pelea, el ingreso y por Alicia. No quería que volvieras a intentar suicidarte. –me sinceré con él sin prever lo que podía pasar después.
− No hace falta que te preocupes por mí. –apretó la mandíbula.
− Lo sé, pero no puedo evitarlo. –me acomodé en el asiento y miré al frente.
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1. Desde la ansiedad.
Novela JuvenilDesde que su madre murió, Julia ha estado sufriendo ataques de ansiedad, sobre todo después de salir de una relación tóxica con un chico. Ahora es mayor de edad, lo que supone poder ir al médico sin que su padre se entere. Empezar a vivir una segund...